La m¨²sica toma la palabra en los Nobel
La gran pasi¨®n de Tomas Transtr?mer, galardonado en Literatura, protagoniza la semana de los premiados
Es la semana del Nobel del silencio aqu¨ª en Estocolmo. No es ya que el poeta sueco Tomas Transtr?mer cuente con una escueta producci¨®n de intensidad inversamente proporcional, no m¨¢s de 500 p¨¢ginas de versos y escritos memorial¨ªsticos en casi medio siglo publicados en Espa?a por N¨®rdica, en traducci¨®n de Roberto Mascar¨®; es tambi¨¦n la afasia que padece desde 1990 y que le hurt¨® el habla primero y termin¨® por arrebatarle el don de su escritura asc¨¦tica, de raigambre cl¨¢sica y preocupaci¨®n culta, humanista y ecol¨®gica. De ah¨ª que la m¨²sica, su gran pasi¨®n, haya tomado la palabra en los actos con los que honra su figura la ciudad de Estocolmo, su ciudad, engalanada para la ocasi¨®n de celebrar el primer Nobel de literatura concedido a un sueco en 37 a?os.
El escritor, de 80 a?os, cambi¨® por un recital con orquesta de una docena de sus poemas el tradicional discurso, programado por norma tres d¨ªas antes de la ceremonia de entrega y el banquete, que tendr¨¢n lugar ma?ana s¨¢bado en el aniversario de la muerte de Alfred Nobel. Transtr?mer asisti¨® el mi¨¦rcoles -junto a M¨®nica, su mujer, y encorvado sobre la infinita paciencia en una silla de ruedas- para escuchar la glosa del secretario general permanente de la Academia Sueca, Peter Englund; las declamaciones de los actores, entre los que se encontraba la asturiana Antolina Guti¨¦rrez del Castro, que ley¨® en espa?ol, y la m¨²sica del Coro de C¨¢mara Gustaf Sj?kvist y el quinteto de solistas de Upsala.
Su voz son¨® en una grabaci¨®n antigua que recitaba Soledad (1966) y los bals¨¢micos versos de Schubertiana (1978): Pero nada de eso es, en realidad, nuestra confianza. Las cinco cuerdas dicen que podemos confiar en otra cosa. / ?En qu¨¦? En otra cosa, y nos acompa?an un trecho del camino hacia all¨ª. Y, como en el conjunto de su obra, las referencias musicales continuaron: de la G¨®ndola f¨²nebre de Liszt, poema de 1996, en el que dos hombres, suegro y yerno, Liszt y Wagner, viven junto al Canal Grande / con la inquieta esposa del rey Midas, / ese que transforma en Wagner todo lo que toca a Artista en el norte (incluido en Ta?idos y huellas, de 1966) y habitado por el compositor Edvard Grieg: Me transport¨¦ hasta aqu¨ª para ser corneado por el silencio / Mi caba?a de trabajo es peque?a / El piano de cola est¨¢ aqu¨ª tan apretado como la golondrina bajo la teja.
T¨¦cnicos sin tecnicismos
La m¨²sica continu¨® con el concierto celebrado anualmente en honor a los premios Nobel (en las lecturas de los de econom¨ªa, medicina, qu¨ªmica y f¨ªsica s¨ª sonaron las palabras y por suerte no todas fueron tecnicismos). Joseph Calleja, tenor malt¨¦s orgullosamente chapado a la antigua, compareci¨® acompa?ado de la Real Filarm¨®nica de Estocolmo, que condujo Marcello Mottadelli, en el Concert Hall, el mismo escenario que ma?ana albergar¨¢ la solemne entrega (medida al mil¨ªmetro, en este caso "solemne" no es un desganado clich¨¦ period¨ªstico).
Calleja disfrut¨® en presencia de la reina Silvia de Suecia y de la princesa Victoria tanto del repertorio italiano y franc¨¦s escogido (sus fuertes; Verdi, Puccini, Pietri, Mascagni, Leoncavallo, Saint-S?ens y Massenet) como del privilegio de participar en un evento en el que le han precedido grandes como Ren¨¦e Fleming, Yo-Yo Ma, Lang Lang o Martha Argerich. Tambi¨¦n, del tributo de una ciudad en la que no solo, como asegur¨®, ech¨® sus dientes de int¨¦rprete, sino que asisti¨® al debut del sueco Jussi Bj?rling (1911-1960), su "tenor predilecto". Confesi¨®n a la que el p¨²blico, nutrido por invitados de los premiados, como su editor espa?ol, Diego Moreno, y hombres prominentes de Estocolmo, como Kjell Espmark, secretario de la Academia que concede los galardones, respondi¨® a los bises con un entusiasmo superior a la media n¨®rdica.
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