Los cazadores se quedan sin relevo: casi la mitad tiene m¨¢s de 60 a?os
Un estudio del Instituto Pirenaico de Ecolog¨ªa-CSIC en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica constata que el colectivo ha disminuido un 45% en cinco d¨¦cadas y una ¡°ca¨ªda del inter¨¦s¡± en la actividad


El colectivo de cazadores de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica no para de caer y de envejecer: su n¨²mero ha disminuido un 45% desde 1970, cuando eran m¨¢s de un mill¨®n, y en la actualidad la mayor parte tiene entre 60 y 70 a?os, mientras que los j¨®venes entre 20 y 30 a?os apenas representan el 5%. El lastre se encuentra en la falta de relevo generacional, que ha llegado a reducirse de forma global un 89% en cinco d¨¦cadas en las ¨¢reas analizadas (Navarra, Arag¨®n, Castilla-La Mancha, Madrid, Murcia, Andaluc¨ªa y Portugal) por un estudio del Instituto Pirenaico de Ecolog¨ªa (IPE-CSIC). Los investigadores han examinado 600.000 licencias de caza, que consideran representativas para mostrar las tendencias ¨Den Espa?a hay 750.000 y en Portugal son 232.000¨D.
¡°Se trata de un declive muy acusado, continuado y seguramente irreversible¡±, de esta poblaci¨®n, indica Jos¨¦ Daniel Anad¨®n, investigador del IPE y autor principal del an¨¢lisis sobre el colapso demogr¨¢fico de la caza. De continuar esa tendencia, en 2050 quedar¨¢n 176.815 cazadores en el ¨¢rea estudiada, lo que implica una reducci¨®n del 70% en comparaci¨®n con la situaci¨®n actual, una cifra que solo llega al 15% de los que hab¨ªa hace cincuenta a?os. Adem¨¢s, el 61% de la poblaci¨®n ser¨¢ mayor de 60 a?os y solo el 16%, unos 29.500, tendr¨¢ 40 a?os o menos.
Anad¨®n explica que el estudio pretende comprobar cu¨¢l es la ¡°tendencia de la caza, por lo que es absolutamente objetivo¡±. En una segunda fase se estudiar¨¢ c¨®mo impacta en la naturaleza este vuelco en la cantidad de cazadores, a lo que hay que sumar otros procesos ligados al abandono rural. ¡°En nuestros montes se ha dejado de recoger le?a, de pastorear, en definitiva se han dejado de usar, y ahora contamos con una superficie forestal que es la m¨¢s extensa en los ¨²ltimos siglos, una situaci¨®n que favorece la expansi¨®n de los animales¡±. En este escenario, existe un intenso debate sobre cu¨¢l es el papel que desempe?a la caza actual, la recreativa, en el control de las poblaciones de ciertos animales, que provoca enfrentamientos entre los partidarios y los detractores de esta actividad. Anad¨®n considera que cumple ciertos objetivos, ¡°pero sin ser una herramienta suficiente ni ¨²nica¡±.
Recuerda que existen cientos de especies que no se cazan y no necesitan de ning¨²n control humano. ¡°Los animales cuentan con mecanismos de autorregulaci¨®n ¨Denfermedades, condiciones climatol¨®gicas, falta de alimento, depredaci¨®n...¨D¡±, puntualiza. El problema aparece con algunas especies cineg¨¦ticas que est¨¢n creciendo mucho y que de forma puntual da?an cultivos, se adentran en las ciudades o provocan accidentes de coche. ¡°El caso del jabal¨ª quiz¨¢ es el m¨¢s medi¨¢tico con las im¨¢genes de ejemplares por zonas urbanas, y aunque el n¨²mero cazado se ha multiplicado por 10 desde los a?os ochenta, la poblaci¨®n no disminuye, lo que demuestra que la caza no puede ser la ¨²nica soluci¨®n¡±, se?ala.
Dentro de los cambios a los que se enfrenta este colectivo, uno que marca la diferencia para Anad¨®n es que d¨¦cadas atr¨¢s, adem¨¢s de ser una actividad de subsistencia, era pr¨¢cticamente la ¨²nica opci¨®n recreativa del hombre y de contacto con la naturaleza. ¡°Pero ahora hay muchas formas de ocio que producen mucha adrenalina, se puede coger una bicicleta, subir un 3.000, hay videojuegos... A lo que hay que a?adir que la caza no es barata, requiere habilidad, mucha dedicaci¨®n y un componente cultural muy importante, porque un cazador no surge de repente, se suele transmitir de padres a hijos, se necesita a alguien que te ense?e y tener mucha pasi¨®n¡±, a?ade Anad¨®n.
El estudio muestra c¨®mo las mayores reducciones en la incorporaci¨®n de j¨®venes se producen en aquellas ¨¢reas con mayor n¨²mero de cazadores como Portugal y Castilla-La Mancha, que acumulan disminuciones de m¨¢s del 90%. En general, entre 1970 y 1979 se inscribieron unos 44.000 nuevos cazadores en las zonas estudiadas, pero en la d¨¦cada de 2010-2020 no llegaron a 5.000, nueve veces menos. ¡°El declive es mayor del esperado por el simple envejecimiento de la poblaci¨®n estudiada y muestra una ca¨ªda del inter¨¦s hist¨®rico por la caza¡±, concreta Anad¨®n.
Si se tiene en cuenta el tama?o del municipio, los investigadores concluyen que la dr¨¢stica disminuci¨®n en el reclutamiento de personas est¨¢ relacionada con la transici¨®n de la sociedad del medio rural al urbano en los ¨²ltimos 50 a?os. Sus datos indican que la mayor¨ªa de los cazadores (69%) residen en entornos urbanos, en municipios con m¨¢s de 10.000 habitantes. Son en gran parte inmigrantes rurales de primera o segunda generaci¨®n que se han trasladado desde ¨¢reas rurales desde la d¨¦cada de 1960, indica el informe. Lo que es curioso, porque, al mismo tiempo, ¡°en estos entornos urbanos, la caza es significativamente menos popular y el reclutamiento se ve obstaculizado¡±.
Pero donde se mantiene realmente la transmisi¨®n de la caza es en los pueblos m¨¢s peque?os, donde la incorporaci¨®n de cazadores j¨®venes es 20 veces mayor que en las grandes ciudades, aunque ¡°en t¨¦rminos totales, su n¨²mero es muy peque?o¡±. Los investigadores advierten de que las tasas reales de disminuci¨®n de la caza en toda la pen¨ªnsula Ib¨¦rica probablemente sean a¨²n mayores, ya que las regiones no incluidas en el estudio, en el noroeste de Espa?a, tienen poblaciones m¨¢s envejecidas.
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