Ni un nuevo surtidor de gasolina
El autor defiende la prohibici¨®n de aquellas inversiones que comporten el mantenimiento o el incremento de consumo de carbo?n, petro?leo o gas en el futuro
Diciembre de 2023. Son muchos los sentimientos enfrentados. Expectacio?n por lo que se acabe acordando en la Conferencia de las Partes (COP28) de Duba?i para hacer frente a la amenaza principal a la que se enfrenta la humanidad: la emergencia clima?tica. Preocupacio?n general por la presio?n que ejercera?n los lobistas de las grandes compan?i?as petroleras, conscientes de que se juegan el futuro de su lucrativo negocio. Esperanza en la influencia positiva de la poli?tica decidida de la Uni¨®n Europea hacia la descarbonizacio?n de la economi?a. Falta de confianza en el papel que ejercera? el presidente de la conferencia, Sulta?n Al Yaber (con grandes intereses en el sector petrolero) sobre la resolucio?n final.
Como pasa siempre, se llega a un acuerdo ¡®in extremis¡¯ en el que, por primera vez, se habla de abandonar progresivamente los combustibles fo?siles. No hay ningu?n plazo ni ninguna concrecio?n sobre el ritmo al que se tiene que producir este proceso. Lo que toca, ahora, es convertir este acuerdo en compromisos vinculantes que lo hagan efectivo.
Segu?n el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clima?tico (IPCC) de la ONU, la sustitucio?n de los combustibles fo?siles por energi?as renovables libres de carbono sera? ma?s ra?pida en las economi?as avanzadas que en los pai?ses en desarrollo por dos razones: ma?s capacidad financiera en las primeras y necesidad de amortizar las instalaciones que utilizan carbo?n, petro?leo o gas, en los segundos. Es decir, si las compan?i?as petroleras quisieran cerrar el grifo de los pozos ra?pidamente, los pai?ses consumidores no se lo permitiri?an porque la transicio?n energe?tica tiene que seguir su ritmo. Idealmente, por tanto, se tendri?a que producir una disminucio?n de la extraccio?n de combustibles fo?siles de acuerdo con las necesidades de la transicio?n energe?tica, pasando de su contribucio?n actual del 77% al 0% en una fecha alrededor del an?o 2050.
Se plantean dos alternativas: ir cerrando explotaciones activas o, simplemente, prohibir que se abran nuevas. A pesar de que la segunda opcio?n parece demasiado conservadora, un estudio publicado a finales de mayo en la prestigiosa revista ¡®Science¡¯ concluye que es la ma?s efectiva. De hecho, sin esta prohibicio?n, no se puede asegurar que el cierre de un pozo de petro?leo poco rentable no vaya seguido de la apertura de otro ma?s productivo, la explotacio?n del cual tenderi?a a alargarse hasta agotar el yacimiento. Los autores calculan c¨®mo evolucionari?a la produccio?n de gas y de petro?leo con las explotaciones en uso a pleno rendimiento. Sin nuevas explotaciones, la produccio?n disminuiri?a desde hoy mismo. Y lo que es ma?s importante: no hari?an falta nuevas para proveer la energi?a fo?sil necesaria para completar la transicio?n energe?tica a un ritmo que evite el sobrecalentamiento global del planeta de +1,5 ¡ãC acordado en Pari?s.
Aclarada esta inco?gnita, el establecimiento de normas en la li?nea de lo que los autores denominan ¡®no new fossil¡¯ (¡®no nuevos combustibles fo?siles¡¯) es claramente ventajosa desde un punto de vista legal (ma?s fa?cil de verificar), laboral (menos conflictos), econo?mico (se amortizan las inversiones) y estrate?gico (desprestigio de un sector econo?mico en declive).
Sin yacimientos de petro?leo ni de gas en nuestro pai?s, la norma ¡®no new fossil¡¯ no nos afecta directamente. Aun asi? el mensaje es muy inspirador. Los pai?ses consumidores pueden limitar la demanda con una norma de caracteri?sticas parecidas. Se trata de prohibir aquellas inversiones que comporten el mantenimiento o el incremento de consumo de carbo?n, petro?leo o gas en el futuro. Pondremos algunos ejemplos concretos. Ninguna nueva central te?rmica de gas. Ninguna nueva fa?brica de coches de combustio?n interna o de calderas de gas o gaso?leo. Ninguna nueva cementera. De acuerdo. Ninguna nueva urbanizacio?n o poli?gono industrial con red de distribucio?n de gas. Ningu?n nuevo surtidor de gasolina. Ningu?n nuevo modelo de coche de combustio?n. Ninguna nueva autovi?a. Quiza?s si?... Dejemos que el lector reflexione.
Entre las decisiones que nos corresponde tomar, la ma?s relevante desde un punto de vista cuantitativo y por su simbolismo es la ampliacio?n del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, que actualmente se encuentra cerca de la saturacio?n. Los informes indican que dicha ampliacio?n permitiri?a pasar de 50 a 70 millones de viajeros en el an?o. Las emisiones de CO? (8,4 millones de toneladas en 2019) aumentari?an proporcionalmente sobre una base que ya es muy elevada y que equivale a ma?s de la mitad de todo el transporte por carretera de Catalun?a (camiones, furgonetas, coches, etc.) o a casi el doble que el transporte en coche.
Estas emisiones son un impacto sobre el clima que, diga lo que diga el sector aerona?utico, no se puede compensar efectivamente, que se va acumulando an?o tras an?o y que solo se reducira? en un futuro indefinido con combustibles neutros en carbono. Un coste ambiental demasiado elevado para una ampliacio?n que, con el incremento anual del nu?mero de viajeros previo a la Covid (el 6%), acabari?a saturada de nuevo en solo 5 an?os... Dejemos que el Gobierno reflexione.
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