Los caf¨¦s de Viena, patrimonio la humanidad
La UNESCO reconoce la labor de estos centros de vida social e intelectual sin los que es imposible entender la cultura europea
La tradicional cultura de los caf¨¦s de Viena, a los que acud¨ªa y acude la intelectualidad austriaca e internacional, personalidades de la m¨²sica y la pol¨ªtica, y ¨²ltimamente tambi¨¦n del celuloide, han sido incluidos "como pr¨¢ctica social" la semana pasada en la Lista Nacional del Patrimonio Cultural Intangible de la Organizaci¨®n de la ONU para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Pese a que los primeros caf¨¦s se abrieron en el Imperio Otomano, fue en la Viena de finales del XIX cuando vivieron su ¨¦poca dorada. Muchos intelectuales viv¨ªan pr¨¢cticamente en esos locales: entraban ya por la ma?ana llevando del brazo el atuendo que se iban a poner para la noche y se cambiaban en un reservado cuando llegaba la hora de salir del local, como hacia el escritor y poeta Peter Altenberg (1859-1919).
El caf¨¦ Landtmann, por ejemplo, est¨¢ estrechamente ligado al padre del psicoan¨¢lisis, el austriaco Sigmund Freud, del que era cliente habitual. Nada extra?o si se tiene en cuenta que no est¨¢ lejos de la que era su vivienda y su consulta en la Bergasse, mientras que el Central, en el palacio Ferstel, era el favorito de su compatriota Altenberg y del revolucionario ruso jud¨ªo Leon Trostky durante su exilio antes del comienzo de la I Guerra Mundial. Altenberg, "el poeta sin casa", como le denomina el escritor Claudio Magris en su libro El Danubio, viv¨ªa f¨ªsica y literalmente en el Central, por ello, desde hace d¨¦cadas una figura que le representa, realizada en papel mach¨¦, est¨¢ sentada frente a la puerta, como si estuviera atenta a la entrada y salida de clientes. Es tan realista, que hay personas, especialmente turistas, que al encontr¨¢rselo nada m¨¢s entrar y verle mirando fijamente, creen que es una persona, quiz¨¢ perteneciente al local, y le saludan o se despiden de ¨¦l al pasar por su lado sin advertir que es una escultura.
Una muestra de que estos establecimientos, que revelan el saber vivir austriaco desde hace casi cuatro siglos, siguen reuniendo a la ¨¦lite de cualquier sector junto con el ciudadano de a pi¨¦, es que mientras esta periodista redactaba estas l¨ªneas, en el Caf¨¦ Ediles, detr¨¢s del Parlamento federal austriaco y del Ayuntamiento, por lo que sus clientes habituales suelen ser pol¨ªticos, entraron en ¨¦l el director de la Wiener Staatsoper (Opera de Viena), el franc¨¦s Dominique Meyer, con el presidente de la tambi¨¦n prestigiosa instituci¨®n de la Filarm¨®nica de Viena, el austriaco Clemens Hellsberg. Se entiende por tradici¨®n cultural de los caf¨¦s vieneses la posibilidad de que sus clientes habituales puedan recibir en ellos su correspondencia, es decir, como si fuera su propio domicilio, que se pueda quedar uno, da igual que est¨¦ de paso por la ciudad, horas y horas con una bebida, habitualmente un caf¨¦, sin obligaci¨®n de consumir m¨¢s.
La lectura
Todos ofrecen adem¨¢s la posibilidad de leer diferentes diarios, nacionales, regionales y extranjeros sujetos a un marco de madera, pues o cuelgan de un perchero de los llamados vieneses o est¨¢n sobre un mostrador e igualmente lo portan para mantener el orden las hojas y, en lo posible, el buen estado del peri¨®dico, que ese d¨ªa pasar¨¢ por las manos de numerosos clientes. Los caf¨¦s vieneses fueron siempre centro de reuni¨®n social. En ellos,"se sienta la gente que quiere estar sola, pero que necesita compa?¨ªa", dec¨ªa el escritor austriaco Alfred Polgar, uno de los favoritos de su colega checo de la minor¨ªa alemana Franz Kafka. Lo que se conoce como el Modernismo vien¨¦s fue impregnado por la cultura de los caf¨¦s de Viena, que ofrec¨ªan una plataforma para el intercambio de ideas. Eran lugar de trabajo de escritores y pensadores, a la vez que de relajo. El conocido actor y escritor austriaco Helmut Qualtiger y su compatriota el escritor checo de la minor¨ªa alemana Friedrich Torberg, frecuentaban el Caf¨¦ Hawelka, un cl¨¢sico como el Central o el Landtmann, y filosofaban sobre el mundo y sobre Dios.
