Orhan Pamuk convierte en museo su locura de amor
Orhan Pamuk abre su 'Museo de la inocencia' Una cr¨®nica sentimental de la b¨²squeda de la felicidad
Este museo es una locura. Nace de la novela El Museo de la Inocencia (Mondadori, en Espa?a, traducido por Rafael Carpintero) y a la vez naci¨® en la mente de Orhan Pamuk, el premio Nobel turco, como un museo que deb¨ªa convertirse en libro. As¨ª pues, una locura, pero una locura de amor. Y as¨ª es: una abigarrada recopilaci¨®n de objetos cotidianos que est¨¢n en el libro y que alcanzan aqu¨ª, desde hoy, la categor¨ªa de obras de arte, en la l¨ªnea de los ready made de Marcel Duchamp. Esos objetos los rob¨® en la ficci¨®n el personaje Kemal en la casa de F¨¹sun, la prima de la que estaba tozudamente enamorado. Ahora esa locura minuciosa es un museo incre¨ªble, exactamente un museo de ficci¨®n.
En la inauguraci¨®n no extra?¨® ver c¨®mo sudaba Orhan Pamuk cuando afront¨® la tarea de explicar su museo a un centenar de periodistas de las m¨¢s distintas procedencias, desde Georgia a Corea, atra¨ªdos por la extra?a historia sentimental turca que el escritor ha convertido en una f¨¢bula sobre su pa¨ªs cuando a¨²n aqu¨ª se asustaban si se romp¨ªa la virginidad o se trataba el sexo extramatrimonial. O cuando asustaban los militares.
No sudaba el escritor s¨®lo porque lo golpearan el calor y las escaleras empinadas de esta ciudad melanc¨®lica que le sirve de apoyo para todos sus libros, y sobre todo para este. Sudaba porque este es el escal¨®n final de un proyecto que naci¨® cuando recorri¨® Europa, a principios de los 90, y entr¨® en todos los museos que pudo y se dijo: ¡°?Y yo por qu¨¦ no hago un museo?¡±
Este es el museo; est¨¢ cerca de la plaza Takzim, en el barrio donde transcurren sus novelas, y donde se detiene tanto en su autobiograf¨ªa, Estambul. Lo concibi¨® antes y durante la escritura de la novela, y consiste en la recopilaci¨®n obsesiva y sistem¨¢tica (como la obsesi¨®n de amor de Kemal, el protagonista) de los objetos que representan los a?os (¡°el pasado, mi propia vida, el paso del tiempo, los a?os transcurridos¡±) que van desde 1975 hasta el a?o 2000, el largo periodo en que Turqu¨ªa ni so?aba el esplendor relativo que ahora disfruta. Ahora, incluso, se?al¨® ayer Pamuk, ni siquiera mandan los militares, que cruzan la novela en 1980, cuando Kemal los maldec¨ªa porque el ¨²ltimo golpe de Estado le imped¨ªa estar m¨¢s tiempo cerca de su amada F¨¹sun¡
Mientras escrib¨ªa, cont¨® Pamuk, ya m¨¢s aliviado del sudor de las escaleras y del m¨¢s ¨ªntimo sudor que le ha acompa?ado a largo de este extra?o proyecto, fue comprando en mercados populares relojes, zapatos, ceniceros, tazas, vasos, fotograf¨ªas, el traje que us¨® F¨¹sun cuando iba a hacerse conductora¡, y complet¨® la tozuda recolecci¨®n de elementos de la vida cotidiana representativa de esos a?os con la ayuda de amigos y parientes, e incluso de lectores que sab¨ªan que el escritor necesitaba esos materiales para el museo que ahora cuenta la historia de amor y tambi¨¦n la historia de Estambul en medio de la melancol¨ªa de Kemal y F¨¹sun.
Si se recorren los tres pisos de que consta el museo se reproducen las sensaciones que desprende el libro
Es como la cr¨®nica de una destrucci¨®n, de la destrucci¨®n del amor despu¨¦s de una minuciosa fabricaci¨®n sentimental que desemboca en la locura y en la ruina. Dice Pamuk que quien vea el museo no tiene por qu¨¦ haber le¨ªdo la novela, y lo mismo sucede, cree ¨¦l, en sentido inverso. Pero es cierto que si se recorren los tres pisos de que consta el edificio que alberga El Museo de la Inocencia habiendo le¨ªdo las 600 p¨¢ginas de la novela al lector se le reproducen las sensaciones que desprende el libro, que de manera minuciosa reconstruye los instantes en que fue feliz Kemal y tambi¨¦n los muchos instantes en que fue tan desdichado como F¨¹sun. ¡°Ese momento dorado en una profunda paz espiritual envolvi¨® todo mi ser quiz¨¢ durara solo unos segundos, pero me pareci¨® que la felicidad lo convert¨ªa en horas, a?os. El 26 de mayo de 1975, lunes, hubo un instante, hacia las tres menos cuarto¡¡±
As¨ª de minucioso es el recuento de la lucha por la felicidad que hace Kemal, quien, en el ep¨ªlogo, se encuentra con Pamuk para contarle la historia que empieza ese d¨ªa, ¡°a las tres menos cuarto¡±, y para encargarle que, como sumo homenaje a la mujer amada, construya con todos los objetos que fue robando en la casa de F¨¹sun hiciera un museo que la convierta en inolvidable. Carpintero, el traductor, dice que el museo es la suma de los instantes que aparecen en el libro, como si Pamuk llevara a sus ¨²ltimas consecuencias el encargo del personaje de ficci¨®n y ¨¦l se convirtiera en heredero de la misma locura.
¡°No, no soy Kemal, ahora que estamos solos debo decir que no lo soy¡±, dijo un ir¨®nico Pamuk ante la multitud que fue a escucharlo. Hay tanto en este museo, tantos objetos, tantos relojes (pues es tambi¨¦n un museo del tiempo, y de la muerte), tantos televisores (siempre ve¨ªan la tele, el enamorado, F¨¹sun, la familia de ¨¦sta¡), tantas cucharillas, incluso una taza con el borde de los labios de F¨¹sun a¨²n latiendo¡, tantos elementos que inspiran viaje o despedida, que incluso hay un enorme panel (como de Fontana o de Cy Twombly) en el que se han colocado las cuatro mil colillas de cigarros que se fum¨® la amada en su vida de ficci¨®n. ?C¨®mo, no est¨¢ prohibido mostrar colillas en museos, en cines, en teatro, en Turqu¨ªa. ¡°S¨ª; pero esos no son cigarrillos fumados. Les hemos quitado el tabaco con una aspiradora y los hemos convertido en colillas¡±.
Es tan minucioso el museo como la novela; en el ¨²ltimo piso est¨¢ la cama en la que Kemal quem¨® sus sue?os de amor, en medio de su locura de coleccionista de instantes. Le preguntaron a Pamuk si se acost¨® en ella, aunque no sea Kemal. ¡°S¨ª; cuando estaba muy cansado me echaba ah¨ª, mientras trabaj¨¢bamos en el museo. Fue un sue?o muy reparador¡±. A estas horas de su comparecencia ya se le hab¨ªa quitado el sudor de la frente. Pero por dentro Orhan Pamuk ten¨ªa el cansancio de los creadores satisfechos. Ahora por primera vez en la historia lo que so?¨® es cierto, se puede visitar. El Museo de la Inocencia es el primer museo que nace de una novela. ¡°O viceversa¡±, dijo m¨¢s de una vez.
Babelia
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