Las cocinas de gas prenden la ¨²ltima guerra entre dem¨®cratas y republicanos en Estados Unidos
Nueva York proh¨ªbe los fogones y calderas alimentadas por combustibles f¨®siles en los edificios nuevos mientras los republicanos intentan legislar contra medidas semejantes en el pa¨ªs
Las guerras culturales que desgarran EE UU se han colado hasta la cocina. La prohibici¨®n por parte del Estado de Nueva York de fogones y calderas de gas en los edificios de nueva construcci¨®n ha puesto en pie de guerra a los republicanos, que consideran que esta medida atenta contra la libertad de elegir y especialmente contra los intereses del sector. Hasta la Casa Blanca, que tampoco comparte la decisi¨®n aunque por otros motivos, ha salido al paso del debate mediante un comunicado de la Oficina de Gesti¨®n y Presupuestos, el brazo ejecutivo de la presidencia.
En el ¨²ltimo presupuesto de Nueva York, aprobado a primeros de mayo, los dem¨®cratas, que controlan el Capitolio estatal, adoptaron dos propuestas para poner fin a la dependencia de los combustibles f¨®siles y luchar contra el cambio clim¨¢tico. La primera es la prohibici¨®n del uso de dichos combustibles para calefacci¨®n y cocinas en las nuevas construcciones, la primera iniciativa estatal en el pa¨ªs. No va a ser un remedio instant¨¢neo: la ley entrar¨¢ en vigor en los edificios de menos de siete plantas a partir de 2026, mientras que los bloques de mayor altura tendr¨¢n hasta 2029 para implementarla. No afectar¨¢ a las viviendas existentes y se prev¨¦n excepciones para la industria, los generadores de emergencia y los hospitales, entre otros. La otra medida prev¨¦ impulsar la construcci¨®n y explotaci¨®n de instalaciones de energ¨ªas renovables para reducir las emisiones en un 85% para 2050.
M¨¢s del 60% de los hogares estadounidenses ya utilizan electricidad para cocinar ¡ªaunque Nueva York no alcanza ese porcentaje¡ª, mientras la Administraci¨®n de Joe Biden ha propuesto ampliar las normas de eficiencia de las cocinas de gas, con un ahorro energ¨¦tico estimado en 100 millones de d¨®lares para la poblaci¨®n, adem¨¢s de los beneficios ambientales y de salud. Pero los representantes republicanos Kelly Armstrong (Dakota del Norte) y Debbie Lesko (Arizona) han contraatacado con sendos proyectos de ley, apoyados por cinco y 63 legisladores respectivamente.
S¨®lo la denominaci¨®n de sus iniciativas ilustra el grado de encono que provoca un debate aparentemente banal sobre el uso de las cocinas en un pa¨ªs en el que, adem¨¢s, gana por goleada el consumo de comida preparada, m¨¢s asequible que la hecha en casa (una tendencia que se manifiesta tambi¨¦n en las cifras de inflaci¨®n). El proyecto de ley que promueve Armstrong, el H.R. 1615, lleva por t¨ªtulo Protecci¨®n de las cocinas de gas y Ley de la Libertad (la llamada Freedom Act hered¨® en 2015 la mayor¨ªa de las provisiones de la famosa Patriot Act, que tras el 11S consagr¨® la lucha global contra el terrorismo). El segundo borrador, el H. R. 1640, se titula simplemente Salvad nuestras cocinas. La denominaci¨®n resulta desmedida en opini¨®n de los dem¨®cratas, aunque no todos: los que tienen intereses en la industria del gas, como el d¨ªscolo senador centrista Joe Manchin, ven con buenos ojos cualquier recurso legal o administrativo para sortear la prohibici¨®n.
