EL PA?S y el HAY Festival celebran la tercera edici¨®n del taller de autobiograf¨ªa en el centro Penitenciario de Segovia
En el encuentro, los reclusos aprenden t¨¦cnicas para escribir textos sobre sus vidas
Son 15 folios que recogen otras tantas historias de vida escritas con bol¨ªgrafo. Casi todas est¨¢n escritas en azul. En algunas aparece el nombre de su autor. En otras, no. Aunque nadie ha utilizado plantilla, las l¨ªneas est¨¢n rectas. Las letras se leen con facilidad. Han tardado entre 5 y 20 minutos en escribirlas. Algunos han querido leerlas en alto. Otros, las han entregado. Un par de ellos se las han quedado para s¨ª.
El Centro Penitenciario de Segovia acogi¨® este domingo por la ma?ana la tercera edici¨®n del Taller de Autobiograf¨ªas que dirige el abogado Beltr¨¢n Gambier (67 a?os, La Plata, Argentina) y que se enmarca en la programaci¨®n del Hay Festival Segovia. Un encuentro en el que los internos aprenden a escribir su autobiograf¨ªa. Como ya sucedi¨® en la anterior edici¨®n con la presencia de la periodista Noelia N¨²?ez, EL PA?S particip¨® en el taller. En esta ocasi¨®n, acudi¨® Pedro Zuazua, miembro del equipo de Comunicaci¨®n del peri¨®dico.
-?Qu¨¦ tal?- pregunta Encarna, la educadora social que, entre otras labores, coordina las actividades culturales de la prisi¨®n.
-Mejor que usted- contesta con sorna uno de los participantes.
-Eso es optimismo- le devuelve Encarna.
La sala polivalente -al montar el escenario se baj¨® al suelo una imagen de Cristo y se desvisti¨® la mesa sobre la que se oficia la misa- acoge el taller. De fondo se escuchan los sonidos que vienen del polideportivo. Los reclusos van llegando poco a poco. Saludan y toman asiento.
Gambier inicia el taller y comparte con los 15 presos 10 consejos para redactar una ¡°autobiograf¨ªa m¨ªnima¡±. Les da algunas palabras clave para guiarlos: infancia, adolescencia, amigos, trabajo o familia. Los anima a contar su vida y les pide que lo hagan en un m¨¢ximo de 1.000 palabras. Tras finalizar su ponencia y la del periodista, Gambier anuncia que tienen 20 minutos para redactar los textos.
Se hace entonces el silencio en la sala. Cogen los bol¨ªgrafos con fuerza y comienzan a escribir. Cuesta encontrar una cabeza levantada. Cuando aparece, est¨¢ con la mirada perdida, intentando dar en voz baja con las palabras que quiere llevar al papel. Formulan alguna pregunta sobre ortograf¨ªa -dudas sobre tildes-. Releen lo escrito. Alguno le pide a Encarna si puede echarle un ojo a su texto. Tachan. A?aden.
Cumplidos los 20 minutos, llega el momento -voluntario- de leer los textos de cada uno. Hay muchos recuerdos de infancia: una bicicleta por el pueblo, un p¨¢jaro que se llev¨® un gato o un amigo de la infancia al que no se ha olvidado. Hay quien hace alusi¨®n a sus delitos -el abanico es amplio, participan reclusos de los m¨®dulos de respeto- y quien expresa arrepentimiento -el sentimiento mayoritario, sin embargo, es la resignaci¨®n-. Hay quien redacta una cr¨®nica sobre su traslado a prisi¨®n con un alt¨ªsimo nivel de detalle. Hay quien lamenta no haber estado al lado de su madre cuando ella lo necesit¨®. Hay quien deja frases como ¡°mi vida era un tren¡± o ¡°por fin hab¨ªa hecho algo bueno¡±.
Gambier, experto en derecho administrativo y autor de un libro sobre la rama penitenciaria, es editor de la revista Intramuros, una publicaci¨®n nacida en 1994 y centrada en la memoria. En uno de los ¨²ltimos n¨²meros han publicado un reportaje sobre los Espartanos, un equipo de rugby del complejo penitenciario de San Mart¨ªn, en la provincia de Buenos Aires. Les ha llevado un bal¨®n de regalo. Intercambia dos pases con un recluso. Anima al grupo a formar un equipo para el a?o que viene.
Los reclusos se despiden y se acercan a dar la mano a Gambier y al periodista. Comparten alguna an¨¦cdota m¨¢s. Matizan frases de sus biograf¨ªas.
¡°Ha sido breve. Pero ha estado bien¡±, dice uno al despedirse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.