Cintas con sabor a ?frica
Brian Shimkovitz es el orgulloso responsable de un blog en el que peri¨®dicamente sube, de forma ¨ªntegra, bizarros trabajos musicales provenientes del continente que m¨¢s le entusiasma. El 28 de agosto pinchar¨¢ en la Casa encendida de Madrid
La declaraci¨®n oficial de independencia de Sud¨¢n del Sur es inminente y para celebrarlo, Brian Shimkovitz ha decidido subir a su blog la ¨²ltima cinta de Agele Hot, un popular m¨²sico de la regi¨®n con melod¨ªas tradicionales muy positivas y bailables. La calidad de sonido no es la mejor y la portada habla por s¨ª sola. No importa. Sus lectores ya est¨¢n acostumbrados.
Especializado sobre todo en rap y m¨²sica electr¨®nica, Brian Shimkovitz es el orgulloso responsable de Awesome tapes from Africa, el sitio web en el que peri¨®dicamente va colgando las rarezas musicales que adquiri¨® en los mercadillos de varias ciudades del oeste del continente negro durante el a?o que pas¨® en Ghana estudiando las influencias del hip hop africano. La ¨²ltima bizarr¨ªa resultante de la colisi¨®n entre la era anal¨®gica y la digital es un blog que ha logrado resucitar y amplificar la popularidad de artistas que nunca aspiraron a ser escuchados m¨¢s all¨¢ de los transistores locales de su ciudad. En algunos casos, hay trabajos que datan de la d¨¦cada de los ochenta.
Aunque su blog alberga contenidos con copyright, asegura que nunca nadie le ha reclamado la retirada de una entrada
Brian Shimkovitz realiza una labor de narraci¨®n y descripci¨®n de la vida en ?frica de cuyo valor probablemente no sea consciente
Comenz¨® comprando cintas a un d¨®lar en mercadillos durante el a?o en el que vivi¨® en Ghana
Brian Shimkovitz lo repite una y otra vez, tanto en entrevistas como al otro lado del tel¨¦fono: "No soy ning¨²n experto en m¨²sica africana". A pesar de que lleva m¨¢s de cinco a?os compartiendo con el resto del mundo su extravagante, pero valiosa, colecci¨®n de casetes africanas, este treinta?ero publicista neoyorkino reconvertido en disc jockey de fama internacional insiste en que ¨¦l solo se dedica a subir las cintas a internet para que as¨ª el resto de la gente pueda conocerlas y disfrutar tanto como lo hace ¨¦l.
Delgado y con un pelo lacio y fino que continuamente tiene que apartar de sus gafas de pasta negra, este residente en Brooklyn ha logrado encontrar una forma constructiva de canalizar su peculiar pasi¨®n y entusiasmo por los ritmos africanos contempor¨¢neos, creando un ciberrefugio cultural minoritario que le ha abierto las puertas para pinchar en salas de varios pa¨ªses europeos y, lo que es m¨¢s importante, le ha supuesto una fuente de ingresos. Ahora su pasi¨®n le paga las facturas y planea lanzar en breve incluso su propio sello discogr¨¢fico, que se llamar¨¢ igual que su blog.
Entusiasta como pocos, cada vez que actualiza su blog, Shimkovitz se deshace en elogios con el artista al que ha decidido dedicar la entrada hasta casi agotar el repertorio de calificativos halagadores existentes en el vocabulario. Se refiere a "preciadas gemas" cuando sube la que ¨¦l considera una verdadera rareza y encuentra en el lector un peque?o confidente al que narrarle su estado de ¨¢nimo y contarle sus m¨¢s recientes inquietudes. En noviembre de 2010, confesaba "estar empezando a aficionarse al rap de Tanzania" para justificar el artista al que daba a conocer esa semana, un hombret¨®n rodeado de oros que recuerda al m¨ªtico rapero Notorious B.I.G. y de nombre Professor Jay. Un a?o antes, cuando por fin consigui¨® localizar una cinta de un grupo tribal llamado Wulomei, que ya hab¨ªa escuchado con 19 a?os, disfrutaba tanto que reconoci¨® sentirse "destrozado como un yonki".
Al mismo tiempo que relata con pasi¨®n su ¨²ltimo descubrimiento (ahora no son los mercadillos sino sus lectores qui¨¦nes le suministran el nuevo material para que lo comente), Shimkovitz realiza una labor de narraci¨®n y descripci¨®n de la vida en estos pa¨ªses de cuyo valor probablemente no sea consciente; peque?as p¨ªldoras descriptivas que ayudan a entender c¨®mo es la vida en Mali, Senegal, Ghana o Guinea, y que hacen de la experiencia de escuchar a tipos como Bongo Flava o Super Mazembe algo a¨²n m¨¢s emocionante y especial al poder, en cierto modo, empatizar con la poblaci¨®n consumidora de estas cintas tan rudimentarias visual y ac¨²sticamente. Es as¨ª como uno descubre que a este tipo de artistas se les suele pagar una sola vez, independientemente de los beneficios que su discogr¨¢fica pueda generar o que, en la industria musical africana, es cotidiano encontrarse con casetes cuyo contenido no tiene por qu¨¦ guardar relaci¨®n con lo impreso en la contraportada. Por otra parte, llama la atenci¨®n la mayoritaria presencia de artistas masculinos frente al residual y anecd¨®tico n¨²mero de trabajos editados por mujeres.
La historia de estos m¨²sicos es la historia de ?frica. Se aprecia en el dise?o de sus car¨¢tulas y se paladea en sus letras, que, repletas de cr¨ªtica social, constituyen una magn¨ªfica radiograf¨ªa del quehacer diario de estos pa¨ªses del continente olvidado.
La relaci¨®n que este bloguero, pinchadiscos y ocasional colaborador en publicaciones especializadas tiene con estos ex¨®ticos m¨²sicos africanos no va m¨¢s all¨¢ de la que pueda tener cualquier persona convencional: los sigue desde su adolescencia, goz¨® de un acercamiento cultural hacia su industria discogr¨¢fica de casetes de mercadillo a un d¨®lar durante su estancia en Ghana como estudiante de beca Fullbright y hoy, son sus fans los que les recomiendan y suministran el material por correo. A pesar de que su blog alberga contenidos con copyright, asegura que nunca nadie le ha reclamado la retirada de una entrada.
Aunque lo que m¨¢s le interesa de la m¨²sica africana es su deriva electr¨®nica y rapera, su blog recoge una amplia gama de estilos; rumores de un continente tan cercano y, a la vez, tan desconocido, en los que es posible oler la etnia en cada uno de los tambores y palpar la eterna alegr¨ªa y optimismo de su alma en cada canci¨®n. El 28 de agosto, y por apenas cuatro euros, La Casa Encendida de Madrid ofrecer¨¢ la oportunidad de saborear durante una noche esta mezcolanza de ritmos que orbita entre lo contempor¨¢neo y lo tradicional de la historia de ?frica.
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