Operaci¨®n salvar al osezno con las patas quemadas en un incendio de Le¨®n
Los especialistas en fauna salvaje tratan de impedir el contacto humano para una reinmersi¨®n favorable
El osezno caminaba desorientado por los alrededores de Barniedo de la Reina, una aldea de 50 habitantes en la monta?a leonesa. Algo le pasaba. Cojeaba. El pasado 2 de agosto un vecino de la zona presenci¨® los tumbos del peque?o plant¨ªgrado y avis¨® a los celadores medioambientales y los agentes de la Patrulla Oso de Castilla y Le¨®n. Entonces, comenz¨® una operaci¨®n para atraparlo y curar las heridas del animal, con las patas quemadas, presumiblemente por haber caminado sobre rescoldos de un incendio, y ayudarle a ganar peso y salud antes de devolverlo al medio natural. Este proceso, de meses, se efect¨²a con m¨¢xima discreci¨®n para impedir que el oso se acostumbre a los humanos y se aburguese. Si esto ocurriera ser¨ªa muy complicada su reinserci¨®n en los Picos de Europa y que recuperara vida normal. La creciente presencia de la especie va normalizando casos como este, con cr¨ªas perdidas que necesitan impulso para su desarrollo antes de volver a su h¨¢bitat.
El ejemplar se recupera satisfactoriamente en el Centro de Recuperaci¨®n de Animales Salvajes (CRAS) de Valladolid, al que lleg¨® en una especie de transport¨ªn para perros, sin visi¨®n para no excitarlo, y con un peso de 6,4 kilos, menos de lo habitual para su edad. ?lvaro Soto, veterinario responsable del espacio administrado por la consejer¨ªa de Medio Ambiente, explica que las instalaciones en Valladolid se han habilitado especialmente para casos como este y que est¨¢ previsto que en Le¨®n, 1,7 millones de euros mediante, se construya otro similar ante la mayor presencia de fauna salvaje. ¡°No se les suele poner nombre para no humanizarlos y no cogerles cari?o, aunque los tratamos lo mejor posible¡±, explica el experto. En todo caso se refieren a ¨¦l como Barniedo por proceder de all¨ª.
El primer an¨¢lisis result¨® satisfactorio porque ¡°lleg¨® alerta, despierto, miraba y estaba consciente¡±, mientras que ¡°hubo un osezno hace dos a?os que lleg¨® muy deprimido, casi comatoso¡±. Barniedo apareci¨® ¡°algo deshidratado y delgado, con un peso bastante inferior al que cabr¨ªa esperar¡±, una situaci¨®n que achacan a que, seg¨²n los sistemas de control en la sierra, pertenec¨ªa a una camada de tres oseznos a cargo de una hembra. ¡°Era un poco peque?o para su edad, al principio se alimentan de leche, vegetales y carro?a y no es lo mismo cuidar de una cr¨ªa que de tres¡±, explica. Creen que quiz¨¢ pis¨® por los rescoldos de un incendio sufrido d¨ªas atr¨¢s en esos parajes leoneses y que fruto de las quemaduras qued¨® atrasado y aislado de la adulta y sus hermanos.
Soto precisa que al no detectarse pelo quemado se infiere que no pas¨® exactamente por un fuego, sino sobre las ascuas a¨²n calientes, pues en las almohadillas de las plantas se percib¨ªan esas laceraciones y la piel sensible. Los veterinarios lo sedaron con la intenci¨®n de evaluarlo ¡°y que no se estresara ni le doliera, y actuar con seguridad para todos¡±. Los an¨¢lisis de sangre no revelaron patolog¨ªas y le aplicaron curas sobre las patas, con un primer vendaje severo para que no se infectara, porque detectaron en una garra ¡°infestaci¨®n de larvas de moscas¡±.
El plan funciona. El omn¨ªvoro ronda los 10 kilos y se espera que pronto doble el pesaje con el que fue interceptado. ¡°Nos gusta el peso y c¨®mo interact¨²a, que es nada, cuando hay ruido se esconde en una cueva y no nos ve cuando entramos en su espacio para limpiar excrementos, a?adir alimentos o agua¡±, celebra el veterinario. Come una dieta de fruta, brotes y carne de corzo: ¡°?Al principio no dejaba nada, no queremos que est¨¦ gordo, pero s¨ª que recupere el tiempo perdido!¡±.
El equipo del CRAS se alegra cuando lo ve ba?¨¢ndose o trepando por ¨¢rboles con manzanas, rutinas que tambi¨¦n deber¨¢ ejecutar en la monta?a. El ¨²ltimo paso antes de soltarlo consistir¨¢ en llevarlo a recintos m¨¢s amplios, con nulo contacto humano, en una finca de Valsemana (Le¨®n), donde ahora hay una osa de 25 kilos. A¨²n deber¨¢n calibrar si juntarlos o no antes de darles libertad. Entonces le pondr¨¢n una especie de GPS, un emisor pegado a la espalda porque un collar, al estar creciendo, podr¨ªa estrangularlo. Le quedan cientos de kilos por ganar. Tambi¨¦n tiene un chip para ubicar sus andanzas.
¡°El gran peligro es que no se adapte, por el tiempo pasado parece dif¨ªcil que vuelva con la madre, suelen convivir un a?o y ya le toca buscarse la vida porque ella tendr¨ªa otra camada¡±, considera Soto. Para agilizar la adaptaci¨®n van modificando los tiempos de la alimentaci¨®n: primero le dan sustento diario y luego se lo espacian para que se acostumbren a no disponer de avituallamiento constante.
La recuperaci¨®n favorable del osezno agrada a Guillermo Palomero, presidente de la Fundaci¨®n Oso Pardo. La entidad calcula que unos 400 individuos habitan en la Cordillera Cant¨¢brica, cifra creciente que acarrea que sucesos como este, con animales desnortados, se normalicen. ¡°Desde 2019 todos los a?os encontramos entre uno y tres ositos que sobreviven a ataques infanticidas de un macho o se pierden de la madre. La estrategia est¨¢ bien detallada, con buena colaboraci¨®n entre autonom¨ªas¡±, valora Palomero.
La fundaci¨®n trata de reequilibrar el desarrollo de la especie mediante la suelta de hembras recuperadas y trasladadas hacia zonas menos pobladas, como el oriente de Asturias o Le¨®n, para fomentar la reproducci¨®n con los machos nativos. Los estudios de estos a?os han revelado que las madres presentan menos movilidad entre sectores que los osos, de modo que con este ajuste no agresivo se busca seguir impulsando el desarrollo de estos animales. ¡°Sugerimos liberarlos cuando hay mucha comida oto?al¡±, comenta Palomero, pues as¨ª se garantiza un f¨¢cil acceso a alimento en las primeras fases de su nueva etapa. El especialista insiste en la discreci¨®n de la atenci¨®n humana para impedir que los osos se acostumbren a las personas y ¡°que no bajen a las casas a por mimos o comida¡±.
El responsable de la Fundaci¨®n Oso Pardo recuerda con cari?o el caso de Molina, una osezna recogida en montes asturianos que fue atendida un tiempo, pero tras soltarla baj¨® a los pueblos a por comida f¨¢cil. ¡°Ese es el ¨²nico que ha salido mal, regres¨® a entornos humanos de donde fue cogida y no qued¨® otra¡±, comenta. Entonces la trasladaron a cautividad, pero en espacios ampl¨ªsimos, en unas instalaciones de la Fundaci¨®n Oso de Asturias: ¡°Est¨¢ feliz y a lo suyo, haciendo un trabajo tremendo de sensibilizaci¨®n con la gente que acude a verla¡±.
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