La historia de Lorca se reescribe
Las conclusiones de los arque¨®logos coinciden con la versi¨®n que adelant¨® el investigador Gabriel Pozo en un libro de reciente publicaci¨®n
El informe de los arque¨®logos que han excavado el Parque Garc¨ªa Lorca de Alfacar concluye que all¨ª nunca hubo enterramientos. Con esta afirmaci¨®n, se pone en cuesti¨®n la hip¨®tesis que han sostenido los historiadores que m¨¢s han investigado el paradero de los restos del poeta granadino, Agust¨ªn Pen¨®n e Ian Gibson, y que se basa en el testimonio de Manuel Castilla, el presunto enterrador. A ambos les indic¨® un olivo como el lugar en el que se encontraba el poeta. Sin embargo, el investigador Gabriel Pozo aporta en su libro Lorca, el ¨²ltimo paseo (editorial Almed) nuevos datos que (como adelant¨® El PA?S el pasado 10 de diciembre) ponen en tela de juicio la validez del presunto testigo. "Manuel Castilla se?al¨® una fosa situada en el lugar en el que hoy [por la semana pasada] se est¨¢ excavando. Sin embargo, despu¨¦s confes¨® a otros que no estuvo all¨ª el d¨ªa del fusilamiento y que a Gibson le se?al¨® el primer lugar que se le ocurri¨®", explicaba Pozo, convencido de que no se iban a encontrar los restos del poeta.
Pozo aporta tambi¨¦n en su libro una nueva versi¨®n de lo que sucedi¨® antes de la muerte de Garc¨ªa Lorca. Sobre todo sobre la implicaci¨®n de Ram¨®n Ruiz Alonso, a quien se ha tenido siempre por responsable de la detenci¨®n y el fusilamiento del poeta. Unos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Franco huy¨® a Estados Unidos, pero antes explic¨® el porqu¨¦ de su huida a su hija mayor, la actriz Emma Penella. El libro incluye el testimonio de ¨¦sta, que dej¨® a Pozo una carta firmada en la que da fe de la autenticidad de sus declaraciones. La actriz pidi¨® que ¨¦stas no fueran publicadas hasta despu¨¦s de su muerte, ocurrida en agosto de 2007. Seg¨²n Penella, Queipo de Llano orden¨® que dieran un gran susto al poeta para que confesara todo lo que sab¨ªa de Fernando de los R¨ªos y firmara una denuncia contra ¨¦l. Por tanto, la detenci¨®n de Lorca habr¨ªa sido el ¨²ltimo intento de localizar a Fernando de los R¨ªos.
La versi¨®n oficial mantiene que fue Concha, la hermana del poeta, la que confes¨® que ¨¦ste se escond¨ªa en casa de los Rosales, al venirse abajo en uno de los registros a la Huerta de San Vicente, residencia de los Lorca, y tratar de proteger a don Federico, su padre. Sin embargo, la versi¨®n de Ruiz Alonso en boca de Penella, es muy distinta. "El mayor de los Rosales le dijo a mi padre en un desfile de falangistas que Lorca estaba en su casa. Le coment¨® que no estaba de acuerdo en que estuviera invitado y que ¨¦l procuraba no ir mucho porque quer¨ªa que se fuera". Tras esta conversaci¨®n, Ruiz Alonso inform¨® a los jefes de la CEDA (Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas) y decidieron "darle un escarmiento al ni?o mimado de Fernando de los R¨ªos". La detenci¨®n, seg¨²n Penella, no se produjo en la casa de la calle de Angulo con un amplio despliegue de hombres armados: "Acudi¨® con el mayor de los Rosales. Mi padre no sac¨® a Lorca de la casa de los Rosales, fue entregado por el hijo mayor y se lo llevaron al Gobierno Civil sin esposar ni nada". Despu¨¦s se produjo el fusilamiento, que Penella achaca a la lucha por el poder entre la CEDA y Falange. De esta ¨²ltima eran miembros destacados los Rosales, a los que se quiso desprestigiar con la muerte del poeta. "Garc¨ªa Lorca no fue sino el despojo que dos perros rabiosos trataban de arrebatarse", explica Gabriel Pozo en el libro.
Al acabar la guerra, Ruiz Alonso recibi¨® una llamada telef¨®nica inquietante. "En el extranjero hab¨ªan empezado las quejas por lo que hab¨ªa ocurrido con Lorca y el asunto irrit¨® a Franco. El caudillo quiso saber lo que hab¨ªa pasado y llam¨® a mi padre". Desde entonces, nunca m¨¢s se habl¨® del tema. Se destruyeron todas las pruebas y cualquier rastro que pudiera aportar luz al asesinato de Lorca.
Babelia
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