Vidas verdes arrasadas por las guerras
El dram¨¢tico n¨²mero de personas muertas deja en un segundo plano los impactos medioambientales de los conflictos b¨¦licos. Ucrania es el ¨²ltimo ejemplo en Europa
Alrededor del 30% de las ¨¢reas protegidas ucranianas, que cubren unos tres millones de acres [m¨¢s de 1,24 millones de hect¨¢reas], han sido bombardeadas, contaminadas, quemadas o afectadas por maniobras militares¡±, revela Yale Enviroment360, revista online de tem¨¢tica ambiental de la Universidad de Yale, citando al Ministerio de Protecci¨®n Ambiental y Recursos Naturales de Ucrania. Algunos de los combates m¨¢s intensos que los ucranianos libran contra Rusia se han producido en los bosques a lo largo del r¨ªo Donets, en el este del pa¨ªs. Solo en los primeros cuatro meses de la invasi¨®n rusa, los sat¨¦lites detectaron m¨¢s de 37.000 incendios, que afectaron a m¨¢s de 101.000 hect¨¢reas. ¡°Las hostilidades han impactado un ¨¢rea de tres millones de hect¨¢reas de bosques y, en la actualidad, 450.000 hect¨¢reas est¨¢n bajo ocupaci¨®n o en zonas de combate¡±, relata Greenpeace.
Ucrania es el ¨²ltimo de los conflictos b¨¦licos que han sacudido Europa a lo largo de su historia; en todos ellos, la naturaleza ha sufrido, aunque el dram¨¢tico coste de vidas humanas eclipsa todo lo dem¨¢s, haciendo que los impactos sobre los bosques en particular, y el medioambiente en general, sean algo marginal, reflexiona Luis Garc¨ªa Esteban, director de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªa de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid (UPM). No dispone de datos sobre la superficie forestal que el Viejo Continente ha perdido por este motivo pero recuerda que el fen¨®meno no es, ni mucho menos, nuevo. ¡°Uno de los grandes episodios de deforestaci¨®n en Espa?a estuvo relacionado con la Reconquista y sus ocho siglos de duraci¨®n¡±, se?ala. La t¨¢ctica de desembosque destruy¨® amplias extensiones que se convirtieron en tierras de cultivo para los nuevos pobladores, detalla Garc¨ªa Esteban.
Tapar las heridas
¡°Europa es un continente rico y desarrollado social y culturalmente que, en cuanto puede, tapa las heridas y trabaja en la recuperaci¨®n¡±, incide Juan Carlos Garc¨ªa Codr¨®n, profesor jubilado del Departamento de Geograf¨ªa, Urbanismo y Ordenaci¨®n del Territorio de la Universidad de Cantabria. El bosque de ?perlecques, en el Paso de Calais (Francia) es un buen ejemplo. A su abrigo, y durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes construyeron un b¨²nker que deb¨ªa servir de base para lanzar cohetes V2 contra Londres. Los Aliados lo descubrieron y bombardearon 25 veces entre agosto de 1943 y agosto de 1944, abortando el lanzamiento y destrozando, de paso, la fronda circundante. Cuando lleg¨® la paz, el robledal devastado comenz¨® a repoblarse con hayas, y los cr¨¢teres que abrieron las bombas son hoy peque?os humedales, reserva de anfibios. ¡°Su composici¨®n y densidad han cambiado¡±, reconoce el profesor, pero vuelve a ser un espacio con valores naturales.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, los bosques se convirtieron en parapetos vivos para operaciones de resistencia y debilitamiento del enemigo, tanto en el frente occidental como en el oriental. Al acabar, no hubo un plan general de restauraci¨®n. " , se hicieron repoblaciones para obtener madera como materia prima y recuperar la econom¨ªa lo antes posible¡±, resume Garc¨ªa Esteban. ¡°?Sus efectos? Los mismos de siempre: p¨¦rdida de vegetaci¨®n, recuperable a corto plazo, y contaminaci¨®n de suelos y acu¨ªferos, de efectos que suelen durar d¨¦cadas o siglos¡±, expone. Vuelven los ¨¢rboles, los metales pesados se quedan. Es, a su juicio, la agresi¨®n m¨¢s grave que infringe un conflicto armado al medioambiente. Y se repite una y otra vez, lamenta.
