Los holandeses llevan d¨¦cadas luchando por alejar el agua: ahora intentan retenerla
La peor sequ¨ªa del siglo plantea a los Pa¨ªses Bajos un nuevo reto, el de almacenar los recursos h¨ªdricos
En un lugar como Pa¨ªses Bajos, acostumbrado a protegerse del mar, hablar de gran sequ¨ªa supon¨ªa remontarse a 1976, fecha que pas¨® a los anales como el a?o m¨¢s seco del siglo XX. Con el cambio de clima, sin embargo, 2022 ocupa ya esa plaza en lo que llevamos del siglo XXI, seg¨²n el Real Instituto Meteorol¨®gico (KNMI, en sus siglas neerlandesas). La falta de lluvia y los efectos de la evaporaci¨®n quedaron patentes durante el verano, con estanques y r¨ªos consumidos, prados amarillentos y ¨¢rboles y arbustos muertos. Pero el mayor problema radica en las aguas subterr¨¢neas, que no se reponen con unos pocos aguaceros. La situaci¨®n se vuelve estructural por falta de recarga h¨ªdrica natural, y ello entorpece las labores agr¨ªcolas, da?a la naturaleza y repercute en la econom¨ªa. En agosto pasado, el Gobierno declar¨® oficialmente que hab¨ªa ¡°escasez de agua¡± y pidi¨® mesura en su uso a la ciudadan¨ªa. El KNMI se?ala que las precipitaciones no han recuperado su ritmo habitual, y sus expertos calculan que en las pr¨®ximas d¨¦cadas dicha tendencia ser¨¢ m¨¢s acusada. La gesti¨®n del agua, una tarea llevada a cabo con tanta precisi¨®n como constancia por los holandeses, pasa ahora por almacenarla para su uso posterior. Y esto es un reto de otra ¨ªndole.
Con un 60% del territorio susceptible a las inundaciones, y un 26% del pa¨ªs bajo el nivel del mar, los diques, dunas y compuertas suman 3.500 kil¨®metros de l¨ªnea de defensa principal frente a las embestidas del agua. Su mantenimiento y renovaci¨®n es una tarea constante, y la gesti¨®n no suele generar diferencias pol¨ªticas. Antes al contrario, conforma la imagen cl¨¢sica del pa¨ªs en su lucha contra el agua: hay que repelerla, drenarla, bombearla, achicarla, si es preciso, para mantener un paisaje creado casi a mano. Al mismo tiempo, avanza un cambio clim¨¢tico que alterna sequ¨ªas con grandes lluvias que desbordan los r¨ªos, y la mayor temperatura provoca la subida del nivel del mar. Este verano de 2022 ha sido el m¨¢s caluroso de Europa hasta la fecha, seg¨²n el registro llevado a cabo por el Servicio de Cambio Clim¨¢tico de Copernicus, en nombre de la Comisi¨®n Europea. ¡°De modo que ya no podemos seguir drenando toda el agua y dejar que se vaya libremente al mar, para mantener la tierra seca. Hay que utilizarla de forma m¨¢s adecuada¡±, dice, al tel¨¦fono, Maarten Kuiper, hidr¨®logo de la compa?¨ªa de ingenier¨ªa Dareius.
