El pueblo de tres habitantes con un servicio puntero de coche compartido: ¡°En el veh¨ªculo cabemos todos¡±
Varias iniciativas llevan el ¡®carsharing¡¯ el¨¦ctrico y no contaminante a zonas rurales y ofrecen alternativas innovadoras de movilidad frente a la despoblaci¨®n de la Espa?a vac¨ªa
Ill¨¢n de Vacas es un min¨²sculo pueblo de Toledo de calles sin asfaltar con una plaza sin nombre por la que se desparraman ¨¢rboles ¡ªmoredas, palmeras, cipreses¡ª, presidida por una iglesia de ladrillo que solo tiene una campana. La otra la robaron una noche. ¡°?ramos cuatro vecinos censados, pero uno se ha tenido que ir a Chile, as¨ª que ahora somos tres¡±, dice el alcalde, Javier Bolla¨ªn. La iglesia da la espalda al pueblo y mira hacia la carretera, como si tambi¨¦n quisiera emigrar. Pero en la plaza, entre el templo y el tractor, tambi¨¦n se ve una imagen extempor¨¢nea, como un fenicio con un reloj de pulsera: un coche el¨¦ctrico reci¨¦n estrenado ¡ªque pueden usar todos los vecinos, tambi¨¦n los ocasionales¡ª enchufado a un cargador. Hasta ahora, el carsharing (veh¨ªculos compartidos) tan solo funcionaba en las grandes ciudades, pero varias iniciativas lo han llevado ya a zonas rurales, ofreciendo alternativas innovadoras de movilidad frente a la despoblaci¨®n de la Espa?a vac¨ªa.
¡°Estamos considerados el pueblo m¨¢s peque?o de Espa?a¡±, explica el regidor. El INE no miente: tres habitantes censados en 2021. Puede haber pedan¨ªas m¨¢s deshabitadas, pero aqu¨ª hay Ayuntamiento. Es un decir, porque el edificio lo tiraron hace a?os, al igual que la escuela y la c¨¢rcel. ¡°En su momento lleg¨® a haber aqu¨ª 80 personas y estaci¨®n de tren¡±, comenta Bolla¨ªn. ¡°Ahora somos tres, aunque tambi¨¦n hay gente que viene los fines de semana. Y mi mujer vive aqu¨ª, pero est¨¢ censada en Madrid¡±, contin¨²a.
En este puro ejemplo de la Espa?a vac¨ªa, Hyundai ha instalado uno de los coches punteros de su programa Vive, con el que pretenden llevar este transporte compartido a peque?as localidades olvidadas. ¡°La iniciativa est¨¢ pensada para pueblos de 300 o 400 habitantes sin transporte p¨²blico, m¨¦dico, farmacia ni servicios. Queremos ayudar a cambiar la movilidad en estas zonas, que son las m¨¢s aisladas, para luchar contra la despoblaci¨®n¡±, se?ala Juanjo Mart¨ªnez, portavoz de la compa?¨ªa. ¡°100% el¨¦ctrico, 100% rural¡±, dice su lema.
Cualquier municipio puede instalar uno de estos coches, el¨¦ctricos puros y con una autonom¨ªa de hasta 460 kil¨®metros. El Ayuntamiento se tiene que comprometer a tenerlo durante un a?o. Los primeros tres meses son gratis y luego el Consistorio debe pagar un alquiler mensual (de entre 600 y 900 euros) y decidir cu¨¢nto pagan los residentes que lo usen, que puede ir desde la gratuidad a los tres o cuatro euros por hora. Por ahora, est¨¢n en 33 municipios (esperan llegar al centenar en un a?o) y tienen 5.600 socios.
Bolla¨ªn explica c¨®mo se mueven en Ill¨¢n de Vacas. ¡°Aqu¨ª hace falta coche para todo, porque no hay ning¨²n servicio. Hay que ir a los pueblos cercanos a comprar, al m¨¦dico, al banco o si te apetece tomar una cerveza¡±. Todos los vecinos tienen veh¨ªculo propio, pero adem¨¢s comparten el de Vive. ¡°Lo usamos todos los d¨ªas, porque al ser el¨¦ctrico es m¨¢s barato. Y lo compartimos, nos acompa?amos unos a otros para ir a los cercanos Cebolla o Los Cerralbos. Es un veh¨ªculo ideal. De hecho, en este coche cabe el pueblo entero¡±.
No es la ¨²nica iniciativa para llevar este tipo de veh¨ªculos a la Espa?a olvidada. Comienzan a germinar cooperativas de movilidad que suman a la sostenibilidad un fin de transformaci¨®n social. Una de ellas es Alterna, que ha instalado veh¨ªculos en varios pueblos valencianos, entre ellos Albalat dels Sorells (unos 4.000 habitantes). ¡°No nos gusta el carsharing en el centro de las grandes ciudades porque quita viajes al transporte p¨²blico. Nosotros queremos que nuestros socios se muevan a pie, en bici, en metros o autobuses, y que solo usen el coche cuando necesitan hacer un viaje largo¡±, se?ala Vicen Garcia i Mart¨ª, miembro de Alterna.
