El santo grial del folclore est¨¢ en la Red
El antrop¨®logo Alan Lomax viaj¨® por todo el mundo, incluida Espa?a, para preservar la tradici¨®n musical Su legendario archivo se hace accesible por primera vez en Internet
Alan Lomax (1915-2002), folclorista extraordinario, viajero incansable, etnomusic¨®logo de personalidad tempestuosa, m¨²sico, escritor y cineasta ocasional so?¨® hacia el final de su vida que el enorme archivo de grabaciones de campo que amas¨® durante seis d¨¦cadas estar¨ªa alg¨²n d¨ªa disponible para todo el mundo y en todas partes en una de esas primitivas computadoras que tan ajenas resultaban a su alma de beatnick. Fue antes de obrarse ese milagro llamado Internet y antes de que un ataque le arrebatara las m¨¢s elementales dotes comunicativas, tan cruciales para el antrop¨®logo. Aquella y otras utop¨ªas se han hecho al fin realidad. Veinte a?os despu¨¦s de ser so?ado y cumplida una d¨¦cada de la muerte del so?ador, el proyecto Global Jukebox, una suerte de gramola global, ech¨® a andar en la Red el 30 de enero, d¨ªa en el que habr¨ªa cumplido su 97 cumplea?os.
La Asociaci¨®n por la Equidad Cultural, que vela por el legado del tipo que introdujo el folk en la cultura de masas, una de las figuras m¨¢s influyentes y tambi¨¦n controvertidas de la m¨²sica popular del siglo XX, ha culminado la digitalizaci¨®n de su asombroso archivo, compuesto por 5.000 horas de grabaciones sonoras, 150.000 metros de pel¨ªcula, 5.000 fotograf¨ªas y p¨¢ginas y p¨¢ginas sobre las costumbres de medio el mundo.
Accesible gratis en culturalequity.org, se trata de "una gran fiesta a la que est¨¢n invitadas las naciones de todo el planeta¡±, como prometi¨® el propio Lomax en 1992 durante una recepci¨®n para recaudar fondos (lleg¨® a involucrar a Apple y Microsoft). Tambi¨¦n est¨¢ convidada Espa?a, adonde el antrop¨®logo estadounidense lleg¨® en 1952, plena noche del franquismo, para grabar durante dos semanas un certamen folcl¨®rico en Palma de Mallorca. Se qued¨® seis meses, gracias al apoyo de la BBC y de la casa de discos Columbia. "Cuando se dio cuenta de la asombrosa riqueza y variedad musical del pa¨ªs, decidi¨® prolongar el viaje, que dise?¨® a partir de los consejos de m¨²sicos que conoci¨® en Baleares, adem¨¢s de los de Julio Caro Baroja, Garc¨ªa Matos, Larrea Palac¨ªn, Filgueira Valverde, Bonifacio Gil, Walter Starkie y otros. A veces repar¨® en que le segu¨ªa la Guardia Civil" , afirmaba esta semana desde Toronto la etnomusic¨®loga Judith R. Cohen, especialista en las andanzas espa?olas de Lomax.
Aquel viaje con paradas en Andaluc¨ªa, Extremadura, Euskadi, Arag¨®n, Asturias, Castilla, Catalu?a, Baleares, Murcia, Navarra y Cantabria se puede reproducir al detalle en el nuevo archivo digital, que ofrece escrupulosa informaci¨®n y centenares de fotograf¨ªas sobre los pueblos y los m¨²sicos registrados, ya fueran campesinas, marineros, vagabundos o alcaldes. Lo mismo sucede con el resto de los periplos que Lomax emprendi¨® entre 1946 y 1982, tiempo en el que adem¨¢s de Espa?a recorri¨® pueblos y c¨¢rceles del sur de EE UU, as¨ª como Inglaterra, las Indias Occidentales, Italia o Irlanda.
Fragmento de la balada asturiana Gerineldo, cantada por Carmen Prieto en Arenas de Cabrales. Grabada por Lomax el 12 de noviembre de 1952
Queda pendiente la digitalizaci¨®n de las grabaciones previas. Como esos discos de acetato que registr¨® con una poco fiable m¨¢quina de cilindros prestada por la viuda de Edison en 1933, a?o del primer viaje por penitenciarias estatales junto a su padre, John, y a sueldo de la Biblioteca del Congreso de Washington, guardi¨¢n en las tres dimensiones del legado Lomax. Tambi¨¦n, su colecci¨®n particular del trabajo de otros archivistas y una impresionante cantidad de material "sobre la danza en dos mil culturas distintas, la mayor colecci¨®n personal de baile del mundo", seg¨²n los c¨¢lculos de Don Fleming. Director ejecutivo de la asociaci¨®n y antiguo productor de bandas como Sonic Youth o Hole, Fleming trabaja bajo la supervisi¨®n de Anna Lomax Wood, hija de Alan. Buscan dinero para el proyecto, administran licencias como la que ha permitido a Bruce Springsteen utilizar fragmentos de las grabaciones de campo de Lomax en su nuevo ¨¢lbum o editan discos en un sello reci¨¦n creado.
