Un grupo de fil¨¢ntropos compra grandes extensiones de tierra en Rumania para crear un ¡°Yellowstone europeo¡±
El plan choc¨® con los recelos de los vecinos, que al principio ¡°sospechaban que hab¨ªamos encontrado oro o uranio¡±, se?ala una de las impulsoras de este parque gigante en los C¨¢rpatos: ¡°No se pod¨ªan imaginar que invirti¨¦ramos tanto dinero para conservar solo la naturaleza¡±
¡°Tiene que ser un proyecto de conservaci¨®n ambicioso¡±, puso como condici¨®n Hansj?rg Wyss, uno de los fil¨¢ntropos ambientalistas m¨¢s importantes del mundo, a Christoph y Barbara Promberger, impulsores de la Fundaci¨®n Conservation Carpathia, para financiar la compra de tierras en Rumania, pa¨ªs que cuenta hoy con el 65% de los bosques v¨ªrgenes de Europa. El prop¨®sito es crear ¡°el Yellowstone europeo¡±, tal como denomin¨® el mayor donante de esta iniciativa ¡ªen alusi¨®n al parque m¨¢s antiguo y famoso de Estados Unidos¡ª, tras contemplar desde un helic¨®ptero la enorme extensi¨®n de las monta?as Fagaras, situadas en el extremo sur de los C¨¢rpatos. Hasta ahora, han comprado ya 27.027 hect¨¢reas en este lugar todav¨ªa salvaje, pero el objetivo es crear un gigantesco espacio protegido de 200.000 hect¨¢reas, tanto como los parques nacionales de Sierra Nevada, Picos de Europa y Do?ana juntos (las tres mayores reservas de Espa?a).
En esta zona de Transilvania se encuentra uno de los ecosistemas de vida silvestre m¨¢s importantes de Europa. Desde lobos y osos pardos ¡ªde estos ¨²ltimos hay m¨¢s de 5.000 en el pa¨ªs¡ª hasta linces y castores deambulan libremente por las laderas boscosas de las monta?as Fagaras, las m¨¢s altas de los C¨¢rpatos meridionales. Y desde hace varios a?os, 80 bisontes fueron reintroducidos dos siglos despu¨¦s de su desaparici¨®n en estos territorios, gracias a un programa de la Fundaci¨®n Conservation Carpathia. Todo comenz¨® cuando el matrimonio Promberger observ¨® a mediados de la d¨¦cada de 2000 la sangrante tala ilegal de ¨¢rboles que todav¨ªa se estaba llevando a cabo en las florestas rumanas, espoleada por la restituci¨®n de los bosques a antiguos propietarios de antes del periodo comunista. Una deforestaci¨®n il¨ªcita que incluso desbord¨® a los parques protegidos por el Estado, como el de Piatra Craiului ¡ªque significa La roca del rey¡ª, uno de los m¨¢s populares por su inmensa variedad de flora y fauna.
¡°Solo si alguien compra estos bosques y se ponen en manos privadas podremos salvarlos, al menos hasta que el Estado se d¨¦ cuenta de la importancia de preservarlos, dej¨® caer en broma el director de un parque nacional¡±, cuenta Barbara Promberger. En ese momento, la bi¨®loga austriaca y su marido Cristoph, un silvicultor alem¨¢n, se lanzaron en la b¨²squeda de fil¨¢ntropos y conservacionistas para recaudar fondos y as¨ª comprar amplias extensiones de bosque para frenar la deforestaci¨®n y, al mismo tiempo, impulsar el ecoturismo en apoyo a las comunidades locales. ¡°Este parque nacional tiene que servir para proteger la naturaleza, pero tambi¨¦n para desarrollar econ¨®micamente las zonas implicadas¡±, se?ala Barbara, que desde hace 30 a?os vive en una diminuta aldea de la provincia de Brasov. Como modelo de conservaci¨®n, se inspiraron en el proyecto Tompkins iniciado en la d¨¦cada de los 90 para recuperar los h¨¢bitats del sur de Chile y Argentina, aunque tambi¨¦n en el del parque nacional de Baviera.
Hasta ahora, han adquirido 27.027 hect¨¢reas, que han incluido en el Cat¨¢logo Nacional de Bosques V¨ªrgenes y Cuasiv¨ªrgenes para protegerlas a perpetuidad, han reforestado casi 2.000 hect¨¢reas y han replantado m¨¢s de cuatro millones de ¨¢rboles j¨®venes como hayas, abetos y arces. En la actualidad, este pa¨ªs de la Europa del Este cuenta con m¨¢s de seis millones de hect¨¢reas de bosque, de las cuales una porci¨®n significativa est¨¢ libre de asentamientos humanos. Pero la tala ilegal ya ha hecho estragos en vastas extensiones. Por este motivo, los guardabosques de la organizaci¨®n patrullan unas 75.000 hect¨¢reas para detener estos actos il¨ªcitos tambi¨¦n en bosques vecinos. El proyecto pretende involucrar a los habitantes de las peque?as localidades, situadas en la falda de las monta?as Fagaras, proporcionando empleos y atrayendo poco a poco a m¨¢s visitantes a la zona, as¨ª como desarrollando programas sociales educativos.