Cooperativas de movilidad sostenible
El municipio en el que surgieron est¨¢ bien conectado con Valencia ¡ªtiene estaci¨®n de metro¡ª, por lo que la idea es que sus veh¨ªculos no se empleen para llegar a la capital, sino para enlazar pueblos cercanos con peor comunicaci¨®n o para realizar viajes de fin de semana. Otra diferencia con los servicios presentes en las grandes urbes es que los veh¨ªculos no se pueden quedar en la calle. ¡°No queremos ocupar espacio p¨²blico, sino que las calles sean para los peatones. Nuestros coches se tienen que recoger y dejar siempre en el mismo aparcamiento¡±, dice Garcia. Por ahora, tienen seis veh¨ªculos (en Albalat, Paiporta y Valencia) y 450 socios.
El portavoz de la entidad social se?ala que los socios suelen jubilar sus autom¨®viles en cuanto usan el servicio: ¡°Por cada coche que ponemos en funcionamiento quitamos 10 o 15 de la calle. De hecho, yo mismo me deshice del m¨ªo hace tres a?os, cuando entr¨¦ en la cooperativa, y no voy a comprar otro nunca m¨¢s. Esto es el futuro, pero para m¨ª ya es el presente. No necesito un coche propio¡±. Y contin¨²a: ¡°Me ahorro una media de 500 euros al mes entre seguros, reparaciones, combustible y gastos, y solo pago por el uso, entre 50 y 70 euros al mes. Y cuando necesito un coche, recurro a este que es compartido, el¨¦ctrico y no contaminante¡±.
En Espa?a hay ya al menos siete cooperativas similares en Catalu?a, Comunidad Valenciana, Castilla y Le¨®n, Madrid, Navarra, Arag¨®n y Canarias (esta ¨²ltima en proceso). Todas ellas se han asociado en The Mobility Factory, que aglutina a 15 entidades espa?olas y europeas similares en una cooperativa de segundo grado que les facilita una aplicaci¨®n com¨²n para usar el servicio desde el m¨®vil.
La primera en arrancar en Espa?a ¡ªall¨¢ por 2016¡ª y la que m¨¢s socios tiene es la catalana Som Mobilitat, que roza los 3.000 abonados en alrededor de 30 localidades de todos los tama?os. ¡°Nuestro modelo arranc¨® en Matar¨® con el objetivo de replicar el modelo de Som Energia, una cooperativa que busca transformar el modelo el¨¦ctrico y hacerlo m¨¢s democr¨¢tico y sostenible. Queremos lograr lo mismo en cuanto a movilidad, es decir, hacerla m¨¢s sostenible¡±, apunta Ricard Jornet, fundador y coordinador de Som Mobilitat.
Cuentan ya con 62 veh¨ªculos que compran con aportaciones de los socios (que luego reciben una rentabilidad del 3%) y reparten en municipios grandes (como Barcelona o Terrassa) y otros peque?os. La colaboraci¨®n con las entidades locales es fundamental. ¡°Un buen ejemplo es Castellbisbal [Barcelona, unos 12.000 habitantes], donde tenemos dos coches en colaboraci¨®n con el Ayuntamiento. El personal municipal utiliza los coches de lunes a viernes en horario laboral y a la vez ofrece ese servicio para los vecinos las tardes y los fines de semana¡±, dice Jornet.
Tambi¨¦n cuentan con un veh¨ªculo en La Cerella de Ter (Girona, unos 1.900 habitantes). ¡°En los municipios muy peque?os donde la gente depende del coche para todo nuestro servicio puede ser una ayuda para que las familias abandonen el segundo coche, pero dif¨ªcilmente abandonar¨¢n todos, porque nuestro uso ¨®ptimo es coger el coche entre cuatro y ocho veces al mes¡±, reconoce el portavoz de la cooperativa.
Y considera que su servicio es diferente: ¡°El carsharing tradicional es un negocio en manos de fondos de inversi¨®n que se van en cuanto se tuercen los n¨²meros, como ha pasado en Valencia. Nuestro servicio es mucho m¨¢s resiliente y colaborativo, porque queremos mejorar la calidad de vida de las personas, las que usan el servicio y las que no, y que haya menos coches en las ciudades. No nos vamos a ir¡±.
De vuelta en Ill¨¢n de Vacas, Javier Bolla¨ªn mira orgulloso su flamante coche negro el¨¦ctrico. ¡°Cada vez que vamos a otro municipio la gente lo mira, les llama la atenci¨®n y me preguntan por ¨¦l, seguro que se va a instalar en m¨¢s sitios¡±, comenta. Y saca el orgullo tambi¨¦n para hablar de su terru?o: ¡°En los pueblos se vive muy bien, aqu¨ª pasamos el confinamiento sin apuro. Creo que cada vez va a haber m¨¢s inter¨¦s de la gente por irse al campo, las grandes ciudades son una pesadilla¡±. Y los coches el¨¦ctricos llegan tambi¨¦n a los caminos de tierra.
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