Entre el infierno de bombas y fuego que vive Ucrania y el id¨ªlico bosque de Verd¨²n, en el norte de Francia, media casi un siglo. En lo que hoy es floresta y canto de p¨¢jaros, los ej¨¦rcitos franc¨¦s y alem¨¢n combatieron en la batalla de Verd¨²n, una de m¨¢s largas (transcurri¨® del 21 de febrero al 19 de diciembre de 1916) y sangrientas (260.000 muertos, 500.000 heridos) de la Primera Guerra Mundial. Cuando termin¨®, el paisaje original, dominado por extensos campos de cultivo, qued¨® arrasado; los suelos y acu¨ªferos, corrompidos; la producci¨®n agr¨ªcola, prohibida; la poblaci¨®n, evacuada. En 1923, la Administraci¨®n forestal francesa asumi¨® su gesti¨®n, y en los siguientes ocho a?os plant¨® 36 millones de ¨¢rboles, un 60% de con¨ªferas y un 40% de frondosas, para cubrir los restos y servir, de alguna forma, de homenaje.
¡°La restauraci¨®n emprendida por el Gobierno franc¨¦s es un ejemplo a seguir tras cualquier conflicto armado¡±, enfatiza Garc¨ªa Esteban. ¡°Las cicatrices de la batalla son a¨²n visibles¡±, cuenta. Las m¨¢s llamativas son los inmensos cr¨¢teres provocados por las explosiones controladas de los ej¨¦rcitos franc¨¦s y brit¨¢nico sobre las trincheras alemanas. ¡°Se mantienen sin vegetaci¨®n en recuerdo de los combatientes¡±, agrega.
Memoria del horror
El de Verd¨²n es un Bosque de la Guerra, como explica en uno de los cap¨ªtulos del programa El Bosque Protector de La 2, del que Garc¨ªa Esteban es director. Un tapiz verde bajo el que reposan cuerpos, restos de maquinaria, plomo de artiller¨ªa. ¡°El cobre, el plomo de la munici¨®n, el zinc y, sobre todo, el ars¨¦nico y el perclorato de amonio usados en los detonadores de los obuses envenenaron el agua y el suelo, y su efecto se mide en siglos¡±, apunta el experto. ¡°Pasar¨¢n siglos hasta que los materiales pesados sean eliminados de manera natural, y para que acu¨ªferos y suelos sean razonablemente seguros¡±, subraya. ¡°Otros materiales no degradables como el mercurio, seguir¨¢n por m¨¢s tiempo, probablemente para siempre¡±, a?ade. Ya se permite la selvicultura y la caza en el entorno, aunque los hongos y la vegetaci¨®n presentan cantidades de ars¨¦nico 10.000 veces superiores al est¨¢ndar.
El da?o a infraestructuras que contienen fuel, aceite o gas en un pa¨ªs fuertemente industrializado como es Ucrania amenaza el suelo, el agua y el aire, seg¨²n un informe reciente de cinco organizaciones ambientalistas locales que han mapeado la destrucci¨®n medioambiental. Despu¨¦s de tres meses de ocupaci¨®n (entre julio y septiembre de 2022), la desembocadura del r¨ªo Sukhyi Torets presentaba 15,6 veces m¨¢s de manganeso de lo normal; 14 veces m¨¢s de cobre; 8,4 veces m¨¢s de mercurio, y cinco veces m¨¢s de zinc. Las minas del que ya es el territorio m¨¢s minado del mundo intoxican el agua. En los 18 primeros meses de conflicto (del 24 de febrero de 2022 al 1 de septiembre de 2023) se lanzaron 150 millones de toneladas de CO2 a la atm¨®sfera; m¨¢s de lo que B¨¦lgica emite en un a?o seg¨²n la Iniciativa para la medici¨®n de los Gases de Efecto Invernadero en la guerra, una asociaci¨®n de expertos en clima que eval¨²a el impacto de la invasi¨®n rusa.
Hay impactos directos y otros quiz¨¢s no tan visibles, como la tala indiscriminada de ¨¢rboles en los bosques antiguos de los C¨¢rpatos ucranianos, rumanos, h¨²ngaros, eslovacos y polacos. Las pol¨ªticas de protecci¨®n del medio ambiente se derrumban en tiempos de guerra, como todo lo dem¨¢s, y empresas madereras se aprovechan de la falta de vigilancia efectiva de los espacios naturales, y de su gesti¨®n forestal, seg¨²n ha constatado una expedici¨®n sobre el terreno liderada por Greenpeace Europa Central y Oriental. Otro da?o colateral son los incendios forestales en el Bosque Rojo de Chern¨®bil: hist¨®ricamente, los bomberos de la central nuclear se han encargado de sofocarlos, pero a las condiciones del terreno, ¡°peligrosas y complicadas¡±, se a?ade la ocupaci¨®n rusa del entorno, ¡°complicando enormemente la respuesta a estos fuegos¡±, denunci¨® Greenpeace en 2022.
