Se?oras y se?ores, el toro
Por fin, el toro. Por fin, su majestad el protagonista de esta fiesta emocionant¨ªsima. Por fin, sali¨® ese animal bravo, poderoso, fiero y encastado que nos puso a todos la carne de gallina por su belleza e intensidad.
Un corrid¨®n de toros mand¨® a las Ventas el ganadero portugu¨¦s. Toros con un trap¨ªo impresionante, guapos de verdad, serios, con cuajo, bien armados, astifinos, que ofrecieron un juego variad¨ªsimo.
?Qu¨¦ estampa m¨¢s hermosa, por infrecuente, ver al mayoral de la ganader¨ªa recibiendo una cerrada ovaci¨®n como reconocimiento y homenaje a su corrida! ?Qu¨¦ tarde de toros, se?ores! ?Y qu¨¦ toros!
El mejor de todos, sin duda, fue el tercero, al que se le dio una merecid¨ªsima vuelta al ruedo. Pero los seis dieron muestras de poder¨ªo, de bravura, de casta y de raza.
Muy agresivo fue el primero, que hizo una larga y desigual pelea en el caballo, persigui¨® en banderillas y fue codicioso y fiero en la muleta. Largo y en tres ocasiones acudi¨® al picador el cuarto, noble en la muleta, aunque con un punto de soser¨ªa. Una fuerza de la naturaleza el quinto, que empuj¨® con su alma en el piquero, fue masacrado con la puya y lleg¨® moribundo al tercio final. Y los dos que bajaron la nota fueron el segundo y el sexto, que no se emplearon en varas; uno fue desarroll¨® soser¨ªa y el ¨²ltimo tuvo poca fijeza en la muleta.
El tercero, de nombre Rachido, n¨²mero 139, de 593 kilos de peso, un se?or toro, de preciosa estampa, sali¨® al ruedo, provoc¨® un ?oh! de admiraci¨®n, se acerc¨® al burladero de matadores y lo hizo a?icos como quien no quiere la cosa. Su pelea con el picador fue de poder a poder, vibrante y encarnizada, tanto que el piquero vivi¨® momentos de aut¨¦ntico peligro. Acudi¨®, como todos sus hermanos, alegre en banderillas, y cuando el torero tom¨® la muleta el toro lo miraba desafiante y altivo, pidiendo guerra. Y embisti¨® con todo su cuerpo, con intensa bravura, con violencia, largo y fijo en el enga?o. Y una y otra vez. Era un toro en todo su esplendor.
?Y los toreros? Dicho queda que fue un corrid¨®n a la antigua. Y los toreros de hoy? Pero todos, absolutamente todos los toreros, habr¨ªan pasado un calvario. La pena es que Encabo y Bol¨ªvar tuvieron delante dos toros para encumbrarse como figuras del toreo, y no lo consiguieron. Valiente Encabo con el agresivo primero, pero se desinfl¨® pronto, brill¨® s¨®lo al principio, y se despeg¨® de los afilados pitones. Heroico Bol¨ªvar con el tercero, desde el pase cambiado inicial hasta las magn¨ªficas tandas por ambas manos aguantando una fuerza de la naturaleza. Bien de verdad, y un horror cuando mont¨® la espada y se fue a los bajos. ?Por Dios! ?C¨®mo se puede tirar as¨ª por la borda toda una carrera! Volvi¨® a hacer alardes de valor en el ¨²ltimo y sufri¨® una tremenda voltereta sin consecuencias. S¨¢nchez Vara qued¨® in¨¦dito por su soser¨ªa y la de su lote.
Una vez m¨¢s, renace el toro; y con ¨¦l, la esperanza.
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