El avance del siluro, un pez ¡°monstruo¡± de dos metros y 100 kilos que acorrala a otras especies
El depredador, originario de los r¨ªos de Europa central, se encuentra ya en gran parte de las cuencas principales de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y se acerca a Do?ana
¡°El pez no tiene ninguna culpa, los responsables son los que lo han tra¨ªdo aqu¨ª¡±, exclama el pescador Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa mientras observa al inmenso siluro de 1,6 metros de longitud y 25 kilos que acaba de capturar en el pantano de Izn¨¢jar, el primer lugar de la cuenca del Guadalquivir donde apareci¨® la especie en 2011. ¡°Los hay m¨¢s grandes¡±, advierte antes de matarlo, como obliga la ley al ser una especie ex¨®tica invasora. El siluro ¨Del pez de agua dulce de mayor tama?o de Europa, que puede llegar a medir 2,5 metros y pesar 120 kilos¨D, no ha dejado de multiplicarse ni de causar problemas ambientales desde que el bi¨®logo alem¨¢n Roland Lorkowsky introdujo 32 alevines en 1974 procedentes del Danubio en el r¨ªo Segre, en la cuenca del Ebro.
Desde ah¨ª, la especie, que procede de Europa central, ha colonizado gran parte de las cuencas principales de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y se encuentra, al menos, en las del Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, Segura o J¨²car. Esta expansi¨®n ha sido posible debido a que algunos aficionados a su pesca lo han trasladado de un lugar a otro de forma ilegal y sin tener en cuenta las consecuencias ambientales. Hay otros pescadores como Garc¨ªa, presidente de la Asociaci¨®n medioambiental de pescadores del pantano de Izn¨¢jar (Amapila), que intentan frenar estas malas pr¨¢cticas y convencer a sus colegas de los efectos devastadores que provocan en los r¨ªos.
En Izn¨¢jar escasean cada vez m¨¢s el barbo o la boga, especies aut¨®ctonas, y otras introducidas como la carpa o el black bass. ¡°Es una m¨¢quina de triturar que come a diario entre el 2% y el 4% de su peso e incluso se ha detectado que puede atrapar an¨¢tidas y otras aves como cormoranes, de los que hemos encontrado restos en su est¨®mago¡±, apunta en la orilla del embalse Carlos Fern¨¢ndez, catedr¨¢tico de zoolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba y responsable del programa Stop Siluro. Esta investigaci¨®n, impulsada por el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica, persigue conocer el ¨¢rea de distribuci¨®n de la especie en el Bajo Guadalquivir (desde Alcal¨¢ del R¨ªo hasta la desembocadura del Guadalquivir) y desarrollar un plan de gesti¨®n.
A pesar de los da?os que provocan, algunos pescadores han continuado llev¨¢ndolos a otros lugares. Todo ello, a pesar de que su captura solo est¨¢ permitida en las ¨¢reas donde se encontraba antes de la entrada en vigor de la ley de patrimonio natural de 2007, como el pantano de Mequinenza, donde se ha desarrollado un lucrativo negocio alrededor de su pesca. ¡°Quieren tenerlo cerca de donde viven¡±, aclara el presidente de Amapila.
¡°Hay personas que piensan que la introducci¨®n de especies aumenta la diversidad y la riqueza local, pero lo que se produce es una p¨¦rdida global¡±, explica el bi¨®logo y catedr¨¢tico de la Universidad de Gerona, Emili Garc¨ªa-Berthou, experto en peces continentales. Ese nuevo habitante, en este caso el siluro, provoca la desaparici¨®n de comunidades nativas y que la fauna y la flora sean cada vez m¨¢s similares entre pa¨ªses.
Los pescadores de Amapila son conscientes de esta p¨¦rdida de diversidad. ¡°A?oramos los tiempos en los que captur¨¢bamos 20 o 30 barbos, pero ahora, si cogemos uno, nos ponemos tan contentos¡±, comenta Garc¨ªa, mientras mide al siluro que acaba de sacar del agua en Izn¨¢jar. Cuando cogen un ejemplar recopilan la informaci¨®n que est¨¢ a su alcance: tama?o, alimentaci¨®n, si es macho o hembra..., que luego env¨ªan al investigador Carlos Fern¨¢ndez. ¡°Mira, este se ha puesto morado de alburnos [dieta principal de la especie, debido a la cantidad que hay]¡±, se?ala el contenido a medio digerir del est¨®mago. Despu¨¦s los llevan atados con unas cadenas fuera del coche a unos contenedores de basura normales, porque no hay otros.
La asociaci¨®n Amapila cuenta con el permiso de la Junta de Andaluc¨ªa para extraer siluros del pantano y ayudar as¨ª a su contenci¨®n, al igual que existen acuerdos similares con la Asociaci¨®n Piscicola y Ecosistemas Acu¨¢ticos (Acpes). El Gobierno andaluz est¨¢ pendiente de realizar una evaluaci¨®n de los resultados con asesoramiento de la Universidad de C¨®rdoba. Sin embargo, estos pescadores que tratan de solucionar el problema creado por otros se quejan de que lo hacen con sus propios medios. ¡°Lo ¨²nico que hemos recibido de una administraci¨®n fueron unas bolsas mortuorias que nos dio el Ayuntamiento de Rute, pero con dos siluros se llenan y en el coche no puedes meterlos, no te quitar¨ªas el olor nunca¡±, explica Garc¨ªa.