Su ¨¦poca dorada fue el fin del siglo XIX, la de 1900, en la que convergieron los cambios propios del ocaso de una ¨¦poca con una monarqu¨ªa en decadencia ante otra que surg¨ªa y en la que florec¨ªan las artes y el pensamiento, la creatividad, que inspir¨® a numerosos escritores, como el austriaco Arthur Schnitzler, que disecciona el alma humana y a quien Freud llam¨® su alter ego literario. Se conocieron y se admiraban mutuamente. En el Caf¨¦ Landtmann, Freud adoctrinaba durante horas sobre la histeria femenina, la normalidad de la pr¨¢ctica del incesto y otros elementos de su pensamiento, mientras Schnitzler escrib¨ªa sobre la conciencia y le daba forma en su Relato so?ado y el escritor y dramaturgo Hugo von Hofmannsthal buscaba ideas para completar su Jedermann (Cada cual), obra de teatro que se representa cada a?o en los Festivales de Salzburgo, en verano, fundados en 1920 por ¨¦l con el director teatral Max Reinhardt, jud¨ªo austriaco, y el compositor alem¨¢n Richard Strauss.
Reuniones pol¨ªticas
Incluso la iniciativa de la creaci¨®n de una naci¨®n para los jud¨ªos, que se hizo realidad en 1948 con la fundaci¨®n del Estado de Israel, fue debatida intensamente por el fundador del sionismo pol¨ªtico moderno Theodor Herzl con sus coet¨¢neos en el Landtmann. En 1900 se hac¨ªa pol¨ªtica al lado de una taza de caf¨¦ y de un pedazo de las ya famosas tartas vienesas en un caf¨¦, en el que, por lo general, hab¨ªa m¨²sica de piano tocada en vivo a partir de las seis de la tarde. Tambi¨¦n Thomas Bernhard, escritor y dramaturgo austriaco de la segunda mitad del siglo XX, era un habitual de un caf¨¦, del Br?unerhof, en el caso hist¨®rico de Viena, en los que perfeccion¨® muy probablemente su visi¨®n del mundo, que muchos consideran pesimista y otros tantos, realista. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el Landtmann, quiz¨¢ el m¨¢s elegante, ha tenido como clientes a la pol¨ªtica estadounidense Hillary Clinton, al ex beatle Paul McCartney, al actor de Hollywood Burt Lancaster y a la actriz austro-alemana Romy Schneider.
"La tradici¨®n de la cultura de los caf¨¦s de Viena se remonta al siglo XVII y se distingue por un ambiente muy espec¨ªfico. Son t¨ªpicos las sillas de Michael Thonet, pionero austriaco del m¨¦todo de dar forma a la madera con calor, las mesas de m¨¢rmol, en las que se sirve el caf¨¦ y las que muestran los diarios", que conviven con "los asientos con bancos" de forma semicircular o de l¨ªneas rectas, "y los detalles de dise?o interior de estilo historicista" (siglo XIX), es decir, que imita el de otras ¨¦pocas con motivos actuales. "Son un lugar donde el tiempo y el espacio se consume, pero solo aparece el caf¨¦ en la cuenta", indica la Comisi¨®n de la UNESCO encargada de elaborar la lista. La Convenci¨®n de la UNESCO para Salvaguardar la Herencia Cultural Intangible fue creada en 2003 y se aplica a bienes no materiales que aportan a grupos o comunidades "un sentido de identidad y continuidad", como, entre otros, las tradiciones orales y las expresiones, las artes esc¨¦nicas, las pr¨¢cticas sociales sobre la naturaleza y la artesan¨ªa tradicional.
Desde el siglo XVII
La historia de la cultura de los caf¨¦s vieneses data del 1683, a?o en el que un vien¨¦s llamado Georg Franz Kolschitzky (1640-1694) recibi¨®, supuestamente, la primera licencia oficial para vender caf¨¦ y lo hizo en un local que llam¨® La botella azul. Los granos se los hab¨ªa comprado a los turcos, que en aquella ¨¦poca sitiaban Viena, reza la leyenda. El primer caf¨¦ de Viena del que se tiene informaci¨®n oficial fue abierto en 1685 por Johannes Diodato (1640-1725), nacido en Estambul y de origen armenio o griego, quien procedente del Imperio Otomano introdujo esta bebida con cafe¨ªna en la capital del imperio austro-h¨²ngaro de los Habsburgo.
