Dylan, un m¨²sico con vocaci¨®n de poeta
Esquivo, apasionado e ingenioso, Bob Dylan acaba de recibir el premio Pulitzer.- Candidato eterno al Nobel de Literatura, es uno de los mayores talentos de la lengua inglesa del siglo XX
"No me llamo poeta porque no me gusta la palabra. Soy un artista del trapecio". Fue la respuesta que un joven Bob Dylan dio en una entrevista en 1965 a la pregunta de si se consideraba un genio de las palabras. La cr¨ªtica ya por entonces se rend¨ªa a sus composiciones, y tambi¨¦n por esas fechas el m¨²sico ya respond¨ªa a contrapi¨¦, con su inconfundible estilo, que evidenciaba un personaje fuera de lo com¨²n, que terminar¨ªa cambiando el rumbo de la m¨²sica popular. Bien es cierto que en sus frases siempre hay buena dosis de verdad, pero no lo es menos que aquel trovador exquisito, ahora c¨¦lebre m¨²sico, guarda en sus inteligentes declaraciones e innumerables letras de canciones la aut¨¦ntica estrategia de la supervivencia del poeta: la ambig¨¹edad.
S¨®lo los que alguna vez se han sumergido en el revelador universo de este cantante nacido en un pueblo de Minnesota reconocer¨¢n que Dylan es un poeta en toda regla. Por eso, no es de extra?ar el pen¨²ltimo reconocimiento a su m¨²sica, entendida como un organismo vivo donde las letras son el cuerpo sobre lo que se apoya el resto. El premio Pulitzer, otorgado por la Universidad de Columbia, los peri¨®dicos Washington Post y New York Times y la agencia Reuters, es la constataci¨®n de un hecho: es el representante musical que m¨¢s se ha acercado y se acerca a la trascendencia literaria. Y, de nuevo, Dylan es pionero y se convierte as¨ª en el primer m¨²sico de rock que recibe este galard¨®n, seg¨²n el jurado, por "su profundo impacto en la m¨²sica y la cultura popular americana, gracias al poder po¨¦tico de sus composiciones".
Sin embargo, Bob Dylan realmente nunca pens¨® en dedicarse al papel y la pluma. Al menos en sus primeros a?os, cuando de chaval todav¨ªa no hab¨ªa merodeado por el Village de Nueva York, provisto de su gorra y guitarra ac¨²stica. Con letra menuda, aquel ni?o llamado Robert Allen Zimmerman utiliz¨® un anuario del colegio en 1959 para dejar una escueta declaraci¨®n a una chica de la localidad de Hibbing: "Eres la mejor actriz del colegio. La m¨¢s bella. No tengo palabras para ti". Y, ciertamente, no deb¨ªa tenerlas, porque por entonces iban despuntando sus inquietudes y sab¨ªa que le gustaba Little Richard, nombre de una de las primeras grandes figuras del rock'n'roll y firma que de vez en cuando utilizaba para dejar su sello en los m¨¢rgenes amarilleados de los libros.
Pero la literatura apoyada de la m¨²sica, o viceversa, era el camino para ese tal Zimmerman, que cambi¨® su nombre por el de Bob Dylan, inspir¨¢ndose en el poeta Dylan Thomas y tras devorar todo libro que ca¨ªa por sus manos. El salto a Nueva York, impulsado por conocer al irrepetible cantante-activista Woody Guthrie, ser¨ªa la introducci¨®n definitiva del m¨²sico en el g¨¦nero literario.
Desde el mismo coraz¨®n urbano de la Gran Manzana, vehicul¨® su revolucionario estilo empap¨¢ndose de los sermones del blues y el folk y la corriente desinhibida y subterr¨¢nea de la generaci¨®n beat, con Jack Kerouac, Neal Cassady o Allen Gingsberg. Tambi¨¦n tuvo buena parte de culpa su novia de los sesenta, Suze Rotolo, que le introdujo en el poeta franc¨¦s Arthur Rimbaud, un haz de luz para la futura obra dylaniana. Basta verle en el espl¨¦ndido documental de Martin Scorsese, No Direction Home, escribiendo sin parar, como pose¨ªdo por una fuerza lejana, sobre la m¨¢quina de escribir. Los discos que vinieron despu¨¦s marcaron una ¨¦poca.
Premio Nobel
El propio Allen Ginsberg fue el que m¨¢s defendi¨® su obra como un legado literario a premiar. Porque antes de recibir el Pulitzer, o del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes, Dylan ha sido el eterno candidato al Premio Nobel de Literatura. Las primeras noticias acerca de la candidatura de Bob Dylan al Nobel empezaron a llegar en 1996 cuando se organiz¨® en Estocolmo un comit¨¦ de campa?a, apoyado por el poeta Allen Ginsberg y Gordon Ball, profesor de la Universidad de Virginia. Desde entonces, no hay a?o que el cantante no entre en las apuestas, casi tantas como Vargas Llosa.
Ginsberg afirmaba: "Dylan es uno de los m¨¢s grandes bardos y juglares norteamericanos del siglo XX y sus palabras han influido en varias generaciones de hombres y mujeres de todo el mundo". Y el estudioso Ball, por su lado, escribi¨®: "Aunque es conocido como m¨²sico, ser¨ªa un grave error ignorar sus extraordinarios logros en el campo de la literatura. Dylan ha devuelto la poes¨ªa de nuestra ¨¦poca a su transmisi¨®n primordial a trav¨¦s del cuerpo, revivi¨® la tradici¨®n de los trovadores".
No son los ¨²nicos que han elogiado las letras po¨¦ticas de Dylan. Los libros y los estudios acerca de su obra dan para cubrir una biblioteca. Desde aquellos que ofrecen las letras de sus canciones, y que son de los m¨¢s vendidos en el sector, hasta los que analizan cada detalle de su dilatada carrera. Uno de los m¨¢s destacados es Dylan poeta: visiones del pecado, donde el prestigioso profesor Christopher Ricks califica al autor de Like a Rolling Stone como uno de los grandes rimadores de la lengua inglesa. De hecho, sus composiciones son objeto de estudio para algunos alumnos de colegios y universidades, gracias a profesores poco convencionales y que seguramente brindaron en su adolescencia con alguno de sus discos.
Esquivo, apasionado e ingenioso, Bob Dylan ha sido comparado con Picasso o Einstein por su aportaci¨®n a desentra?ar el universo humano. Uno de sus disc¨ªpulos m¨¢s reconocidos, Bruce Springsteen, asegur¨® un d¨ªa que "si Elvis liberaba tu cuerpo, Dylan liberaba tu mente". Es verdad. S¨®lo hay que arrimarse al trapecio, porque la poes¨ªa, amigo, flota en la obra de Dylan.
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