Por qu¨¦ la gente quer¨ªa tanto a Saramago
Cientos de personas aguardan en la plaza del municipio lisboeta para acceder hasta el sitio en el que se halla su cuerpo
Jos¨¦ Saramago est¨¢ expuesto desde esta tarde en el sal¨®n noble del Ayuntamiento de Lisboa, la ciudad en la que se hizo escritor. Cientos de personas aguardan en la plaza del municipio a que les toque el turno que les permite acceder hasta el sitio en el que se halla su cuerpo ya sin vida, su semblante noble y adusto, sosegado a¨²n m¨¢s por la sombra sutil de la muerte. Hay gente de todos los sectores, profesionales, obreros, campesinos como los de su origen, poetas, periodistas, gentes venidas desde distintos lugares de Portugal o de Espa?a, cronistas que le han seguido el rastro, familiares, gente que se cruz¨® con ¨¦l alguna vez en la presentaci¨®n de un libro o en un mitin. ?Por qu¨¦ le quieren tanto? Su editor, Zeferino Coelho, me dijo esta ma?ana, con l¨¢grimas en los ojos, que le quer¨ªan porque representaba, en el siglo XX y a¨²n m¨¢s all¨¢, "un monumento portugu¨¦s, como Pesoa".
Cree el editor que Saramago "concibi¨® un mundo, que le representa y nos representa". En ese mundo el autor de El a?o de la muerte de Ricardo Reis reinvent¨® los mitos civiles de Portugal a la altura del maestro de los heter¨®nimos, Fernando Pesoa. Y, adem¨¢s, nunca se dej¨® intimidar por los convencionalismos del poder.
?Es un monumento pues? Se lo pregunt¨¦ a un gran folclorista, cantante, intelectual y hombre de izquierdas, Carlos do Carmo, confundido entre los que acudieron a contemplar de cerca el rostro sin vida de Jos¨¦ Saramago, su amigo. Dijo Carlos do Carmo "yo dir¨ªa que Saramago es excepcionalmente un extramonumento portugu¨¦s. Yo tengo 70 a?os", sigui¨® diciendo do Carmo, "y es la primera vez que veo en mi vida un reconocimiento popular a alguien tan peculiar como Saramago".
Un amigo
Carlos do Carmo nunca hab¨ªa visto en su vida "a alguien que fuera tan querido, que le gustara tanto, a todo el mundo y sobre todo a la gente muy sencilla". Le pregunt¨¦ por qu¨¦. "Ah, vaya pregunt¨¢ndolo por ah¨ª. Lo cierto es que todo el mundo ha aprendido de ¨¦l. Yo he sido su amigo, era mi amigo, era uno de los amigos de mi vida, y muchas veces he aprendido de Jos¨¦, hasta el ¨²ltimo instante". Le pregunt¨¦ al ilustre folclorista qu¨¦ hab¨ªa aprendido de Samarago. "La paciencia. Su paciencia era inagotable, y yo creo que la paciencia proviene de la nobleza. Y adem¨¢s ten¨ªa un humor muy particular, que la gente no conoc¨ªa. Y era una persona muy generosa. Son muchas cosas que aprender de una sola persona".
Quer¨ªa a?adir algo m¨¢s Carlos do Carmo. Y lo hizo, a media voz dentro del sal¨®n noble del municipio. Quiero destacar su similitud con Jacques Brel. Como el cantante, Jos¨¦ mostr¨® siempre una total intolerancia hacia la mediocridad. Eso me encantaba". Cerca de ¨¦l, Zeferino Coelho nos dijo al o¨ªdo: "Saramago dec¨ªa que lo peor de la muerte es que est¨¢s y de pronto no est¨¢s. ?l estar¨¢ siempre con esta gente que le viene a ver". Su bi¨®grafo, Fernando G¨®mez Aguilera, director de la Fundaci¨®n C¨¦sar Manrique y creador de la exposici¨®n sobre la vida y la obra de Saramago, estaba all¨ª, de pie, frente a su amigo muerto. Hab¨ªa venido en el avi¨®n militar que flet¨® el Gobierno portugu¨¦s. Tuvo esta reflexi¨®n po¨¦tica sobre el regreso de Saramago a su patria: "Fue a Lanzarote en una balsa de piedra y vuelva a Portugal entre las nubes del aire".
Su amigo Javier P¨¦rez Royo, catedr¨¢tico sevillano, se mostraba extra?ado ante un silencio: "?Por qu¨¦ no est¨¢n diciendo ustedes estos d¨ªas que la mejor novela de Saramago, la m¨¢s consistente entre sus met¨¢foras, la que demostr¨® para siempre su gran categor¨ªa de novelista, la gran novela de Lisboa es El a?o de la muerte de Ricardo Reis?". Pues ya est¨¢ dicho. Por cierto, esta novela, El a?o de la muerte..., fue la que llev¨® a Pilar del R¨ªo a conocer, como periodista, a Saramago, con las consecuencias sentimentales que ya todo el mundo conoce.
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