"Hay que volver a ense?ar a leer y a escribir"
Misi¨®n cumplida. Tras 12 a?os como director de la Real Academia de la Lengua, deja el cargo con la satisfacci¨®n de haber fortalecido la unidad del espa?ol a ambos lados del Atl¨¢ntico
V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha mira el reloj con impaciencia. Mala se?al para una entrevista. Sobre todo si todav¨ªa no ha empezado. En su despacho, el director de la Real Academia Espa?ola tiene a su espalda un retrato de Santa Teresa, en cuya obra literaria es una autoridad mundial. Sobre la mesa, papeles, m¨¢s papeles y un pu?ado de publicaciones acad¨¦micas: la nueva Gram¨¢tica, el Diccionario panhisp¨¢nico de dudas, el de americanismos, las ediciones conmemorativas del Quijote y Cien a?os de soledad... Tambi¨¦n hay una cajita met¨¢lica. Garc¨ªa de la Concha mira el reloj de nuevo, la abre, hay un par de pastillas dentro. No era impaciencia, era "la pastilla". Despu¨¦s de 12 a?os al frente de la RAE y de decenas de viajes a Am¨¦rica para fortalecer la asociaci¨®n que agrupa a las 22 academias de la lengua, de la que es presidente, el hombre que ha culminado la modernizaci¨®n de una instituci¨®n fundada en 1713 esta vez se ha tenido que quedar en tierra. La salud, las pastillas. Una infecci¨®n le ha impedido acudir a Guadalajara (M¨¦xico) para recibir un doctorado honoris causa y participar en la aprobaci¨®n de la nueva Ortograf¨ªa, un trabajo que ya ha levantado una pol¨¦mica que en Espa?a ha tomado como bandera el cambio de nombre de la i griega a ye, y en Am¨¦rica, la decisi¨®n de llamar uve a una letra que los americanos llaman be baja o be corta.
Asturiano de 76 a?os y diplom¨¢tico hasta la m¨¦dula, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha se considera un hombre de "consenso" -es una de las palabras que m¨¢s repite-, de ah¨ª su incomodidad ante cualquier ruido que pueda colarse en una casa en la que las ¨²nicas voces que se admiten son las del diccionario. La pol¨¦mica ortogr¨¢fica ha sido el ¨²ltimo, y m¨ªnimo, escollo en un camino que termina esta semana. El pr¨®ximo jueves, la RAE elige nuevo director despu¨¦s de tres mandatos en los que Garc¨ªa de la Concha ha conseguido doblar el presupuesto de la instituci¨®n: seis millones y medio de euros anuales; la mitad, del Ministerio de Educaci¨®n, y el resto, de los patrocinios privados y de la venta de sus publicaciones (cinco millones de ejemplares en estos a?os). Entre tanto, el diccionario en l¨ªnea (www.rae.es) gratuito recibe tres millones y medio de consultas al mes.
Cuenta el todav¨ªa director de la RAE que, junto a la puesta al d¨ªa de la econom¨ªa acad¨¦mica, Fernando L¨¢zaro Carreter, antecesor e ¨ªntimo amigo suyo, le hizo otro encargo: "Oc¨²pate de Am¨¦rica". Y as¨ª fue. Junto a consenso hay una palabra que ilumina la cara de Garc¨ªa de la Concha: panhisp¨¢nico. Despu¨¦s de a?os de pensar que la patente del espa?ol se guardaba en Valladolid, las normas se deciden ahora entre todas las academias. La nueva Ortograf¨ªa es un ejemplo m¨¢s.
Menuda se ha armado con la nueva 'Ortograf¨ªa', ?por qu¨¦?
Porque hemos cometido un error de comunicaci¨®n. Al final de la comisi¨®n interacad¨¦mica quisimos explicar qu¨¦ era la Ortograf¨ªa. Est¨¢bamos contentos. Llev¨¢bamos trabajando desde 2002, fue muy discutida, pero no quer¨ªamos una reforma. Apenas hay modificaciones; en cambio, hay una minuciosa explicaci¨®n de las normas. Al final, tres arbustos han impedido ver el bosque, unos pocos ejemplos ocultaron 800 p¨¢ginas de contexto. ?Qu¨¦ imagen hemos dado? Que nos reunimos para cambiar las cosas. Justo lo contrario de lo que hab¨ªamos hecho.
Parece que el caballo de batalla es el cambio de nombre de la i griega y de la uve.
