Jes¨²s Garz¨®n, pastor trashumante y defensor de la naturaleza
Este naturalista y referente de los conservacionistas en Espa?a era una enciclopedia andante con un conocimiento deslumbrante sobre todo lo que le rodeaba
La v¨ªspera de nochebuena nos dej¨®, a los 77 a?os, Jes¨²s Garz¨®n, si es que pueden irse los sabios, los h¨¦roes o los poetas, porque todo eso era Suso para los defensores del medio ambiente. Un conservacionista y naturalista ¨²nico, forjado al aire libre y acostumbrado a dormir bajo las estrellas, ense?ado desde joven junto al fuego de guardas y pastores, ilustrado y culto como pocos y un verdadero cum laude en la universidad de la naturaleza.
Recuerdo con nitidez una conversaci¨®n que, siendo yo muy joven ¡ªhace m¨¢s de 30 a?os¡ª, tuvimos en Extremadura junto a una humilde zarza y en la que Suso, que era capaz como nadie de atraparte con esa voz grave y pausada, me convenci¨® de que la zarza no ten¨ªa nada de humilde. Me explic¨® con tono apasionado que la zarza era un prodigio de la naturaleza, que fijaba el suelo junto al agua, que era la despensa de las currucas del norte cuando migraban y una verdadera fortaleza armada donde encontraban refugio los conejos que el lince cazaba. Y termin¨® con unos versos sobre las moras y una receta para hacer la mermelada. As¨ª era Suso, una enciclopedia andante con un conocimiento deslumbrante sobre todo lo que le rodeaba, capaz de interpretar un paisaje solo con una mirada, conectando las tramas invisibles de la naturaleza con siglos de historia humana y con la cultura popular que lo rodeaba.
En los a?os setenta, cuando solo sal¨ªan al campo los que en ¨¦l habitaban, Suso recorri¨® con el apoyo de WWF palmo a palmo sierras y llanos de aquella Espa?a a¨²n salvaje e inexplorada en busca de los ¨²ltimos linces, lobos, osos, urogallos, avutardas y las escasas parejas de ¨¢guila imperial que a¨²n quedaban, casi extintas y acorraladas por una sociedad inculta que a¨²n las consideraba simples alima?as. Ese conocimiento pionero permiti¨® poner en marcha las primeras medidas para su conservaci¨®n y le hizo merecedor desde muy joven de la amistad de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente y del respeto de los mejores bi¨®logos y cient¨ªficos, asombrados por el extraordinario conocimiento de la vida salvaje que demostraba.
A mediados de los setenta, mientras exploraba las sierras extreme?as y subido al castillo de Monfrag¨¹e, descubri¨® c¨®mo las excavadoras del Instituto Nacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (ICONA) arrasaban las laderas d¨®nde el r¨ªo Tajo se junta con el Tietar, arrancando alcornoques, acebuches y jaguarzos para sustituir el bosque aut¨®ctono por mon¨®tonos eucaliptales. Suso lo dej¨® todo y se traslad¨® a vivir con Isabel, su compa?era de viaje, y sus hijos, al coraz¨®n de Monfrague y se entreg¨® en cuerpo y alma a una verdadera cruzada dentro y fuera de Espa?a hasta conseguir detener los aterrazamientos y la declaraci¨®n de Monfrag¨¹e como parque natural en 1979. Con toda seguridad, ese templo de la biodiversidad mediterr¨¢nea del que nos enorgullecemos hoy no existir¨ªa sin su determinaci¨®n y coraje.
En 1984, fue nombrado Director General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, haciendo historia al ser el primer conservacionista en dirigir una administraci¨®n y lograr situar a esta desconocida regi¨®n en lo m¨¢s alto del mapa de la biodiversidad de Europa. Pero tres a?os despu¨¦s abandon¨® los despachos para volver al activismo y al campo. Porque Suso fue un conservacionista que particip¨® en la fundaci¨®n y la vida de algunas de las principales organizaciones de defensa de la naturaleza de nuestro pa¨ªs, como WWF, Seo/Birdlife, ADENEX en Extremadura, ARCA en Cantabria, la CODA o el Fondo Patrimonio Natural, que en esos a?os de desarrollismo libraron infinidad de batallas para salvar de las m¨¢quinas y el cemento muchas de las joyas naturales con las que por suerte hoy contamos en Espa?a. Suso fue un maestro y un referente para muchas de las personas que hoy lideramos la defensa del medio ambiente y que tuvimos la suerte de conocerle y aprender de ¨¦l.
Defensor de la trashumancia
Pero por lo que probablemente ser¨¢ m¨¢s recordado es por su lucha para recuperar las v¨ªas pecuarias, la ganader¨ªa extensiva y defender a los ¨²ltimos trashumantes frente al arrollador modelo actual basado en una ganader¨ªa industrial, insostenible y desarraigada. Por el contrario, Suso defend¨ªa a ultranza el pastoreo estacional como una pieza clave, totalmente actual, de nuestra cultura y nuestra historia que hab¨ªa que rescatar. Y nuestros 125.000 kil¨®metros de v¨ªas pecuarias los defend¨ªa como una infraestructura ¨²nica en el mundo y un arma estrat¨¦gica para mitigar el cambio clim¨¢tico y adaptarnos a los impactos que est¨¢n por llegar, para producir alimentos de calidad reduciendo el consumo de agua, piensos y energ¨ªa, y para combatir el abandono rural y el desmoronamiento de la cultura tradicional. Para ello fund¨® organizaciones conservacionistas enfocadas a este objetivo, como Concejo de la Mesta y Trashumancia y Naturaleza, y se convirti¨® en un pastor m¨¢s que cada a?o se pon¨ªa en marcha al frente del reba?o de ovejas, cabras o vacas para transhumar en busca de nuevos pastos entre Andaluc¨ªa y Teruel o entre las dehesas de Extremadura y los puertos de Le¨®n.
Durante tres d¨¦cadas, con fr¨ªo o calor, sol y nieve, Suso recorri¨® las ca?adas y cordeles de Espa?a para denunciar su urbanizaci¨®n o la invasi¨®n por la agricultura o las carreteras y reclamar la recuperaci¨®n de este bien p¨²blico para el uso y disfrute de toda la sociedad. Por eso cada a?o Suso irrump¨ªa en Madrid atravesando el coraz¨®n de la ciudad con cientos de ovejas y cabras, record¨¢ndonos que todos descendemos de pastores, que la trashumancia es parte de nuestra tradici¨®n colectiva y el derecho ancestral de los reba?os sobre los coches a transitar.
Finalmente, este mes de diciembre la Unesco ha inscrito la trashumancia como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por ¡°contribuir a la inclusi¨®n social, al fortalecimiento de la identidad cultural y a los lazos entre familias, comunidades y territorios¡±, un reconocimiento merecido a la vida de Jes¨²s Garz¨®n y a la de los ¨²ltimos n¨®madas del mundo que a¨²n practican esta forma de vida tan revolucionaria como ancestral.
Hay personas que dejan huella, personas que no se van. Suso siempre estar¨¢ en cada pastor que trashuma, en cada esquila que suena y en cada nueva voz que se alza en defensa de la naturaleza salvaje y de la vida al aire libre y sin domesticar. Descanse en paz.
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