Los periodos de sequ¨ªa marcan a¨²n m¨¢s si cabe las dos partes geogr¨¢ficas de Pa¨ªses Bajos. Se trata de los terrenos de zonas altas ¡ªsituadas al este y el sur¡ª y las zonas bajas ¡ªubicadas al norte y el oeste¡ª. No corresponden a una l¨®gica de arriba (norte) y abajo (sur) con el mapa en la mano, ¡°y en las partes bajas, los suelos de arcilla y turba se hunden m¨¢s deprisa con el cambio de clima porque el agua subterr¨¢nea se seca¡±, explica Kuiper. La turba es el carb¨®n formado por la descomposici¨®n de vegetales, y la acci¨®n humana y el clima causan el declive del suelo. En su estado natural, las turberas protegen tambi¨¦n el almac¨¦n de agua dulce del pa¨ªs, necesario para los cultivos y el agua de consumo humano. ¡°Pero la turba se seca cada vez m¨¢s en verano y la tierra se hunde, y la diferencia entre el nivel del suelo y el nivel del mar es mayor. Debido a ello, hay mayor salinizaci¨®n, porque el agua marina entra por v¨ªa subterr¨¢nea en los p¨®lderes de las zonas bajas, y necesitamos mucha agua dulce para limpiarla. Y en verano no tenemos tanta¡±, dice. Un p¨®lder es el terreno desecado y habitable donde hay tambi¨¦n cultivos, ¡°y en las zonas bajas hay m¨¢s peligro de inundaci¨®n no solo por el hundimiento del suelo y la subida del nivel del mar, sino tambi¨¦n por los cambios en el caudal fluvial¡±. ¡°Hay que pensar en el futuro de los diques y en d¨®nde construiremos m¨¢s casas¡±, sigue el experto. No ser¨¢ f¨¢cil, porque el oeste del pa¨ªs est¨¢ en la zona baja ¡ªcon ciudades como R¨®terdam y ?msterdam¡ª y es una zona densamente poblada de gran actividad econ¨®mica. ¡°Me pregunto si edificaremos m¨¢s y m¨¢s en las regiones de la parte de tierra alta del pa¨ªs, donde ahora vive menos gente. Para eso, ser¨¢ necesario un cambio social, y es preciso construir siguiendo el ciclo circular del agua¡±, que se reutiliza y recupera.
En el centro de Pa¨ªses Bajos hay un lago artificial, el IJsselmeer. Fue creado en 1932 a base de cerrar el mar interior (Zuiderzee) con un dique llamado Afsluitdijk, y sirve de reserva de agua dulce para el consumo humano y la agricultura. ¡°El agua fluye hacia las zonas bajas porque el lago est¨¢ un poco m¨¢s alto que los p¨®lderes, pero el lago est¨¢ conectado con los r¨ªos que lo alimentan, y esa descarga est¨¢ bajando durante el est¨ªo. En el futuro, tendremos que decidir c¨®mo guardar el agua, as¨ª como preservar su calidad¡±, apunta Kuiper. Una de las posibilidades barajadas por el Gobierno es subir el nivel del IJsselmeer y hacerlo m¨¢s din¨¢mico. El flujo es controlado por las autoridades que gestionan las aguas. Aunque suene sencillo, ello implicar¨ªa reforzar los diques actuales. Otra opci¨®n ser¨ªa, seg¨²n ¨¦l, optimizar el uso de otras aguas, como las residuales. ¡°El municipio y las autoridades pertinentes las recogen, depuran y lanzan al mar. Con unas pocas adiciones, podr¨ªan usarse para la agricultura y la industria. Y, claro, tendr¨ªamos que ser capaces de usar mejor el agua para vivir con menos¡±.
Matthijs Kok, experto en la evaluaci¨®n y gesti¨®n de los riesgos de inundaciones, en la Universidad Tecnol¨®gica de Delft, considera que es preciso afrontar sin dilaci¨®n la posibilidad de que haya menos agua en el futuro. A pesar de las grandes inundaciones registradas al sur de Pa¨ªses Bajos en 2021, ¡°el agua que est¨¢ disponible en el nivel fre¨¢tico en las zonas altas de Pa¨ªses Bajos -cerca de un 40% del pa¨ªs- durante el verano, tendr¨¢ que ser mejor almacenada dentro de la tierra para que sirva durante las sequ¨ªas¡±, asevera. Tambi¨¦n aboga por modificar en parte el uso del suelo, ¡°tal vez en un 5%, y pasar a tener m¨¢s naturaleza y menos parcelas agr¨ªcolas, para mantener mejor el manto fre¨¢tico¡±. Hay experimentos del Instituto para la Investigaci¨®n del Agua (KWR, en sus siglas neerlandesas) con suelos m¨¢s h¨²medos donde pueda crecer, por ejemplo, la espada?a. Es una planta herb¨¢cea que puede utilizarse como material de construcci¨®n. La peor sequ¨ªa desde el punto de vista de la evaporaci¨®n fue la de 1976, pero ahora los periodos secos son m¨¢s frecuentes. ¡°En el pasado, pod¨ªa ocurrir una vez en 20 a?os. Ahora, quiz¨¢ veamos uno en cada d¨¦cada, de promedio, y hay que preservar el equilibrio entre estar a salvo y el agua que tenemos. A veces no hay suficiente para la agricultura, y los granjeros est¨¢n ya bajo presi¨®n para reducir la caba?a ganadera porque las grandes explotaciones no son sostenibles. El uso de la tierra no puede separarse del cambio de clima, y las grandes necesidades del campo pueden cambiar en el futuro¡±, apunta.