El peligro no est¨¢ en el ingl¨¦s, est¨¢ en la pobreza, en la falta de educaci¨®n
En esta nueva edici¨®n hab¨ªa un principio directivo: eliminar al m¨¢ximo las opcionalidades. Cuando llegamos al alfabeto vimos que en Am¨¦rica dicen be larga, be alta, be baja, be corta... Hicimos una propuesta para unificar, solo una propuesta. De hecho, los mayores en esa comisi¨®n dijimos: nadie va a hacer caso, por supuesto, pero los sistemas de educaci¨®n s¨ª pueden ir implant¨¢ndolo.
?Se dar¨¢ marcha atr¨¢s en el futuro? No lo s¨¦. La Academia Espa?ola trat¨® este asunto y la conclusi¨®n fue que una be corta no vale una misa.
Cuando usted fue elegido director de la Academia, Fernando L¨¢zaro Carreter le hizo dos encargos: la econom¨ªa y Am¨¦rica. ?Ha cumplido?
Fui secretario seis a?os con L¨¢zaro y durante su mandato se constituy¨® la Fundaci¨®n pro Real Academia Espa?ola. Yo lo que hice fue robustecerla. Al servicio de la RAE est¨¢n trabajando ahora entre 80 y 100 personas. Somos una mediana empresa.
?Cu¨¢nto cobra un acad¨¦mico?
Nada. Tienen unas dietas modestas por los trabajos que hacen. Esta es una casa de trabajo. Los acad¨¦micos fundadores dec¨ªan que ellos trabajaban por servir al honor de la naci¨®n. Yo a?ado siempre que servir al honor de la naci¨®n es un honor en s¨ª mismo.
?Son p¨²blicas las dietas de los acad¨¦micos?
Si le digo la verdad, en este momento no lo s¨¦, pero siempre digo que si los profesionales que aqu¨ª est¨¢n facturaran la hora como en sus profesiones, esta casa tendr¨ªa que cerrar.
Maneja mucho m¨¢s presupuesto que cuando lleg¨®. ?C¨®mo lo ha conseguido? No es m¨¦rito m¨ªo. Los sucesivos Gobiernos fueron comprendiendo la importancia del trabajo de la Academia.
?Cu¨¢l fue el primero en comprenderlo?
Hay que ponerse en la historia. Esta casa pag¨® muy caro el hecho de no plegarse a la voluntad de Franco, que quiso despojar de su condici¨®n de acad¨¦mico a los republicanos que estaban en el exilio. La Academia hizo o¨ªdos sordos y lo pag¨® sobreviviendo con una estrechez enorme. Pasado el tiempo, Fernando L¨¢zaro fue a ver a Felipe Gonz¨¢lez y le cont¨® la situaci¨®n: la casa se ca¨ªa a trozos.
El otro encargo de L¨¢zaro fue que se ocupara de Am¨¦rica. ?El espa?ol ya no se rige desde Madrid?
Am¨¦rica ha sido el gran centro de mi trabajo y de mi ilusi¨®n. Al poco de que Fernando me lo pidiera, en la primera visita que hice al Rey, Su Majestad me dijo: "No te voy a pedir m¨¢s que una cosa: que te dediques a Am¨¦rica. Yo te ir¨¦ abriendo las puertas". Y as¨ª fue. En estos 12 a?os he hecho 47 viajes a Am¨¦rica. He tenido la suerte de dise?ar esa pol¨ªtica panhisp¨¢nica y se ha logrado algo que el resto de las lenguas nos envidian: en Portugal, en Francia
?Cu¨¢l es el secreto de ese ¨¦xito?
Cuando publicamos la anterior edici¨®n de la Ortograf¨ªa, en 1999, la sometimos a la aprobaci¨®n de todas las academias, pero cuando la presentamos, el director de la chilena dijo que para que la obra fuera "plenamente panhisp¨¢nica" ellos tendr¨ªan que haber trabajado en ella desde el principio. Yo me qued¨¦ con el calificativo de panhisp¨¢nica y lo convert¨ª en el punto de apoyo de toda la pol¨ªtica. ?Qu¨¦ es eso? Pues que todas las academias sean corresponsables de los tres grandes c¨®digos que sustentan la unidad de la lengua: el diccionario, la gram¨¢tica y la ortograf¨ªa. Estamos a punto de cerrar el c¨ªrculo.
?Nadie desconfi¨® del centralismo espa?ol?
No, no, lo que yo iba all¨ª a predicar era el ofrecimiento contrario: "Se?ores, se ha vuelto una p¨¢gina". Aqu¨ª ya no hay una ¨²nica norma del espa?ol que es la de la Academia de Madrid. La norma ser¨¢ polic¨¦ntrica porque la lengua es polic¨¦ntrica, y la Academia lo que hace es registrar lo que los hablantes medios cultos estiman como correcto y sancionarlo como norma. Ignacio Bosque [ponente de la Gram¨¢tica] se r¨ªe mucho porque dice que yo repito una frase que es: codo con codo en plan de igualdad. Pues eso es.
