Despu¨¦s de la COP28: Transitar, triplicar y participar
El oligopolio de los combustibles f¨®siles se ha visto obligado a aceptar que se enviara una se?al clara hacia un mundo sin petr¨®leo y gas
¡°Transitar¡± y ¡°triplicar¡± son los dos t¨¦rminos que quedar¨¢n de la reuni¨®n de la COP28 que acaba de concluir en Dub¨¢i. ¡°Transitar m¨¢s all¨¢ de las energ¨ªas f¨®siles¡± fue la formulaci¨®n diplom¨¢tica elegida para eludir la contundente demanda de ¡°phasing out fossil fuels¡± de 130 pa¨ªses y numerosos actores econ¨®micos y colectivos socio-ambientales que reclamaban un compromiso definitivo de salida de los combustibles f¨®siles. Triplicar la producci¨®n de energ¨ªas renovables para 2030¡å fue el objetivo concreto publicitado como se?al de cambio de modelo energ¨¦tico, pero sin garantizar una disminuci¨®n proporcional de combustibles f¨®siles. Por eso, aunque nos pueda saber a poco, la palabra ¡°transitar¡± es un innegable logro hist¨®rico: el oligopolio de los combustibles f¨®siles, responsable de cinco millones de muertes al a?o en todo el planeta, se vio obligado a aceptar que se enviara una se?al clara hacia un mundo sin petr¨®leo y gas.
Esta se?al, sin embargo, est¨¢ ¡°mezclada con muchas otras se?ales peligrosas¡±, seg¨²n alert¨® Kaisa Kosonen, jefa de la delegaci¨®n de Greenpeace en la COP28, porque las m¨²ltiples e intencionadas lagunas jur¨ªdicas del texto final dejan la acci¨®n clim¨¢tica en una situaci¨®n todav¨ªa muy vulnerable frente a los intereses creados de los combustibles f¨®siles. Prueba de ello es que, tan s¨®lo dos d¨ªas despu¨¦s del final de la cumbre, Sult¨¢n Al Jaber, pol¨¦mico presidente de la COP28, anunci¨® que ¡°la demanda decidir¨¢¡± y que su propia compa?¨ªa petrolera (ADNOC) seguir¨¢ con sus planes de inversi¨®n en combustibles f¨®siles.
Siendo as¨ª, para que ¡°transitar¡± y ¡°triplicar¡± signifiquen una acci¨®n de descarbonizaci¨®n masiva a la altura de lo que necesitamos, debemos rescatar urgentemente otro t¨¦rmino clave del informe final de la COP28: ¡°participar¡±.
En las resoluciones finales de la COP28, adoptadas en tiempo de descuento y tras dos semanas de negociaciones ag¨®nicas, las partes ¡°reafirman que las soluciones justas y sostenibles a la crisis clim¨¢tica deben estar fundamentadas en un di¨¢logo social significativo y eficaz y en la participaci¨®n de todos los agentes interesados, incluidos los pueblos ind¨ªgenas, las comunidades y los Gobiernos locales, las mujeres, los j¨®venes y los ni?os¡±.
Dicho de otro modo: ¡°el enfoque participativo¡± que la COP28 integra son las medidas de participaci¨®n ciudadana ya presentes en el Acuerdo de Par¨ªs. Pero lo que en 2015, tras la COP21, solo era una declaraci¨®n bienintencionada, algo que Laurence Tubiana, la gran art¨ªfice de la negociaci¨®n del hist¨®rico Acuerdo de Par¨ªs, llam¨® ¡°una anticipaci¨®n racional¡±, se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s real. En los ¨²ltimos diez a?os, han sido muchas las experiencias y los avances que est¨¢n sentando las bases de una nueva gobernanza clim¨¢tica participativa.
As¨ª, este a?o hemos visto c¨®mo en Ecuador, tras m¨¢s de una d¨¦cada de movilizaci¨®n de los colectivos militantes, el pueblo pudo votar sobre la pol¨ªtica extractiva y aprob¨® por refer¨¦ndum la prohibici¨®n definitiva de las prospecciones petrol¨ªferas en el Parque Nacional yasun¨ª. Este voto es un hito hist¨®rico en la acci¨®n clim¨¢tica a nivel internacional, porque ha demostrado que la participaci¨®n institucionalizada de la sociedad civil en su conjunto puede, o, m¨¢s bien, podr¨ªa, emancipar las pol¨ªticas p¨²blicas de la influencia de los lobbies del petr¨®leo y de las industrias extractivistas.
De manera m¨¢s global, se est¨¢ construyendo paso a paso un nuevo enfoque democr¨¢tico que articula los derechos de la naturaleza, los de la ciudadan¨ªa a vivir en un entorno saludable y seguro (catalogado por la ONU, en 2022, como derecho humano universal) y el derecho a la participaci¨®n ciudadana vinculante en la definici¨®n misma del Estado. En Chile, el proceso constitucional, nacido a ra¨ªz del estallido social de 2019 que llev¨® a desplazar la COP25 a Madrid, promovi¨® la idea de un ¡°Estado ecol¨®gico de derecho¡± que intent¨® colocar por primera vez la participaci¨®n ciudadana en el centro de las instituciones y dentro de los mecanismos reforzados de protecci¨®n ambiental. Tambi¨¦n en Europa, de manera distinta pero en cualquier caso tambi¨¦n muy esperanzadora, el ¡°enfoque participativo¡± que asent¨® el Acuerdo de Par¨ªs est¨¢ abri¨¦ndose paso, con todo el viento en contra en un contexto pol¨ªtico muy dif¨ªcil.
