Psicocine
Un paseo por la locura en la gran pantalla
Hay una secuencia en Millenium 3: La reina en el palacio de las corrientes de aire en la que el p¨²blico asiste sobrecogido a los abusos sexuales que sufre la protagonista, la posthero¨ªna Lisbeth Salander, por parte del psiquiatra Peter Teleborian. El doctor se acerca a ella, aprovecha que la ni?a est¨¢ atada de brazos y piernas, y la viola. "En el cine se dan dos grandes corrientes a la hora de mostrar a los enfermos mentales: una ser¨ªa la autocomplacencia y otra, la extra?eza", apunta Luis Mui?o, psic¨®logo y divulgador. Salander pertenecer¨ªa a la primera, si no fuera porque al final de la trilog¨ªa de Stieg Larsson queda claro que de enferma, nada. En las salas coinciden ahora Millennium 3, Shutter Island y, desde hoy, con la espa?ola La isla interior, de Dunia Ayaso y F¨¦lix Sabroso, tres diversas visiones de los enfermos mentales, que van desde la esquizofrenia a la pura psicopat¨ªa.
El cine ha dado rienda suelta a sus excesos visuales para ahondar en la locura en la pantalla, y muy pocas veces para bien. Ah¨ª est¨¢n Corredor sin retorno, de Samuel Fuller, la noruega Elling o el biopic Frances, sobre la bajada a los infiernos de la actriz Frances Farmer. "Cuando el cine mejor refleja el tema de la locura es cuando muestra el l¨ªmite de la psicosis. A m¨ª me encanta David Lynch con t¨ªtulos como Terciopelo azul por c¨®mo muestra las sensaciones previas a la psicosis", apunta Mui?o. Y es cierto: el mundo psic¨®tico, tan dif¨ªcil de mostrar, no ha acabado de lograr una plasmaci¨®n coherente en el celuloide. Ni siquiera en las alucinaciones -salvo El perro andaluz o el aroma que emana El gabinete del doctor Caligari-. Para Mui?o, "existen otros trastornos mucho mejor reflejados. Por ejemplo, el obsesivo compulsivo, con Mejor... imposible". ?Y su d¨ªa a d¨ªa? ?Qu¨¦ piensa un m¨¦dico como Mui?o sobre Alguien vol¨® sobre el nido del cuco, Inocencia interrumpida o la espa?ola Hipnos? "En ninguna he visto bien nuestro d¨ªa a d¨ªa. Pero supongo que pasa con todas las profesiones. Si acaso, en la serie In treatment, aunque es muy deprimente, ?no?".
Porque en la pantalla, el psiquiatra deviene en investigador policial al estilo Brian De Palma, o monstruo peligroso como el Teleborian larssiano. Lo mismo pasa con los enfermos: o son unos buenos tipos ca¨ªdos en desgracia -"Cuando vi Trainspotting pens¨¦: ?Qu¨¦ yonquis m¨¢s majos! Ojal¨¢ conociera a algunos as¨ª", dice Mui?o- o tipos raros que son mostrados desde la extra?eza, tal vez porque igualamos en el desconocimiento al enfermo mental con el psic¨®pata.
Finalmente, los documentales. Monos como Becky, de Joaqu¨ªn Jord¨¢, LT22 Radio La Colifata, de Carlos Larrondo, La Osa Mayor menos dos, de David Reznak, o Uno por ciento, esquizofrenia, de Ione Hern¨¢ndez y producida por Julio Medem. "Me parece que hay un dramatismo demasiado acentuado, y al buscar ese efecto, el punto de vista no es objetivo", apunta Mui?o. Puede que entonces, el cine deba rendirse y acercarse a los problemas mentales con sensaciones y alucinaciones procedentes de maestros como David Lynch que ofrece clases magistrales de enso?aciones, Alfred Hitchcock, que tampoco se qued¨® atr¨¢s con sus diversas muestras de los problemas mentales (Psicosis, Recuerda...), Roman Polanski y su Repulsi¨®n o el Stanley Kubrick de El resplandor. Viajes al interior de un mundo m¨¢s cercano de lo que creemos.
Babelia
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