Por respeto a la mujer, nadie aqu¨ª est¨¢ dispuesto a aplicar la cuota
?Tambi¨¦n en los beneficios econ¨®micos?
Por supuesto. Por la venta de las publicaciones recibe igual Nicaragua, que tiene cinco millones de hablantes, que M¨¦xico, que tiene 105, Uruguay que Espa?a. Nosotros somos solo la d¨¦cima parte de los hablantes.
?En Espa?a no hubo reticencias?
Tuve que hacerme cargo de la secretar¨ªa de la Academia porque Garc¨ªa Nieto hab¨ªa tenido un ictus. Acababa de ingresar y no conoc¨ªa la casa por dentro, pero Zamora Vicente, que hab¨ªa sido secretario 18 a?os, me dio un gran consejo: "L¨¦ete las actas, desde la fundaci¨®n".
?Tres siglos de actas?
Casi. As¨ª descubr¨ª que la Academia hab¨ªa tenido vocaci¨®n americana desde muy temprano. Cuando surgieron las independencias de las rep¨²blicas americanas, se tuvo la gran idea de promover una academia en cada nuevo pa¨ªs.
Alg¨²n obst¨¢culo habr¨¢ habido...
Mire, cuando fui a Chile a presentar la anterior Ortograf¨ªa, el conflicto hispano-chileno por Pinochet estaba ardiendo. La Embajada de Espa?a estaba sitiada por tanquetas, hab¨ªa un torment¨®n tremendo y pens¨¦ que no ir¨ªa nadie a la presentaci¨®n o que habr¨ªa pitos. Fue un acto conmovedor: el sal¨®n abarrotado, banderas de Chile y Espa?a, obispos, generales, los himnos... Un ejemplo de panhispanismo. Y de all¨ª entramos a escondidas a la embajada, pero la lengua qued¨® por encima de todo. Ahora tenemos un problemilla con Bolivia. He hablado con Evo Morales, pero todav¨ªa...
Todav¨ªa... Es que le han reclamado a la Academia Boliviana la sede que ten¨ªa. Hay que ayudarles.
En 2050, Estados Unidos ser¨¢ el primer pa¨ªs por hablantes de espa?ol. ?El 'spanglish' es un peligro?
Estados Unidos es uno de los retos, s¨ª. T¨¦cnicamente, el llamado spanglish no es m¨¢s que una mezcla de c¨®digos. Un latino que va de Guatemala a Estados Unidos solamente lleva consigo su lengua. Entra en contacto con otra que no domina y lo que hace es usar el esquema del espa?ol incrust¨¢ndole l¨¦xico ingl¨¦s. De ah¨ª salen expresiones como vacunar la carpeta por limpiar la alfombra. Es un fen¨®meno que decae a medida que el hablante va perfeccionando su ingl¨¦s.
?La vecindad con el ingl¨¦s puede terminar llenando de anglicismos el espa?ol?
Si usted cuenta los galicismos que hay en el diccionario, encontrar¨¢ decenas de miles. En el siglo XVIII y en el XIX se pensaba lo mismo. Por eso surgi¨® la Academia.
?Cu¨¢l es entonces el mayor riesgo?
Yo ah¨ª digo, con Antonio Mu?oz Molina, que el peligro no est¨¢ en el ingl¨¦s, est¨¢ en la pobreza. En la falta de educaci¨®n, en la falta de preparaci¨®n ling¨¹¨ªstica.
?Y qu¨¦ ha fallado en Espa?a? Las humanidades retroceden en la educaci¨®n. ?El Gobierno no escucha a la Academia?
Nosotros insistimos cada d¨ªa. Los chicos que llegan hoy a la Universidad tienen una preparaci¨®n ling¨¹¨ªstica muy inferior a los anteriores.
?Por qu¨¦?
Tal vez porque hemos atiborrado durante a?os las mentes de los muchachos con an¨¢lisis gramaticales complejos. Hay que volver a lo b¨¢sico: a ense?ar a leer y a escribir, a leer en voz alta, a recitar, a discursear. Es lo que nos ense?aron a nosotros en la escuela. La ortograf¨ªa que yo s¨¦ es la que aprend¨ª a los 10 a?os. Para hacer el bachillerato hab¨ªa un examen de ingreso y con m¨¢s de tres faltas de ortograf¨ªa se suspend¨ªa.
