¡°Los 10 mandamientos son m¨¢s convincentes que la Declaraci¨®n de Derechos de la ONU¡±
El ganador del proyecto para reconstruir la ¡®zona cero¡¯ de Nueva York cuenta el giro radical de ese barrio y de su propia vida a ra¨ªz de lo que ya es la torre m¨¢s alta de Manhattan
One World Trade Center, el rascacielos que resucita la zona de las Torres Gemelas, ya es el edificio m¨¢s alto de Manhattan. El a?o que viene, despu¨¦s de enormes dificultades, alcanzar¨¢ los 541 metros de altura y es el proyecto m¨¢s famoso de Daniel Libeskind (Lodz, Polonia, 1946). Tambi¨¦n es el que m¨¢s ha cambiado su vida. De ser un arquitecto que con 52 a?os no hab¨ªa construido, pas¨® a hacerlo por medio mundo: Hong Kong, Varsovia, Berl¨ªn, Mil¨¢n, Singapur, Dubl¨ªn, Dresde¡ Con el premio llegaron las cr¨ªticas, un hurac¨¢n medi¨¢tico que vigilaba con lupa tanto el inmueble como el corte de pelo de su autor y a punto estuvo de agotar a un optimista empedernido como ¨¦l, ni?o inmigrante e hijo de supervivientes del Holocausto que hoy reivindica su triple nacionalidad: norteamericana, israel¨ª y polaca. Con todo, esos a?os dif¨ªciles tambi¨¦n trajeron fama y trabajo.
Cerca de Mil¨¢n, donde Libeskind construye un nuevo barrio, el arquitecto, ataviado con chaqueta de cuero y gafas de pasta oscura, acaba de dar una conferencia ante cientos de j¨®venes en el laboratorio de la empresa Italcementi, un edificio de Richard Meier, un proyectista para el que Libeskind trabaj¨® seis d¨ªas ¨C¡°el tiempo m¨¢s largo que he conseguido trabajar para alguien¡±¨C. Autor de edificios complejos, sorprende la claridad de su mensaje, que ha entusiasmado a un p¨²blico que aplaude durante dos minutos. Sus ideas son contundentes. Invitan a perder el miedo. Citando a Her¨¢clito, ha concluido asegurando que ¡°si no esperas lo inesperado, no lo ver¨¢s cuando llegue¡±. ?l, ciertamente, parece haber conseguido verlo.
?Cu¨¢ntas vidas ha vivido en la ¨²ltima d¨¦cada?
Tiene raz¨®n, he vivido muchas vidas. Soy una persona intensa, pero la ¨²ltima d¨¦cada ser¨ªa imposible de describir y dif¨ªcil de creer. Crear un nuevo barrio en Nueva York ha sido un proceso pol¨ªtico, emotivo y econ¨®mico. Incluso si al final solo he construido un edificio, all¨ª se aglutina memoria, futuro, infraestructura y simbolismo. Es uno de mis trabajos m¨¢s dif¨ªciles y, por supuesto, uno tiene que ser un corredor de fondo para enfrentarse a algo as¨ª.
Y usted lo es.
He debido serlo. Siempre he recibido muchos palos de la cr¨ªtica. Estoy acostumbrado a escuchar intereses distintos a los m¨ªos y muchas veces he aprendido de ellos, pero al final ni t¨² puedes ser kamikaze ni ellos destructivos. Los neoyorquinos por fin se dan cuenta del espacio p¨²blico que van a tener. No solo como plaza urbana, tambi¨¦n como s¨ªmbolo de uni¨®n y recuperaci¨®n de la gente de esa ciudad. Es un proyecto iluminador para el Nueva York del siglo XXI. Tras los ataques de 2001, uno de los peligros era que el barrio se convirtiera en un lugar pesimista. Sin embargo, hoy vive all¨ª el doble de gente que cuando las torres fueron destruidas.
?Qu¨¦ ha hecho posible ese cambio?
Un pesimista puede ser escritor, pintor o m¨²sico, pero no arquitecto
Hay nuevas escuelas, nuevas infraestructuras. Durante muchos a?os, Wall Street ha sido una zona de negocios. La gente no viv¨ªa all¨ª. Ahora muchos quieren hacerlo. Con tres edificios terminados, el barrio revive.