La vastedad de su empe?o hace justicia a la leyenda excesiva del tipo que descubri¨®, entre otros, a Muddy Waters, Son House o Woody Guthrie. Un izquierdista que cre¨ªa en recoger la voz del pueblo y que por ello acumul¨® en los archivos del FBI un dosier con ochocientas p¨¢ginas sobre asuntos variados (de sus h¨¢bitos de bebedor a las amistades que frecuentaba) o anotaciones como esta: ¡°Es un individuo ciertamente peculiar, con facilidad para la dispersi¨®n y ning¨²n cuidado por su apariencia¡±.
Belton Sutherland interpreta para Lomax un 'blues' en la granja Maxwell, en Misisipi 1978.
"Nunca encontraron nada de fuste contra ¨¦l", explica John Szwed, autor de la exhaustiva biograf¨ªa The man who recorded the world (Viking, 2010). "Supongo que pasearse por ah¨ª en los cuarenta con una grabadora haciendo preguntas a los negros pobres era un modo eficaz de despertar sospechas". Lo cierto es que Lomax, asfixiado por el macartismo, dej¨® EE UU a principios de los cincuenta para instalarse en Londres, base ideal para sus viajes europeos.
A su vuelta a Nueva York, en 1957, lo encontr¨® todo cambiado. Los chicos j¨®venes de las ciudades hab¨ªan descubierto gracias a su trabajo y al de otros archivistas como Harry Smith el tesoro del folclore de su propio pa¨ªs, como quien vislumbra una tierra ignota ("una rep¨²blica invisible", en la definici¨®n de Greil Marcus). Como el padre purista del revival folk, del que saldr¨ªan figuras como Bob Dylan o Joan Baez, particip¨® en la organizaci¨®n del Festival de de Newport, as¨ª como en el confuso enfrentamiento que origin¨® aquel concierto de Dylan de la edici¨®n de 1965, de resonancias m¨ªticas porque el m¨²sico introdujo con gran bronca instrumentos el¨¦ctricos en el h¨¢bitat ac¨²stico del cantautor.
Woke up this morning with my mind on Jesus, interpretada por Fred McDowell y grabada por Lomax en Como, Misisipi (1959).
No es aquella la ¨²nica pol¨¦mica que persigue la memoria de Lomax. ?l y su padre fueron acusados de aprovecharse del bluesman Lead Belly en los 30, durante el viaje que hicieron los tres entre la penitenciaria de Angola (Luisiana), donde estaba interno por asesinato el guitarrista, y la fama nacional. Se le achaca haber firmado canciones en las que no intervino su autor¨ªa y resurgen con cierta periodicidad reproches de colaboradores (como el folklorista negro John Work III o la cantante brit¨¢nica Shirley Collins) que reclaman su protagonismo en la historia (los afanes novelescos del libro m¨¢s famoso de Alan, The land where blues began, no contribuyen precisamente a lo contrario). "Conozco esas historias", aclara Szwed, "pero tambi¨¦n s¨¦ que Lomax nunca ten¨ªa un duro y que en los ¨²ltimos d¨ªas tuvo que dejar su apartamento en Nueva York, amenazado por el desahucio; algo que no parece encajar con el final de un ventajista sin escr¨²pulos".
Lo cierto es que en el ¨¢nimo de Anna Lomax Wood y los suyos subyace la conciencia de la obligaci¨®n de saldar ciertas deudas. "Pretendemos difundir en la Red la m¨²sica que mi padre recogi¨® por todo el mundo para devolverla a sus lugares de procedencia¡±, explica sobre el programa de "repatriaciones" de la fundaci¨®n, que consiste en depositar en las bibliotecas de los pueblos donde fueron grabados una copia de los fondos all¨ª registrados.
Esta semana, una celebraci¨®n en Como (Misisipi) dio la bienvenida al archivo Lomax. As¨ª, con m¨²sica tradicional y discursos se cerr¨® al fin un viaje comenzado en 1959. Fue entonces, en el primer d¨ªa de oto?o, cuando un blanco con una moderna grabadora est¨¦reo Ampex dio en el porche de una casa desvencijada con la escalofriante voz y la guitarra embrujada del legendario Misissipi Fred McDowell.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.