?No hay peligro para el espa?ol dentro de Espa?a? Me refiero a la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica auton¨®mica.
Tenemos una relaci¨®n excelente con las academias del catal¨¢n, el vasco y el gallego. Y todas las comunidades aut¨®nomas est¨¢n presentes en la Fundaci¨®n pro Real Academia Espa?ola.
?Incluidas las biling¨¹es?
Son las primeras que pagan.
?Cree que, como dicen algunos, la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica en Catalu?a perjudica al castellano?
En esta casa no entra la pol¨ªtica. La Academia no se pronuncia nunca.
?Y usted personalmente?
Ya he dicho que la pol¨ªtica no entra en esta casa, y no entra, por tanto, en nuestra conversaci¨®n. Mire, alguna vez he padecido mucho porque hab¨ªa gente empe?ada en que me pronunciara sobre ese tema, pero no lo voy a hacer mientras sea director. Ni creo que lo haga cuando deje de serlo.
Su sucesor le pidi¨® dos cosas, ?qu¨¦ le dir¨¢ usted al suyo?
No necesitar¨¦ explicarle nada porque ser¨¢ alguien que conozca la casa, pero pondr¨¦ el ¨¦nfasis en la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica panhisp¨¢nica.
?El nuevo director saldr¨¢ de su equipo?
Yo no tengo equipo.
Bueno, tiene un secretario, Dar¨ªo Villanueva, y un vicedirector, Jos¨¦ Antonio Pascual.
Como sabe, no hay candidaturas. Son elegibles todos los acad¨¦micos menores de 78 a?os. Lo que queremos es lograr un candidato de consenso, pero estoy seguro de que si no se consigue, el que salga al d¨ªa siguiente ser¨¢ director como si hubiera sido elegido con todos los votos.
?Ser un hombre de consenso le sirvi¨® a usted para que Cela volviera a la Academia tras a?os enfadado?
Esta casa siempre se caracteriz¨® por una muy grata convivencia. Cuando a Pedro La¨ªn le preguntaban qu¨¦ tal por la Academia, ¨¦l contestaba que bien por tres razones: una, porque es una casa noble (basta pensar a cu¨¢ntos les gustar¨ªa entrar); dos, porque trabaja en algo noble (la unidad de la lengua), y tres, porque es tan sociable que, dec¨ªa ¨¦l, Buero Vallejo se sienta junto a Torcuato Luca de Tena y dialogan amistosamente. Se refer¨ªa a la etapa franquista, en la que uno hab¨ªa sido un condenado a muerte, y el otro, un hombre de derechas. Una labor de la direcci¨®n es procurar que eso sea siempre as¨ª. Cela ten¨ªa un temperamento fuerte, yo ten¨ªa buena amistad con ¨¦l y regres¨® a la Academia. Aqu¨ª fue muy feliz, entre otras cosas porque merendaba muy a gusto, libre del control dom¨¦stico.
?Entre las tareas pendientes no estar¨ªa la incorporaci¨®n de m¨¢s mujeres?
Nadie en esta casa, por respeto a la mujer, est¨¢ dispuesto a aplicar de manera fulminante la cuota. Lo que importa es encontrar a la persona adecuada. En el caso de Soledad Pu¨¦rtolas, la ¨²ltima en ingresar, busc¨¢bamos un creador. La mujer se ha incorporado tarde a las funciones sociales. Lleg¨® tarde a la Universidad, pero mire hoy la Universidad. Yo tengo una hija fiscal y los fiscales son mayoritariamente mujeres. Lo que est¨¢ claro es que hace ya tiempo que se rompi¨® la convenci¨®n de que aqu¨ª deb¨ªa haber fundamentalmente varones. ?ltimamente hemos elegido a dos mujeres seguidas [Pu¨¦rtolas y la fil¨®loga In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez], pero no vamos a andar con el term¨®metro para ver si tenemos 36 y medio o 37.
Pero hubo mujeres que merecieron estar.
Cierto, y otras que pudieron y no quisieron. Yo sent¨ª como un fracaso personal que no quisiera estar mi amiga Carmi?a Mart¨ªn Gaite, a quien ya se lo hab¨ªa pedido, mucho antes que yo, Rafael Lapesa.
En esta casa no entra la pol¨ªtica. La academia no se pronuncia nunca
El cambio de actitud lleg¨® tarde para Pardo Baz¨¢n y Mar¨ªa Moliner.