Hace tres semanas, la Oficina de Gesti¨®n y Presupuestos de la Casa Blanca sali¨® al paso de las intenciones culinarias de los republicanos en el Congreso. ¡°Aunque la Administraci¨®n ha dejado claro que no apoya ning¨²n intento de prohibir el uso de cocinas y calderas de gas, se opone firmemente a las leyes H.R. 1615 y H.R. 1640¡å, reza el comunicado publicado el 6 de junio. La Administraci¨®n dem¨®crata defiende el uso dom¨¦stico del gas por ¡°las decisiones de la Comisi¨®n para la Seguridad de los Productos de Consumo, basadas en la ciencia y [destinadas] a ayudar a los estadounidenses a reducir sus facturas de energ¨ªa¡±, por lo que rechaza las propuestas republicanas. Pero tambi¨¦n, veladamente, la de sus correligionarios neoyorquinos: en una nueva vuelta de tuerca a la tradicional tirantez entre dem¨®cratas de Washington y dem¨®cratas de Nueva York, la Casa Blanca rechaza cualquier intento de prohibici¨®n, incluida la de los suyos.
Contaminaci¨®n en los hogares
Un equipo de cient¨ªficos de Stanford se ha embarcado recientemente en una gira por apartamentos de Nueva York para conocer el alcance de la contaminaci¨®n y c¨®mo esta fluye de una habitaci¨®n a otra en los hogares. Forma parte de un estudio en 10 ciudades, en cooperaci¨®n con grupos ambientales locales, que ya ha constatado c¨®mo los contaminantes pueden llegar r¨¢pidamente a salones y dormitorios, a veces mucho m¨¢s all¨¢ de los fuegos que los generan. La medici¨®n demostr¨® un aumento de las concentraciones de di¨®xido de nitr¨®geno, as¨ª como de la de benceno, una sustancia carcin¨®gena. Seg¨²n un estudio publicado a finales del a?o pasado, las estufas de gas pueden estar relacionadas con casi el 13% de los casos de asma infantil en EE UU. Es decir, que la contaminaci¨®n por gas incide tanto en el cambio clim¨¢tico como en la salud p¨²blica.
Durante d¨¦cadas, bajo la direcci¨®n del Congreso, las normas de eficiencia de los electrodom¨¦sticos han reducido sustancialmente las facturas de energ¨ªa de la iluminaci¨®n, aires acondicionados, frigor¨ªficos y otros aparatos, explica el comunicado de la Oficina. ¡°Los consumidores de todos los Estados han ahorrado cientos de d¨®lares al a?o en facturas de servicios p¨²blicos como resultado de estas normas de eficiencia y para 2030 se espera que el ahorro acumulado en facturas de servicios p¨²blicos para los consumidores supere los dos billones de d¨®lares¡±. A los dem¨®cratas de la Casa Blanca les interesa electoralmente reducir el precio de la energ¨ªa para el consumidor -en m¨¢ximos el a?o pasado, por la guerra de Ucrania- en vez de proponer medidas de m¨¢ximos como la prohibici¨®n del gas.
El refuerzo de la eficiencia por parte del Gobierno federal y la prohibici¨®n de Nueva York ha exasperado en fin a los republicanos, polarizando a¨²n m¨¢s el debate. La ¨²ltima semana de mayo, en Washington, convocaron una audiencia del Comit¨¦ de Supervisi¨®n de la C¨¢mara de Representantes ¡°para examinar el asalto normativo de la Administraci¨®n de Biden a las cocinas y calderas de gas de los estadounidenses¡±. La respuesta fue el comunicado de la Casa Blanca, enarbolando el papel neutral y regulador de la Comisi¨®n para la Seguridad de los Productos de Consumo (en comparaci¨®n con los niveles y el n¨²mero de negociados de la Administraci¨®n estadounidense, la extinta burocracia sovi¨¦tica quedar¨ªa en mantillas).
La llama anaranjada de la combusti¨®n se ha convertido en nuevo casus belli, m¨¢xime en v¨ªsperas de las primarias para las presidenciales de 2024. Pero el escenario rebasa ampliamente la lucha pol¨ªtica: la colosal producci¨®n de gas del pa¨ªs, los intereses del sector y sus importantes contribuciones a las campa?as de muchos congresistas, como la senadora exdem¨®crata, hoy independiente, Kyrsten Sinema; incluso el liderazgo occidental de EE UU en la producci¨®n de gas natural licuado -que represent¨® el 40% del consumo del gas europeo el a?o pasado- est¨¢n en juego en los hornillos y las calderas de los hogares. Como si de los quemadores no saliera combustible, sino ideolog¨ªa.
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