Sin embargo, para crear el Parque Nacional Fagaras se necesita el acuerdo de las autoridades locales afectadas. Es ah¨ª donde la Fundaci¨®n Conservation Carpathia est¨¢ encontrando dificultades. ¡°Estamos en un pa¨ªs poscomunista, por lo que las personas son recelosas de perder sus propiedades otra vez en favor del Estado¡±, explica Barbara, que subraya que el hecho de que se hayan constituido parques nacionales sin infraestructuras ha generado que los habitantes ¡°se hayan quedado con restricciones de acceso y sin beneficios econ¨®micos, lo que ha aumentado el rechazo general¡±. ¡°Solo podemos comprar de la propiedad privada, pero no de los ayuntamientos ni de las asociaciones de propietarios, as¨ª que nuestra estrategia pasa por adquirir lo que podamos y donarlo al Estado solo si crea un parque nacional¡±, apuntala la bi¨®loga.
La percepci¨®n de los aldeanos de las 28 comunidades locales ha cambiado mucho a lo largo de los a?os, pero sigue siendo el principal desaf¨ªo a sortear. Al principio, los residentes prejuzgaban a los miembros de la fundaci¨®n como extranjeros que quieren obtener importantes ingresos a costa de sus terrenos. ¡°Sospechaban que hab¨ªamos encontrado oro o uranio, no se pod¨ªan imaginar que invirti¨¦ramos tanto dinero para conservar solo la naturaleza¡±, se?ala Barbara, quien espera que sus habitantes presenten en cinco o diez a?os una petici¨®n formal al Gobierno rumano para convertir su zona en una de las mayores reservas naturales de Europa.
En cambio, todav¨ªa hay localidades que se resisten. ¡°Creemos que se debe a los lobbies madereros. Desde que se han visto amenazados, estos grupos que cortan ilegalmente los bosques han empezado a crear bulos sobre nosotros, como que vamos a lanzar serpientes desde un avi¨®n, cerrar el acceso a los bosques o cortar los ¨¢rboles¡±, indica Victoria Donos, directora de Comunicaci¨®n y Relaciones con las Comunidades Locales de la Fundaci¨®n Conservation Carpathia. ¡°No entienden que realmente hay alguien que quiere hacer un bien sin ning¨²n inter¨¦s a cambio¡±, prosigue la activista, quien precisa que ser¨¢ un parque sin restricciones, pero con una zona protegida y con otra de desarrollo econ¨®mico.
Como otra medida innovadora, la fundaci¨®n cre¨® su propia asociaci¨®n de cazadores y adquiri¨® los derechos de caza de 80.000 hect¨¢reas para proteger la vida silvestre de algunos, ya que la caza furtiva estaba da?ando especialmente a las manadas de rebecos y ciervos. ¡°Existe una gran oposici¨®n por parte de los cazadores; nos perciben como un peligro porque defendemos una cuota establecida bajo raz¨®n cient¨ªfica para evitar poner en riesgo la fauna y la existencia de una especie¡±, remarca Donos.
En los aleda?os de la comuna de Leresti, que cuenta con unos 4.500 habitantes, se volvieron a introducir 28 bisontes hace dos a?os, lo que permitir¨¢ que se abra en breve un centro de observaci¨®n de este animal con el prop¨®sito de captar a turistas y revitalizar a¨²n m¨¢s la zona. ¡°Con el tiempo, los habitantes han entendido lo que desea hacer Carpathia¡±, apunta Marian Toader, alcalde de Leresti, que asegura que el ¨¢rea se ha convertido en pocos meses en una estaci¨®n tur¨ªstica de inter¨¦s local. La fundaci¨®n ya es propietaria de 3.200 de las 15.000 hect¨¢reas de la comuna, detalla el regidor, que ha podido comprobar c¨®mo se han beneficiado los pueblos perif¨¦ricos del Parque Nacional de Baviera. ¡°Adem¨¢s, nos ha ayudado a alejar a los osos de las casas de los vecinos mediante la construcci¨®n de cercas el¨¦ctricas, un problema que antes se produc¨ªa a diario¡±, concluye Toader.
Puedes seguir a Clima y Medio Ambiente en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.