Memoria y deseo

Nos vimos hace un mes en Providence, durante una visita a la Universidad de Brown, con los amigos del Foro Iberoam¨¦rica y de la c¨¢tedra Julio Cort¨¢zar. Hablamos como siempre de pol¨ªtica y de libros y quedamos citados para hace una semana en la ciudad de M¨¦xico. No lleg¨® a la cena, agotado como estaba de un reciente viaje a Buenos Aires. Nada importante, nos mand¨® a decir, solo que estaba muy cansado. No supimos intuir hasta qu¨¦ punto.

Con Carlos se nos marcha uno de los m¨¢s grandes intelectuales de Am¨¦rica Latina. Ning¨²n otro como ¨¦l ha sabido combinar la creaci¨®n literaria con la reflexi¨®n pol¨ªtica e hist¨®rica. Comprendi¨® mejor que nadie el car¨¢cter de los pueblos hispanos, a cuyo estudio se dedic¨® apasionadamente. Fue un dandi de la literatura, leal y generoso con sus amigos, que disfrutamos tantas veces de su ingenio, pero implacable contra quienes le combatieron. N¨¦lida Pi?¨®n dijo un d¨ªa de ¨¦l que aun siendo riguroso con el logos, confi¨® en el pensamiento m¨¢gico para mejor narrar la epopeya americana. Carlos fue testigo de la miseria, la tiran¨ªa y la decepci¨®n de las revoluciones en su querida Am¨¦rica. Solo en la literatura hall¨® remedio y consuelo para tanta paradoja como le rodeaba. Inventor ¨¦l mismo de la modernidad que predicaba, nos deja un legado inmenso de compa?erismo y sabidur¨ªa. ¡°El pasado est¨¢ vivo en la memoria, el futuro presente en el deseo¡±, coment¨® en cierta ocasi¨®n. Hoy se nos ha ido a la b¨²squeda de ambos. Ojal¨¢ los encuentre en la regi¨®n m¨¢s transparente del aire.