Hasta la fecha, las etapas de sequ¨ªa no han modificado en gran medida el volumen de agua que Pa¨ªses Bajos lanza al mar. Y eso es algo que Bas Jonkman, catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa Hidr¨¢ulica en la misma universidad de Delft quiere subrayar. ¡°Incluso durante el pasado verano seco, la descarga al mar del Rin fue de 700.000 litros por segundo. Eso hay que cambiarlo¡±. Le parece dif¨ªcil a corto plazo, pero indica que a partir de 2050, ¡°necesitaremos una soluci¨®n que proteja de la subida del nivel del mar y permita el almacenaje de agua dulce, y contenga la entrada de agua salada¡±. Una de las ideas evaluadas es la construcci¨®n de una presa cerca de R¨®terdam, cuyo puerto es el mayor de Europa. Sus instalaciones tienen una conexi¨®n abierta con el Mar del Norte por un canal de navegaci¨®n que es la desembocadura artificial del r¨ªo Rin. Franquea el paso de los barcos y le permite competir con el puerto belga de Amberes, que presenta un enlace similar con el mar a trav¨¦s de r¨ªo Escalda.
Jonkman dice que ante la mezcla de cambio de clima, sequ¨ªa y subida del nivel del mar, ¡°se puede ser pesimista, y decir que en los pr¨®ximos a?os ser¨¢ mejor no construir casas en el oeste del pa¨ªs, proclive a las inundaciones¡±. ¡°Yo prefiero un enfoque m¨¢s optimista. Se espera una subida del nivel del mar de un metro en este siglo, y creo que se puede contener. Pueden actualizarse las estaciones de bombeo y elevar la altura de los diques dos o tres metros sin necesidad de sustituirlos¡±, cuenta. Para apoyar su tesis recuerda que, desde los a?os cincuenta, las defensas contra las tormentas se han subido ya 5 metros en Zelanda, al suroeste del pa¨ªs. ¡°Un metro m¨¢s es factible, sin olvidar que ya se ha dado m¨¢s espacio a los r¨ªos para que puedan inundar, de forma controlada, zonas designadas, evitando desbordamientos¡±. En 1953, unas desastrosas inundaciones provocadas por una tormenta del noroeste combinada con una marea viva, causaron 1.836 muertos en Pa¨ªses Bajos. Tambi¨¦n se ahogaron decenas de miles de animales, y es el mayor desastre natural holand¨¦s del siglo XX.
La posible presa de R¨®terdam cambiar¨ªa el equilibrio natural en los alrededores de la ciudad, en particular en el parque natural de Biesbosh, un importante humedal, ¡°y habr¨¢ que ver si es aceptable, aunque est¨¢ claro que necesitamos un plan si suben el mar y el caudal de los r¨ªos¡±, recuerda Matthijs Kok. Se pregunta si habr¨¢ tiempo suficiente para aplicar las medidas necesarias, y califica la situaci¨®n actual de ¡°reto, aunque sabemos desde hace 15 a?os que este problema se acerca¡±. ¡°La tendencia pol¨ªtica esa adaptarse, pero ello puede implicar que se pospongan grandes medidas que requieren tiempo para su aplicaci¨®n¡±, recalca. Bas Jonkman coincide en la necesidad de que la gente cambie de actitud, ¡°porque se tiende a pensar que ya pagamos impuestos y el Gobierno se ocupa de todo¡±. Ambas zonas, la alta y la baja, tienen problemas, ya sea por culpa del mar o de los grandes r¨ªos, ¡°y se pueden hacer muchas cosas, desde construir de otro modo a concienciar en las escuelas de que el cambio de clima no es un modelo de ordenador, sino una realidad¡±, afirma este ingeniero.
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