Actualmente, estos locales ofrecen una veintena de diferentes tipos de caf¨¦s, lo que hace muy dif¨ªcil la elecci¨®n, especialmente para el primerizo. Los establecimientos dieron un gran paso cuando incluyeron la pr¨¢ctica de poner a disposici¨®n de sus clientes peri¨®dicos. Esta pr¨¢ctica data de 1720 y la ide¨® el Kramersches Kaffehaus en el centro, ahora peatonal, de Viena. Otro avance, fue les fue permitido ofrecer comida caliente y bebidas alcoh¨®licas. Esto ¨²ltimo tiene su origen en la prohibici¨®n de traficar con caf¨¦ emitida por Napole¨®n en su comercio con Inglaterra, que tambi¨¦n fue aplicada a Austria desde 1808, causando una gran subida de las tasas de los granos de caf¨¦, lo que llev¨® a los cafeteros vieneses a buscar otras fuentes alternativas de ingresos creando as¨ª un nuevo tipo de establecimiento, el Kaffee-Restaurant.
Esa novedad ha demostrado ser de ¨¦xito en los ¨²ltimos 300 a?os dado que, seg¨²n la C¨¢mara de Comercio, Viena tiene actualmente 1.083 caf¨¦s, 900 Kaffee-Restaurants y 181 Kaffe-Konditoreien, es decir, caf¨¦s que producen y venden su propia pasteler¨ªa. No fue hasta 1900 en que la joven intelectualidad hizo de ellos su lugar de reuni¨®n para celebrar tertulias, aunque la primera ¨¦poca de florecimiento de los caf¨¦s se dio en torno a 1815, cuando aquellos que cre¨ªan ser alguien o lo eran se sentaban en los bancos tapizados en terciopelo rojizo, bajo las enormes l¨¢mparas, con luz algo sombr¨ªa y amarillenta, igualmente t¨ªpicas hoy en d¨ªa, y los revestimientos de madera de las paredes que decoraban estos lugares, impregnados del aroma de los granos tostados de caf¨¦.
Entre las peculiaridades de los caf¨¦s de Viena destacan el que hasta 1856 no se permiti¨® la entrada de clientas, por lo que la ¨²nica mujer que hab¨ªa habido en ellos hasta entonces era la cajera, y el que estos locales contaran a finales del siglo XVIII con mesas para jugar al billar, espejos, un gran reloj, ara?as de cristal y a los que se entraba por la esquina de un edificio, con buenas vistas de la calle. Desde que decayeron en los a?os setenta los caf¨¦s han vuelto a renacer gracias a Internet. Los que tienen Internet inal¨¢mbrico o WiFi, cada vez m¨¢s numerosos, se llenan de gente port¨¢tiles. La gente acude a los caf¨¦s de Viena para no ser molestados en sus pensamientos mientras beben sin prisa, extremo fundamental. Son lugares que sirven de refugio contra el estr¨¦s de la gran ciudad. Ofrecen espacio para hacer de espectador callado y poder estudiar la diversidad de la gente y sus conductas, seg¨²n formul¨® el autor Polgar.
El caf¨¦ de Viena es legendario, de renombre internacional, una instituci¨®n, un s¨ªmbolo de la capital austriaca, sobre el que se ha escrito mucho, muy visitado y tan vivo hoy como lo fue en el pasado. Hay muchos que aseguran que no habr¨ªa Estado de Israel, ni muchos textos literarios, filos¨®ficos ni canciones si no hubiera existido esa especial atm¨®sfera que creaban y crean los caf¨¦s de Viena, la de un pasado de monarqu¨ªa y arquitectura modernista (Jugendstil), de m¨²sica cl¨¢sica, propicio para el nacimiento de ideas nuevas que contribuyeron a cambiar el mundo. Ya lo dec¨ªa el emperador Francisco Jos¨¦, "Ustedes tienen suerte. Pueden sentarse en los caf¨¦s".
Listado alfab¨¦tico de los caf¨¦s de Viena
![Fachada del Caf¨¦ Landtman.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7WZNTFF75STPD55PZGBWYVKJ5M.jpg?auth=f92c4afbc1d1f8aefd84059344e957a5f068aaf3ed615000ceb33369f37d6ebb&width=414)
![Una silla dise?ada por Michael Thonet](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LT3NAC3GOWGKQBY26NW7BDC24A.jpg?auth=bf4ab2de8545fdfd946f427b080702ea707ac5d3de1e4ec78b71e8f0534b53a7&width=414)
![El escritor y poeta Peter Altenberg pr¨¢cticamente viv¨ªa en el Central de Viena](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WKWGTMNYGDEO2OMK7MTZNDEIQA.jpg?auth=cea907bad1b90bb5fa92fb1d800a2346e79b3b8adf3bf80e23773630542186a8&width=414)
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