"La intervenci¨®n estatal en el cine es de una mentalidad 'cortoplacista'"
El catedr¨¢tico estadounidense Al Lieberman asevera que el talento debe ser el pilar del sector
Media hora de conversaci¨®n telef¨®nica con el profesor Al Lieberman (New York, 1939) basta y sobra para corroborar su fe en el empe?o que practica: la profesionalizaci¨®n de los trabajadores del ocio. "Entretenimiento", le llama ¨¦l para abarcar lo inventado y lo que queda por inventar en uno de los negocios que m¨¢s han crecido durante el ¨²ltimo siglo. O del negocio que mejor caracteriza a esta ¨¦poca en todo el mundo y no s¨®lo en Estados Unidos, como se afana en precisar. Reci¨¦n llegado de Barcelona, donde ha disertado sobre los desaf¨ªos profesionales que advierte en la industria del cine, Lieberman opina categ¨®ricamente: "La intervenci¨®n del Estado en el sector es short-term thinking. Es decir, de una mentalidad 'cortoplacista'".
"El cine ha aprendido de la tragedia de las discogr¨¢ficas, que se escondieron del llamado 'fen¨®meno Napster'"
Lieberman, que ense?a en el programa de Entretenimiento, Medios y Tecnolog¨ªa de la Universidad de Nueva York, dice que los fondos p¨²blicos pueden ayudar durante un a?o o dos a algunos cineastas. Pero esos subsidios no solucionar¨¢n el problema de las audiencias -que la gente vea las pel¨ªculas espa?olas- ni har¨¢ que la producci¨®n local tenga una proyecci¨®n internacional. Para conseguir esos resultados, Lieberman (autor del manual La revoluci¨®n del marketing del entretenimiento) s¨®lo conf¨ªa en el talento y la formaci¨®n de ejecutivos y artistas, una inquietud que dice que existe en EE UU, desde luego, pero tambi¨¦n en Alemania y Argentina. "Espa?a no parece interesada en esto, en aprender qu¨¦ significa hacer una pel¨ªcula y c¨®mo ganar dinero con ella".
Pregunta.El Gobierno espa?ol ha decidido reformular su pol¨ªtica de ayuda al cine en parte porque el p¨²blico no parece interesado en ver las pel¨ªculas que se producen en este pa¨ªs...
Respuesta. Una condici¨®n para que esta industria se desarrolle es que, por detr¨¢s de ella, haya gente que entienda el negocio. De lo contrario, las iniciativas estatales se quedan apenas en malos intentos de organizar algo que no tiene futuro. En Estados Unidos existe un sector poderoso en cierta medida gracias al esfuerzo invertido en estudiar el negocio del entretenimiento, que es el de la televisi¨®n, el de la tecnolog¨ªa... Y algo parecido ocurre en otros sitios. No creo que esta sea, sin embargo, la prioridad de Espa?a.
P. En definitiva, usted no cree que el Estado deba intervenir en el cine.
R. Los fondos p¨²blicos pueden ayudar un a?o, pero hace falta una combinaci¨®n m¨¢s compleja. Si yo le doy un mill¨®n de euros, ?usted har¨ªa una pel¨ªcula?
P.No.
R.Claro, quiz¨¢ usted, que es periodista, podr¨ªa hacer una revista...
P.... O una web.
R.Exacto. Tambi¨¦n puede escribir un libro, pero no hacer cine, que es una empresa que requiere una estructura enorme de gente, un gui¨®n, un escenario, un mecanismo de distribuci¨®n y una enorme inversi¨®n en publicidad. Mire, yo soy un apasionado del cine, pero tampoco har¨ªa pel¨ªculas: ser¨ªa terrible. En cambio, hay gente que se destaca porque tiene condiciones para eso. Almod¨®var, por ejemplo, sabe hacer pel¨ªculas que llegan a todas partes. Pero no todos pueden conseguir algo parecido.
La ca¨ªda est¨²pida
A Lieberman no le quita el sue?o el debate sobre los derechos de autor que enfrenta a realizadores con internautas. ?l ve esa controversia con ojos m¨¢s pragm¨¢ticos: "La red es una herramienta estupenda para la publicidad boca a boca. Es decir, para que una excelente pel¨ªcula de presupuesto m¨ªnimo llegue a todo el mundo". Y est¨¢ convencido de que la industria del cine ha aprendido de la nefasta gesti¨®n de las descargas gratuitas que hicieron las compa?¨ªas discogr¨¢ficas. "Hay que ser muy est¨²pido para caer en lo mismo", reconoce.
P.Los cineastas de todo el mundo est¨¢n esperando que los estudios estadounidenses establezcan el c¨®digo de relaci¨®n con el entorno digital. ?Est¨¢n ellos preparados para ensayar una soluci¨®n distinta a la que dio la m¨²sica?
R. Entiendo que la industria del cine ha aprendido de la tragedia de las discogr¨¢ficas, que s¨®lo supieron esconderse y evitar el llamado 'fen¨®meno Napster'. Est¨¢ en marcha una gran inversi¨®n de tiempo y dinero destinado a encontrar una salida alternativa a ese escenario catastr¨®fico. A esta altura ya existen herramientas digitales muy efectivas al servicio del negocio del cine que, sobre todo, inciden en la distribuci¨®n de las pel¨ªculas.
P.?C¨®mo funcionan?
R.Piense que en EE UU aparecen 600 pel¨ªculas nuevas al a?o: cada espectador quiere una distinta y la clave est¨¢ en enviarle la informaci¨®n que le interesa. El espectador del cine de acci¨®n debe conocer los estrenos de Batman y de Transformers. La red es ideal para ese tipo de est¨ªmulo, para conocer la opini¨®n del p¨²blico con un perfil parecido y saber, por ejemplo, que en China hay una pel¨ªcula de acci¨®n que puede ser interesante.
P.?El boca a boca sigue siendo una publicidad esencial pese a la tendencia a destinar presupuestos exorbitantes para la promoci¨®n de un filme?
R.S¨ª, en EE UU se llama create the buzz ("crear el zumbido", en espa?ol). La expectativa ahora puede ser generada mediante bit¨¢coras o en los foros de espectadores. Un comentario en la web puede inducir a pagar el precio que supone ver una pel¨ªcula en una sala si el producto es de gran calidad, como sucede con las producciones tridimensionales. No es verdad que no haya p¨²blico dispuesto a llenar los cines: ocurre que debe merecer la pena.
![El experto en el sector del ocio durante una clase reciente en una universidad de Buenos Aires](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UBBUTRJKYTU6HO4DXRP2VI5HPM.jpg?auth=1b09f613f9a3d7b17a6753d70604a6ab442efd053dca71829711e13025a1128a&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.