Mientras habla, el siluro, de cabeza, ancha y aplanada, ojos peque?os, dos grandes bigotes, y piel recubierta de mucosa, sigue en el suelo. ¡°Qu¨¦ muerte m¨¢s in¨²til, lo deber¨ªan ver los pescadores que los extienden¡±, se?ala otro de los miembros de Amapila. El siluro puede llegar a modificar la ecolog¨ªa de un lugar, advierte Fern¨¢ndez. En el Guadalquivir, amenaza la zona de cr¨ªa y engorde de numerosas especies de inter¨¦s comercial (boquerones, lubinas, corvinas, cangrejo rojo...) que se explotan en el Golfo de C¨¢diz, indican la investigaci¨®n realizada por Stop Siluro.
Parar la apisonadora, misi¨®n casi imposible
Parar esta apisonadora es una misi¨®n muy complicada. ¡°?C¨®mo acabas con todos los siluros que hay en un pantano de 2.500 hect¨¢reas como el de Izn¨¢jar? ?Tiras granadas ah¨ª en medio¡±, se pregunta Rafael Sereno, miembro de la asociaci¨®n y aficionado a este deporte desde ni?o, cuando acompa?aba a su padre y su t¨ªo. Otros tiempos en los que ¡°se com¨ªa lo que se pescaba¡°.
¡°La ¨²nica soluci¨®n es erradicar la especie a tiempo¡±, plantea el investigador Fern¨¢ndez. Algo que no se hizo en Izn¨¢jar ni en otros tantos lugares. ¡°Es imposible cortar el avance de una especie invasora de la importancia del siluro solo con capturas de pescadores, sin ning¨²n m¨¦todo cient¨ªfico ni planificaci¨®n¡±, a?ade. En la cuenca del Guadalquivir el escenario se complic¨® en 2017, cuando aparecieron dos ejemplares en el r¨ªo Rivera de Huelva, afluente del Guadalquivir, que alguien hab¨ªa soltado. ¡°Tras recopilar datos, hemos comprobado que el problema est¨¢ por todos lados¡±, afirma Fern¨¢ndez. Y lo que es m¨¢s grave, ¡°?por qu¨¦ no va a entrar en Do?ana? Es una cuesti¨®n de tiempo. Quiz¨¢ el h¨¢bitat no sea propicio para la especie y muera, pero mientras tanto estar¨¢ comiendo y da?ando el ecosistema¡±.
Al caer la noche, los siluros se re¨²nen para acorralar a sus presas en un extremo del embalse de Izn¨¢jar. El agua se convierte en un hervidero de peces que huye de sus perseguidores. Se oyen varios ruidosos ¡°pop, pop¡±, similares al descorche de una botella de champ¨¢n. ¡°Est¨¢n comiendo, abriendo sus grandes bocas¡±, se oye la voz experta de Garc¨ªa. Una prueba m¨¢s, de la cantidad que hay.
Los pescadores de Amapila consideran que ni siquiera es un animal atractivo para capturar. ¡°Lo ¨²nico que haces es tirar, tirar, como si le estuvieras quitando el tap¨®n al pantano, no es como el barbo o el black bass, que tira, afloja, le das carrete, hace sus carreras...¡±, describen. Hay otros aficionados, sin embargo, que disfrutan con la lucha para atrapar al inmenso pez y viajan, incluso, desde otros pa¨ªses de Europa y el Reino Unido para capturar alg¨²n ejemplar en los pocos lugares permitidos. Tambi¨¦n existe furtivismo y tr¨¢fico ilegal. En 2019, la Guardia Civil detuvo a 23 personas por la pesca ilegal de 13 toneladas de siluros y carpas en el Ebro, cuyo destino era Ruman¨ªa y otros pa¨ªses del este.
Un desastre para la pesca deportiva
La inquietud se extiende por otros lugares. ¡°Al Tajo le ha afectado much¨ªsimo. Extremadura es un para¨ªso para la pesca en agua dulce, hay truchas, cipr¨ªnidos, peces aut¨®ctonos de todo tipo y el siluro hace mucho da?o¡±, responde Miguel Bonifacio, presidente de la Federaci¨®n Extreme?a de Pesca. El primer ejemplar se descubri¨® en el r¨ªo Tietar, en el embalse de Rosarito. ¡°Te das cuenta de que empiezas a dejar de capturar peces aut¨®ctonos y eso es un desastre para la pesca deportiva, porque se reducen los lugares donde podemos celebrar competiciones, que son las que dejan dinero a los pueblos¡±, plantea.
Para ¨¦l no existe una soluci¨®n una vez que la especie entra. ¡°Es necesario controlar al que lo pesca para meterlo en otro sitio, es un comportamiento analfabeto¡±. Pide a las administraciones que no miren para otro lado. ¡°Los puntos calientes donde la gente va a capturarlos se conocen perfectamente, en cuanto pongan unas multas se acab¨® la historia¡±, concluye.
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