Est¨¢ sucediendo: tras la ola de movilizaciones populares de 2018, en diez pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a, se organizaron por primera vez asambleas ciudadanas por el clima para orientar la transici¨®n ecol¨®gica y la transformaci¨®n profunda de nuestras sociedades. En cada una de estas asambleas, sus integrantes, elegidos por sorteo, han tenido la oportunidad de acceder a una informaci¨®n objetiva y contrastada procedente de distintas esferas del conocimiento cient¨ªfico, econ¨®mico y social con el fin de deliberar y proponer soluciones que permitan alcanzar un objetivo de descarbonizaci¨®n preciso y calendarizado, abarcando la agricultura y la alimentaci¨®n, la edificaci¨®n, la movilidad y el transporte, la energ¨ªa o los servicios sociales. Adem¨¢s, estas asambleas han brindado a las organizaciones ambientales una nueva palanca, una nueva caja de resonancia y un nuevo canal de comunicaci¨®n con el conjunto de la sociedad. A ra¨ªz de estas experiencias, en el norte y centro de Europa, incluida Francia, el tercer sector ya reclama la participaci¨®n ciudadana efectiva y permanente, para que la sociedad pueda tener un ¡°voto clim¨¢tico¡± participativo plenamente integrado a la democracia representativa, tal y como viene recomendando el Consejo de Europa desde 2021.
En Espa?a, la Asamblea por el Clima, organizada en 2022 por el ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica a iniciativa de Teresa Ribera, ha sido decisiva para empezar a incorporar la participaci¨®n ciudadana como parte importante de la acci¨®n clim¨¢tica en nuestro pa¨ªs, a pesar de sus carencias organizativas, el escaso seguimiento de los medios de comunicaci¨®n generalistas y la ambig¨¹edad de los objetivos que se le marcaron. Las posteriores asambleas organizadas a nivel auton¨®mico, primero en Baleares y estos d¨ªas en Catalu?a, han sabido sacar partido de las lecciones aprendidas, impulsando a todos los actores sociales a asumir un papel relevante en una nueva cultura de democratizaci¨®n profunda de la acci¨®n clim¨¢tica.
En Europa, este compromiso con la democracia participativa y con la acci¨®n clim¨¢tica nunca hab¨ªa sido tan urgente y necesario como hasta ahora. En un contexto de crisis m¨²ltiples y de explosi¨®n de las desigualdades, el negacionismo y el retardismo clim¨¢tico est¨¢n avanzando de manera muy alarmante en las instituciones de gobierno de la mano de algunos partidos pol¨ªticos, sin que ese giro sea reflejo de una demanda ciudadana. Los m¨²ltiples ataques a la Agenda 2030 durante la ¨²ltima campa?a legislativa en Espa?a y, a nivel europeo, la criminalizaci¨®n de los colectivos ambientales no violentos o la coalici¨®n reciente para intentar bloquear el Pacto Verde en la Comisi¨®n Europea, han enviado se?ales muy preocupantes de cara a las elecciones europeas que se celebrar¨¢n en junio de 2024.
Aun as¨ª, una encuesta reciente demuestra que en realidad no existe un electorado anticlim¨¢tico: el 80% de la poblaci¨®n europea considera que la crisis clim¨¢tica es la mayor amenaza actual y acepta con aplastante mayor¨ªa los cambios necesarios, incluso la reducci¨®n planificada del consumo, siempre que sea de manera justa y socialmente equitativa. Un sondeo realizado por el Banco Europeo de Inversi¨®n (BEI) muestra que en Espa?a, concretamente, un 59% de los encuestados se declara favorable a un sistema de presupuesto de carbono que asigne a cada persona un n¨²mero fijo de cr¨¦ditos anuales para gastar en art¨ªculos con una huella de carbono elevada (bienes no esenciales, vuelos a¨¦reos, etc.), sin menoscabo de otras medidas que deben tomarse.
Esta es la ciudadan¨ªa en Europa, lo que el fil¨®sofo Bruno Latour llamaba ¡°el pueblo clim¨¢tico¡±. Su participaci¨®n directa y cada vez m¨¢s efectiva es absolutamente necesaria para alinear las pol¨ªticas p¨²blicas con el inter¨¦s ciudadano, orientar a los decisores sobre las rutas de descarbonizaci¨®n y de desarrollo de las energ¨ªas renovables respaldadas por la ciudadan¨ªa y hacer realidad la eliminaci¨®n r¨¢pida, equitativa y bien financiada de los combustibles f¨®siles, hacia la creaci¨®n de una sociedad postcarbono m¨¢s justa y democr¨¢tica.
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