El impacto ambiental de la industria militar
Aparte de la p¨¦rdida de vidas y la destrucci¨®n del territorio, las acciones b¨¦licas tienen un alto coste en emisiones, sin embargo, esta actividad queda fuera de la supervisi¨®n de los gases de efecto invernadero
Las guerras son devastadoras. El primer desastre es la p¨¦rdida de vidas humanas que conllevan. Pero, adem¨¢s de ese horrible primer impacto, los misiles, las bombas y el armamento en general afecta directamente las infraestructuras y los lugares de conflicto. La guerra trae consigo degradaci¨®n profunda del territorio. Se pierden ecosistemas que no solo est¨¢n ligados a la identidad de cada cultura, sino que permiten el acceso a bienes b¨¢sicos como el agua y regulan directa e indirectamente la salud de personas, animales y plantas. El primer golpe es descarnado y brutal, pero no termina ah¨ª, sino que se mantiene a largo plazo. ?C¨®mo se pueden retomar los cultivos o la ganader¨ªa que alimentaban a la poblaci¨®n si la tierra est¨¢ quemada y los animales muertos? ?C¨®mo se reconstruyen los caminos que tejen la red que une a la poblaci¨®n si hay minas antipersona? Y, si no hay caminos, ?c¨®mo pueden volver quienes huyeron de la masacre?
Los conflictos armados no paran de aumentar, pero el mundo bulle con iniciativas enfocadas a reducir nuestro impacto en el planeta: en el Sahel se plantan miles de ¨¢rboles y arbustos para tratar de evitar la expansi¨®n del desierto; en Sri Lanka y en Pakist¨¢n llevan d¨¦cadas restaurando los bosques de manglares que protegen la costa de los efectos de los huracanes y tsunamis; en India se conceden microcr¨¦ditos a mujeres para el desarrollo de iniciativas locales sostenibles; en Latinoam¨¦rica hay proyectos para proteger a las comunidades ind¨ªgenas frente a la deforestaci¨®n y aprender de ellas c¨®mo tener una relaci¨®n saludable con la naturaleza; en Europa se multiplican los programas educativos que incluyen el compostaje y el desarrollo de huertos urbanos para ense?ar lo importante que es reducir nuestra huella ambiental. Pero, ?c¨®mo se puede mantener el compromiso y la ilusi¨®n de las personas implicadas en todos estos proyectos si el ahorro en combustibles o en contaminantes apenas compensan las emisiones producidas por los conflictos armados y la industria militar asociada? Aunque, antes de responder esta pregunta, deber¨ªamos plantearnos otra: ?cu¨¢les son las emisiones de la industria militar?
Las emisiones de la industria militar
Hace ya d¨¦cadas que desde la Convenci¨®n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico se inst¨® a los pa¨ªses industrializados a reportar las emisiones de di¨®xido de carbono con el fin de recopilar datos completos y transparentes y poder as¨ª tomar medidas para su mitigaci¨®n. Sin embargo, la industria militar qued¨® fuera del acuerdo ya que, en aras de proteger el secreto de las operaciones militares, se decidi¨® que fuera voluntario reportar sus emisiones. Esta protecci¨®n dificulta enormemente las estimaciones de los niveles de CO? emitidos y comprometen el cumplimiento de los acuerdos y la reducci¨®n global de emisiones.
El resultado de esta situaci¨®n es una industria militar que act¨²a con total impunidad en materia clim¨¢tica, operando fuera del marco legal al que quedan sujetos el resto de los sectores. Si no se conocen las emisiones que generan, ninguna instituci¨®n o gobierno puede exigir que se reduzcan. La industria militar se convierte en juez y parte al ser la encargada de crear y revisar sus propias normativas y acciones para contribuir en la reducci¨®n de las emisiones globales.
Pese a la opacidad que existe en torno a las emisiones que genera la industria militar, Linsey Cottrell y Stuart Parkinson, del Conflict and Environment Observatory y el Scientists for Global Responsability respectivamente, calcularon en una investigaci¨®n presentada en 2022 que el sector militar era responsable del 5,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por su parte, el Transnational Institute apuntaba, en 2023, que la industria militar de EE UU es la responsable del 31,2% de las emisiones hist¨®ricas del pa¨ªs.
Seg¨²n la investigaci¨®n de Rasa Samaliukiene, publicada en 2018, en la que analizaba la documentaci¨®n en torno al tema, la industria militar tiene efectos nocivos sobre los tres pilares en los que se basa el desarrollo sostenible: el medio ambiente, la econom¨ªa y la sociedad. Medioambientalmente, la industria militar y sus efectos tienen un enorme impacto, tanto en emisiones como en destrucci¨®n de ecosistemas. Econ¨®micamente, moviliza enormes cantidades de dinero, pero el efecto que tiene sobre las econom¨ªas de los pa¨ªses donde se instalan bases militares se acerca m¨¢s a la desestabilizaci¨®n que a la sostenibilidad. Y, en lo que al ser humano se refiere, tiene un efecto negativo tanto a corto como a largo plazo en la salud f¨ªsica y mental de ni?os y adultos.
No parece que estos ¡°detalles¡± se est¨¦n teniendo en cuenta cuando, seg¨²n el estudio que Denise Garc¨ªa public¨® en Nature en 2020, la inversi¨®n de los pa¨ªses, empresas e instituciones internacionales en una industria que genera tanta destrucci¨®n es tres veces superior a la que se dedica a mitigar los efectos del cambio clim¨¢tico y la crisis ambiental que enfrentamos. Algo muy chocante teniendo en cuenta los efectos nocivos que producen los conflictos armados y la presencia generalizada de armas en las sociedades en los que se producen. Resulta, por tanto, dif¨ªcil de explicar que las inversiones econ¨®micas en la industria militar est¨¦n muy por encima de lo que amenaza en grado tan extenso la vida humana: el cambio clim¨¢tico.
Cabe preguntarse si la existencia de una industria altamente contaminante que va en contra de todos los pilares del desarrollo sostenible es compatible con el plan de futuro que estamos construyendo. M¨¢s all¨¢ de nuestro deseo de alcanzar la paz y el desarme global, cosa que hoy por hoy parece poco probable, ?es posible avanzar hacia un desarrollo sostenible si, en nombre de la seguridad, mantenemos los datos sobre la industria militar fuera de la contabilidad ambiental? ?Qu¨¦ sentido tiene hacer esfuerzos para reducir las emisiones si los conflictos armados, que a menudo surgen por el inter¨¦s de unos pocos, destruyen el progreso alcanzado por grandes mayor¨ªas?
Mientras detenemos la guerra, algo en la voluntad de todos, pero en cualquier caso complejo y lejano, resulta imprescindible que la industria militar comience a dar datos sobre su huella ambiental y sus emisiones. Si nuestra meta es un mudo m¨¢s pac¨ªfico y sostenible, hoy es el mejor momento para poner en marcha pol¨ªticas conjuntas y m¨¢s audaces para el desarme, la adaptaci¨®n ante el cambio clim¨¢tico y la crisis ambiental.
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