Incendios en Bosnia
En 2003, los incendios forestales asolaron el sur de Bosnia. Dice Garc¨ªa Codr¨®n que la chispa primera que los origin¨® hay que buscarla en los enfrentamientos en la antigua Yugoslavia a lo largo de la d¨¦cada de los 90, entre bosnios, serbios y croatas. Grandes extensiones forestales quedaron minadas, y sin posibilidad de que nadie entrase ni desarrollara actividad selv¨ªcola alguna en ellas. ¡°El sotobosque y la madera muerta se convirtieron en dinamita para el fuego, que provoc¨® la explosi¨®n espont¨¢nea de las minas¡±, explica el experto. Antes de la contienda, Bosnia-Herzegovina era un gran exportador de madera de pino, roble, encina y, sobre todo, haya. Cuando estall¨®, ¡°hubo una afectaci¨®n por los desplazamientos de la poblaci¨®n y su incidencia en el consumo de madera, que ya se ha recuperado¡±, aporta Garc¨ªa Esteban. Una vez finalizada, el bosque joven se fue apoderando de los campos de cultivo abandonados mientras que la superficie de bosque viejo se vio disminuida; su madera tiene ahora menos calidad, por las incrustaciones de balas y metralla.
Los bosques alfombran el 18% del suelo ucraniano. Sus valores ambientales son enormes; su importancia tur¨ªstica, sobresaliente. Javier Raboso, responsable de temas de paz de Greenpeace, llama a valorar los servicios ecosist¨¦micos que ofrece. ¡°Son sumideros de carbono, proveen de alimentos y materias primas, regulan el ciclo del agua e impactan en la salud de las personas¡±, enumera. Exige que, al t¨¦rmino de la guerra, la reconstrucci¨®n de la naturaleza vaya en paralelo a la de las ciudades, y est¨¦ financiada por organismos multilaterales; que en su limpieza, rehabilitaci¨®n y restauraci¨®n participen las comunidades afectadas; y que al culpable de la invasi¨®n se le exijan compensaciones econ¨®micas. Las ONG cifran en unos 56.000 millones de d¨®lares la cuant¨ªa de los da?os ambientales. ¡°Uno de los mayores impactos, la destrucci¨®n de la presa Nova Kajovka [en Jers¨®n], puede ser declarado un ecocidio¡±, avisa Raboso a la vista de las 63.500 hect¨¢reas de parques naturales y ¨¢reas forestales inundadas, y las m¨¢s de 330 especies de animales y plantas al borde la extinci¨®n.
¡°Para Ucrania, como para cualquier otro pa¨ªs, lo primero ser¨¢ volver a ser libre y estar en paz, recuperar su normalidad y la actividad econ¨®mica, pol¨ªtica y social dentro de un marco de estabilidad y ayuda internacional¡±, establece Garc¨ªa Esteban. Al medio ambiente le tocar¨¢ el turno cuando el proceso de paz se encuentre ya muy avanzado. ¡°Las autoridades marcar¨¢n un itinerario de prioridades, y primero asegurar¨¢n el suministro de agua potable, descontaminar¨¢n, en la medida de lo posible, el suelo; posteriormente, actuar¨¢n sobre bosques y ¨¢reas degradadas por la guerra¡±, vaticina. ¡°Un an¨¢lisis adecuado y una diagnosis certera facilitar¨¢ el resurgir de flora y fauna¡±, remacha. ¡°Parece que el paso del tiempo devolver¨¢ al bosque, al suelo o a la biodiversidad asociada a su estado original. Desgraciadamente, esto no es as¨ª, y requiere de acciones de restauraci¨®n del h¨¢bitat que, en la mayor parte de los casos, no se ponen en marcha por falta de recursos¡±, concluye
Madera 'maldita'
Toda la madera originaria de Rusia y Bielorrusia ha sido declarada "madera de conflicto", por lo que no se puede utilizar en productos certificados PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification, en español Programa para el Reconocimiento de Certificación Forestal), según decidió la junta directiva internacional de la organización sin ánimo de lucro que promueve y divulga la Gestión Forestal Sostenible, en una reunión extraordinaria que tuvo lugar el 4 de marzo de 2022. "La invasión militar está en oposición directa a nuestros valores fundamentales. Esta agresión causa dolor y muerte indescriptibles e inaceptables a personas inocentes, incluidas mujeres y niños. También tiene un impacto destructivo inmediato y a largo plazo en el medio ambiente, en los bosques y en las muchas personas que dependen de ellos para su sustento", informó en nota de prensa. La "madera de conflicto" se define como "aquella que ha sido comercializada en algún momento de la cadena de custodia por grupos armados, ya sean facciones rebeldes o soldados regulares, o por una administración civil que participa en conflictos armados o sus representantes, bien para perpetuar el conflicto o para aprovecharse del mismo con fines lucrativos", describe. La consideración se produjo tras la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenó "en los términos más enérgicos la agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania [...] [y] la participación de Bielorrusia". Aplica, asimismo, a toda la madera procedente del territorio ucraniano ocupado.
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