El caso de Pardo Baz¨¢n es distinto porque el papel de la mujer era otro en su tiempo. La candidatura de Mar¨ªa Moliner en 1972 tiene una explicaci¨®n. Hab¨ªa dos grupos de acad¨¦micos. Unos pensaban que lo m¨¢s urgente era tener a alguien para el Diccionario (Mar¨ªa Moliner), y otros, que para la Gram¨¢tica (Emilio Alarcos). Creo que ninguno de los dos ofrece discusi¨®n. Lo que pas¨® luego es que hay candidatos que, no siendo una vez elegidos acad¨¦micos, ya no quieren serlo. Pero ?c¨®mo no vamos a lamentar que no estuviera Mar¨ªa Moliner?
?Cu¨¢l ha sido el peor momento de estos a?os?
Malo, malo...
En febrero sobrevivi¨® al terremoto de Chile. ?Pas¨® miedo?
No. A las tres de la ma?ana me despert¨® aquella batidora y pens¨¦: aqu¨ª puede estar terminando la vida. Ve¨ªa oscilar el edificio de enfrente. Subieron a rescatarme y hasta me vest¨ª.
Hasta se pein¨®, dicen.
Eso ya es literatura. El caso es que ese mismo d¨ªa, a las once de la ma?ana, nos pusimos a trabajar en la Ortograf¨ªa. Seguimos un consejo de un acad¨¦mico boliviano: si no nos ponemos a trabajar, empezaremos a mirarnos unos a otros y terminaremos odi¨¢ndonos.
?Hay sede para el pr¨®ximo congreso?
Todav¨ªa no, pero se baraja la Rep¨²blica Dominicana.
?No le habr¨ªa gustado ser el director del tercer centenario? Faltan tres a?os.
No, no, que me ri?en en casa.
?Escribir¨¢ sus memorias?
[Largo silencio]. Hombre, la parte importante ser¨ªa lade este periodo acad¨¦mico, pero... no lo s¨¦. A veces pienso en aquello que dec¨ªa Sabino Fern¨¢ndez Campo: lo importante no lo puedo contar, y lo que puedo contar no es importante. Aunque no es as¨ª exactamente. Digamos que urge esperar.
M¨¢s all¨¢ de la Academia, usted naci¨® en Asturias y en 1934, dos datos que tienen una historia.
Cuando estall¨® la guerra incivil en el 36, Villaviciosa, donde viv¨ªa, qued¨® en zona republicana y hab¨ªa bombardeos del llamado ej¨¦rcito nacional. Nosotros est¨¢bamos refugiados en la casa de unos vecinos y al final del bombardeo mis padres se encontraron con su casa derruida. Hab¨ªan quedado all¨ª unas hermanas de mi madre y unas primas. Adem¨¢s, mi madre me perdi¨®. Llevaba a mi hermano al cuello y yo qued¨¦ sepultado por los escombros. Me lo cont¨® ella. A?os despu¨¦s encontr¨¦ una cr¨®nica en Hora de Espa?a en la que se contaba que despu¨¦s del bombardeo de Villaviciosa sacaban un ni?o de entre las ruinas. Ese ni?o era yo. Mis padres nos educaron en la necesidad de superar esos recuerdos y de vivir abiertos a la convivencia. Yo vi pronto que ese era el camino.
?
El hombre panhisp¨¢nico
Tataranieto de un acad¨¦mico
de mediados del siglo XIX, la carrera de V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha dentro de la RAE ha sido fulgurante. En 1992, el mismo a?o de su ingreso, fue elegido secretario. Seis despu¨¦s era ya director, cargo que ha ejercido durante tres mandatos; el ¨²ltimo de ellos, una pr¨®rroga extraordinaria que le ha permitido culminar hitos como la monumental, y panhisp¨¢nica, ¡®Nueva gram¨¢tica¡¯, publicada el a?o pasado, una asignatura pendiente del espa?ol desde 1931. (En la fotograf¨ªa, con siete a?os).
Nacido en Villaviciosa (Asturias) el 2 de enero de 1934, se licenci¨® en Teolog¨ªa con 26 a?os. Una d¨¦cada despu¨¦s se doctor¨® en Filolog¨ªa. En los a?os sesenta, como sacerdote, fue colaborador del entonces arzobispo de Oviedo, Vicente Enrique y Taranc¨®n, el futuro cardenal de la Transici¨®n.
Como fil¨®logo, casado ya y con dos hijas, ejerci¨® como catedr¨¢tico en Salamanca y como uno de los grandes cr¨ªticos literarios de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Tiene reciente el ensayo Cinco novelas en clave simb¨®lica (Alfaguara) y espera dejar su cargo para terminar la edici¨®n de dos c¨®dices aut¨®grafos de Lope de Vega.
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