Adrover despierta Nueva York
El dise?ador mallorqu¨ªn presenta una impactante colecci¨®n a partir de prendas reinventadas de su armario
Miguel Adrover regres¨® el s¨¢bado por la tarde al mismo teatro Lacea del Lower East Side donde organiz¨® su primer desfile hace 13 a?os, cuando en este barrio no hab¨ªa restaurantes de moda sino mucho canalla en cada esquina. La carrera del modisto mallorqu¨ªn ha probado ser singular, heterodoxa y compleja, con tantas capas, como algunos de sus dise?os: hubo un mete¨®rico ascenso y una s¨²bita ca¨ªda en desgracia y, ahora como entonces, Adrover persevera en la b¨²squeda de su particular ¨¢ngulo, de su propia perspectiva.
Su nueva colecci¨®n Out of my mind lo deja claro: 44 modelos de mujer elaborados a partir de ropa que ¨¦l ten¨ªa en su armario, sin m¨¢quinas de coser, ni patrones, ni telas nuevas. Ha empleado desde un abrigo de cuero de su desaparecido amigo Alexander McQueen, caftanes, un vestido afgano, manteles mallorquines, chaquetas militares, chubasqueros o una capa de lana de su abuela. As¨ª, las gorras de b¨¦isbol funcionan como hombreras en chaquetas, las camisetas son faldones de vuelo, las blazers se convierten en faldas entalladas y los pantalones en minivestidos de amplias mangas con el bajo ce?ido. Los pantalones ca¨ªdos de los raperos se vuelven femeninos y algunos sombreros y zapatos derrochan actitud con la puntera en forma de pu?o con el dedo coraz¨®n levantado. Teatro y comentario, Adrover depura el continente para saturar el contenido: tres modelos con collares de perlas y un on¨ªrico look de se?oritas que lanzaban al aire billetes de pesos cubanos.
Al viejo cuento de dime c¨®mo vistes y te dir¨¦ qui¨¦n eres o qui¨¦n quieres ser, Adrover le ha querido dar la vuelta. ?C¨®mo librarse de las connotaciones sociales, pol¨ªticas, de clase o estatus que se sobreponen a cada prenda? Dice que imagin¨® un avi¨®n de pasajeros que sobrevuela el Amazonas. Las puertas de la bodega se abren y el equipaje cae en la selva sin que nadie sepa exactamente como pon¨¦rsela. Tirando de su fondo de armario y su instinto creativo, el modista ha pelado las capas de la cebolla para volver a vestirla con vol¨²menes y referencias cruzadas, en un gesto l¨²dico e intenso. Ninguno de los dise?os que ha presentado se producir¨¢ para la venta. ¡°El concepto parte de la desconexi¨®n respecto de lo que est¨¢ pasando¡±, explic¨® Adrover. ¡°He querido reflexionar sobre la ropa y la forma de pon¨¦rsela. Parece que un pantal¨®n o una americana van como van y con esta colecci¨®n se trataba de hacerlo renacer¡±.
A la esperada cita de Adrover no faltaron algunos de sus m¨¢s eminentes seguidores, como la cr¨ªtica del International Herald Tribune Suzy Menkes o el periodista del New York Times, Eric Wilson. En las primeras filas tambi¨¦n estaba una mujer con abrigo de mohair a cuadros y gorrito a juego que se presentaba como una anticuaria del barrio y que no soltaba una corona de plumas de inspiraci¨®n africana que le hab¨ªa tra¨ªdo a Adrover. El dise?ador sali¨® a la pasarela con sus modelos. Una de ellas luc¨ªa un vestido con una vieja bandera americana y un salvavidas al cuello. El naufragio pasado era tambi¨¦n parte del fin del nuevo cuento.
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