No s¨®lo de ayuno vive el musulm¨¢n
Con la llegada del Ramad¨¢n las noches de El Cairo se transforman en una 'gimkana' cultural
Cuando la luna creciente asome el 11 de agosto m¨¢s de 1500 millones de musulmanes har¨¢n sus abluciones, rezar¨¢n orientados a La Meca y dar¨¢n por iniciado el mes de Ramad¨¢n. Los siguientes 30 d¨ªas, no probar¨¢n bocado mientras el sol luzca en el horizonte, no fumar¨¢n ni mantendr¨¢n relaciones sexuales, leer¨¢n el Cor¨¢n (a cap¨ªtulo por d¨ªa), y celebrar¨¢n en familia una fecha marcada en el calendario como la m¨¢s importante de su credo. Pero las noches, ?ah, las noches! Las noches del Ramad¨¢n se transformar¨¢n en un bullicio de personas que mezclan religi¨®n y juerga, cultura y misticismo; que convierten los caf¨¦s en una fiesta y las calles en una colorida estampa.
La gente cambia. Se percibe ya semanas antes de dar el pistoletazo de salida. Desde que comienza el mes de Cha?b¨¢n (previo al de Ramad¨¢n), las familias egipcias empiezan a prepararse espiritualmente para el sagrado periodo del ayuno, uno de los cinco pilares del Islam. "Muchos reducen la ingesta de comida paulatinamente para ir acostumbrando al cuerpo. Otros empezamos a leer el Cor¨¢n o a rezar m¨¢s", explica Mahmud, un tendero del mercado de Khan Al Khalili. Y la ciudad cambia. Poco a poco las aceras se van llenando de sacos repletos de frutos secos, higos y d¨¢tiles rodeados de mujeres bregando por la mejor materia prima para elaborar los dulces y alimentos t¨ªpicos. Son ellas, sobre todo, las que llevan la responsabilidad de preparar todo lo necesario para un mes de abstinencia, pero tambi¨¦n de grandes banquetes nocturnos en familia. Cada noche al caer el sol las casas se convierten en una fiesta en la que se degustan platos y dulces t¨ªpicos de estas fechas: mulukhiyya, shorba, kunafa, basbusa...
Los d¨ªas languidecen, los horarios laborales se reducen a la m¨ªnima expresi¨®n. Muchos pasan la mayor parte del d¨ªa durmiendo para enga?ar al est¨®mago y "los humores se agr¨ªan con la falta de alimento, agua y vicios como el tabaco", se?ala Mahmud. Luego cae el sol y la ciudad vuelve a la vida. Muchas familias pasan juntos frente al televisor, el tiempo despu¨¦s del iftar (la ruptura del ayuno), viendo telenovelas y programas de entretenimiento. Otros se lanzan a la noche, al aire libre, a disfrutar como m¨¢s les gusta hacerlo a los egipcios: en compa?¨ªa. Los grupos de amigos van al caf¨¦ de siempre, fuman shisha, beben (de todo menos alcohol) y juegan.
"Especialmente cuando el Ramad¨¢n se celebra en verano a la gente le gusta estar en la calle. El calor y la humedad se llevan mejor al aire libre", explica Moataz Nasr, artista multimedia y fundador del centro cultural Darb 1718. "El Ramad¨¢n no es s¨®lo un mes de devoci¨®n religiosa sino tambi¨¦n una ocasi¨®n festiva y, en oferta y variedad, El Cairo, por encima de otras capitales ¨¢rabes, se lleva la palma", asegura. Todos los a?os, el Fondo de Desarrollo de la Cultura de Egipto y los centros culturales independientes preparan una nutrida agenda para el mes sagrado. Este a?o incluye conciertos de m¨²sica, danza suf¨ª, exposiciones y obras de teatro, adem¨¢s de cursos y cuentacuentos desde la Citadel a Zamalek, pasando por el barrio de Al Fustat. Estas actividades al aire libre son una interesante alternativa para viajeros ocasionales y residentes. Tal vez por eso la madre del mundo sea el destino preferente de muchos turistas del Golfo durante esta ¨¦poca del a?o.
Para Moataz Nasr, la vida cultural que cobra la ciudad durante este mes es incomparable con la del resto del a?o a pesar de que su actividad es constante. "Tuvimos mucho ¨¦xito con un curso de moda reciclada, con pase de modelos incluido, inspirada en pintores como Goya o Dal¨ª que realizamos en colaboraci¨®n con la secci¨®n cultural de la embajada espa?ola", cuenta. "Es lo bueno de la cultura que es una mezcla de culturas", asevera. "Durante estos d¨ªas especialmente", argumenta el artista, "es bonito ver como gente de diferentes religiones y nacionalidades se junta para disfrutar de una exposici¨®n o una obra de teatro, con un lenguaje com¨²n".
El lenguaje es lo que usa precisamente el emisario del espa?ol en el mundo, el Instituto Cervantes, para unirse a sus anfitriones egipcios. Este a?o las Noches de Ramad¨¢n, del Cervantes cumplen su XIII edici¨®n y concentrar¨¢n sus actividades a finales del mes del ayuno, ya en septiembre. Durante esos d¨ªas, la entidad tiene previsto participar en varias muestras de baile y cante tradicional al principio de las cuales un poeta egipcio recitar¨¢ en ¨¢rabe una poes¨ªa de un autor latinoamericano y una de un espa?ol.
Y para alumbrar esas noches de oraci¨®n, comida egipcia y disfrute intelectual nada mejor que el fanous. Esta l¨¢mpara es sin duda otra parte esencial de la atm¨®sfera m¨¢gica del Ramad¨¢n. Y ninguna casa, restaurante o mezquita estar¨ªa completo sin uno. Nadie sabe exactamente cu¨¢ndo comenz¨® la tradici¨®n de estos faroles en Egipto. Hamdy, un estudiante de ingenier¨ªa que en estas fechas echa una mano en la tienda familiar, explica rodeado de cientos de fanous de todos los colores, que cree que "la tradici¨®n procede de T¨²nez, donde tambi¨¦n es habitual verlas". Sin embargo hay quien se remonta a los mamelucos (1250-1517), ¨¦poca durante la que las mujeres los usaban para guiarse por las callejuelas oscuras en la peregrinaci¨®n de visitas familiares que hac¨ªan tras el ayuno. Mientras otros, creen que el origen es anterior y surgi¨® durante la dinast¨ªa fatim¨ª (970-1169). En aquel entonces los egipcios recibieron la llegada del califa Moezz Eddin Al¨¢ a la ciudad encendiendo cientos de faroles y el propio Eddin mand¨® despu¨¦s poner fanous en todas las mezquitas para que los fieles encontraran el camino.
Sea cual sea su origen lo cierto es que los cairotas pasan horas buscando entre el centenar de modelos que se ofrecen ya semanas antes del Ramad¨¢n. Los precios van desde las 5 libras (80 c¨¦ntimos de euro), hasta las 250 (35 euros), y se pueden usar con una vela o bien con bombillas", chapurrea en ingl¨¦s Hamdy. No le preocupa la competencia de los faroles made in China, a pesar de que reconoce que cada a?o "roban un poco m¨¢s de venta." "Lo que importa, es la tradici¨®n", dice.
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