Fallece 'Chita', la chimpanc¨¦ de Tarz¨¢n de los Monos
Muere a los 80 a?os el macho que encarnaba a la c¨¦lebre estrella del cine, entre dudas sobre su identidad
Ha muerto la mona Chita. He ah¨ª un obituario. La noticia ha saltado el d¨ªa de los inocentes provocando inicialmente las l¨®gicas reservas. Pero la defunci¨®n queda confirmada. Ha sido de infecci¨®n renal a la provecta edad de 80 a?os, en un centro de acogida para primates en Florida. Varias generaciones de humanos por no hablar de la selva entera estamos sobrecogidos. Se ha ido la c¨¦lebre mona (para nosotros siempre fue ella, aunque para los anglosajones era Cheeta, ¨¦l, un macho) a hacerle compa?¨ªa a su primo de zumosol albino Copito de nieve y a tantos otros simios de empaque como sus cong¨¦neres Ham, el chimpanc¨¦ astronauta o la hembra Washoe, que fue la primera en aprender el lenguaje de signos.
Bestezuela entra?able, traviesa y resolutiva, de muchos de los filmes can¨®nicos de Tarz¨¢n, Chita es tan famosa en el imaginario como Rin-tin-tin, Lassie o mi oso Ben. Tanto da que en realidad no se llamara Chita ni fuera una mona sino un mono (?), que toda su historia haya sido puesta en duda por un periodista de The Washington Post (sigan leyendo) y que su condici¨®n y sus aventuras no tuvieran en realidad nada que ver con lo que ten¨ªa en mente Edgar Rice Burroughs cuando cre¨® el personaje literario de Tarz¨¢n.
Efectivamente, solo a una imaginaci¨®n calenturienta de Hollywood y desconocedora de la fauna africana se le pod¨ªa haber ocurrido que los grandes monos en cuyas peludas manos pone el autor el destino del ni?o humano Greystoke, el Tarmangani, fueran las de los peque?os chimpanc¨¦s. Sin duda Burroughs pensaba en una gorila al imaginar a Kala, la mona que cr¨ªa a Tarz¨¢n. A una gorila la puedes llamar mam¨¢, pero con una chimpanc¨¦ est¨¢ claro que algo no cuadra. En fin, como la fama no entiende de l¨®gica ni el cine de sutilezas -hoy seguramente interpretar¨ªa a la mona un salaz bonobo- nos toc¨® ver al fornido Weissm¨¹ller acompa?ado de Chita.
El macho chimpanc¨¦ que la encarn¨® en cuatro de los filmes cl¨¢sicos de Tarz¨¢n (aunque no el primero) y que se ha llevado durante a?os toda la hirsuta gloria hasta fallecer el pasado 24 de diciembre se llamaba Jiggs. Seg¨²n el relato oficial de su vida hab¨ªa nacido en 1932 en Liberia, de donde se lo trajo su primer propietario, Tony Gentry, bajo la chaqueta en un vuelo de Pan Am en el que incordi¨® de lo lindo a las azafatas (el mono, se entiende).
El ¨¦xito profesional le lleg¨® a Jiggs travestido de Chita y de la mano de Maureen O'Sullivan en la segunda entrega protagonizada por Johnny Weissm¨¹ller, Tarz¨¢n y su compa?era (1934), en el que el t¨ªtulo se refer¨ªa a Jane y no a Chita. Tras otros tres filmes, la ambigua fama de Jiggs -que gracias a la discreta anatom¨ªa de los chimpanc¨¦s no precisaba taparrabos como Tarz¨¢n- estaba asegurada. En su carrera aparece tambi¨¦n el haber interpretado el papel de Chee-Chee, el chimpanc¨¦ del Doctor Dolittle y haber ganado un premio, el Calabuch, en el festival internacional de cine de comedia de Pe?¨ªscola de 2006.
Considerado el mono m¨¢s viejo del mundo por la lista del r¨¦cord Guinness, Jiggs-Chita ha muerto tras sobrevivir a todo el resto del reparto, incluidos Boy (Johnny Sheffield, fallecido en 2010) y los cientos de porteadores de los safaris diezmados por los atroces gaboni. El mono no ha dejado descendencia, aunque no parece posible estar seguros de este detalle. Entre los grandes momentos de su vida est¨¢ el que en su 75 cumplea?os la gran primat¨®loga Jane Goodall le cantara el Happy Birthday en el idioma natural de los chimpanc¨¦s de Tanzania.Paralelamente, hubo una campa?a para que Chita tuviera merecida huella en el paseo de la Fama de Hollywood.
Sin embargo la entra?able biograf¨ªa tiene su lado oscuro. En 2007, cuando trabajaba en la biograf¨ªa autorizada (?) de Chita, el periodista R. D. Rosen de The Washington Post empez¨® a ver que le estaban dando gato por mona. Las fechas no le coincid¨ªan, el chimpanc¨¦ de Doctor Dolittle era demasiado jovencito para ser Jiggs, etc¨¦tera. Tras una pormenorizada investigaci¨®n que incluy¨® a una cuidadora llamada Jan Giacinto, Rosen concluy¨® que Jiggs, que por entonces viv¨ªa en Palm Springs pintando cuadros con los dedos que su due?o Dan Westfall vend¨ªa por una pasta, era un fraude (como actor, no como pintor). Como ya es imposible interrogar al pobre Jiggs conced¨¢mosle al menos el beneficio de la duda en esta sentida despedida y rindamos al menos homenaje en ¨¦l a Chita, valiente mona.
Babelia
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