?Se trata de un ¡®boom¡¯ inmobiliario o de una cuesti¨®n de orgullo?
Hay edificios de oficinas que se est¨¢n transformando en viviendas. Eso solo puede decidirlo la demanda, y la demanda es la gente. Pienso que se trata de plantarle cara a la adversidad, de hacerse fuertes c¨ªvicamente. Eso no quita que, como resultado, el precio de los edificios empiece a ser m¨¢s caro all¨ª que en el coraz¨®n de Manhattan. La gente quiere estar all¨ª. Es un lugar positivo.
Usted define la Torre Liberty como m¨¢s emotiva que perfecta. ?Est¨¢ haciendo autocr¨ªtica?
Soy realista. Sin embargo, estoy muy orgulloso de mi proyecto. Est¨¢ muy cerca de lo que yo dise?¨¦. La gente implicada ¨Clos inversores, los vecinos y los pol¨ªticos¨C ha buscado un fin com¨²n. Hay unidad en la ambici¨®n, en las ideas, y debe haberla en la arquitectura del barrio. Eso es una arquitectura democr¨¢tica.
Usted creci¨® no lejos de all¨ª. Cuando, desde el Bronx, visitaba a su padre en la imprenta en la que trabajaba, Yamasaki constru¨ªa las Torres Gemelas.
As¨ª es. Yo estaba en el instituto cuando comenzaron a levantarse.
?C¨®mo recuerda su desembarco en Nueva York en 1959?
No conf¨ªo en los premios. El mayor juez es la posteridad
Con emoci¨®n. Eso s¨ª que cambi¨® mi vida. Seguro que fui uno de los ¨²ltimos inmigrantes que llegaron en barco. Ver acercarse la ciudad desde la lejan¨ªa es una gran recompensa. Y una gran met¨¢fora. Am¨¦rica era entonces el territorio ideal para un inmigrante, y nosotros disfrutamos de esa oportunidad. No fue f¨¢cil. Mis padres renunciaron a sus profesiones y buscaron trabajos en f¨¢bricas. Pero los encontraron y empezaron a mejorar. No hab¨ªa otra opci¨®n. Mi padre perdi¨® a toda su familia menos a su hermana. Uno que ha pasado por eso solo quiere huir, poder empezar de nuevo. Cualquier cosa hubiera sido mejor, pero adem¨¢s Am¨¦rica era un sue?o. Ha sido un sue?o permanente para los inmigrantes de medio planeta. No tengo recuerdos dif¨ªciles de mi adolescencia. Al recordar ese tiempo, mi hermana y yo siempre nos hacemos la misma pregunta: ?por qu¨¦ era la gente tan amable con nosotros?
?Por qu¨¦ cree?
Creo que es el car¨¢cter americano. Podr¨¢n ser naives, pero tambi¨¦n son generosos. Como inmigrante, uno est¨¢ preparado para afrontar dificultades, pero all¨ª, y entonces, todo fue f¨¢cil. Pienso que es porque EE UU es un pa¨ªs de inmigrantes. Todav¨ªa hoy, en Manhattan, cuatro de cada 10 personas lo son.
Eso es justamente lo que aleg¨® cuando le acusaban de no ser el candidato id¨®neo para levantar el nuevo World Trade Center a pesar de que hubiera ganado el concurso.
Claro. Entonces dijeron de todo sobre m¨ª: que si mi ingl¨¦s no era perfecto, que si hab¨ªa cambiado mi forma de vestir¡ De todo. Pero ya pas¨®.
?Hablaba ingl¨¦s cuando desembarc¨® en 1959?
Ni una palabra. Ninguno de nosotros. Mis padres siempre hablaron con acento y mezclando palabras.
Sus padres fueron aut¨¦nticos supervivientes. No solo al Holocausto, tambi¨¦n pasaron por campos de concentraci¨®n en Siberia.
Mi hermana naci¨® en Siberia, y cuando mi madre pudo salir del Gulag, quiso regresar a Polonia al enterarse de que estaba embarazada de m¨ª. Le cost¨® un viaje de ocho meses regresar del Kurdist¨¢n, y justo cuando lleg¨® a Lodz y supo que no quedaba nadie de su familia porque todos hab¨ªan muerto nac¨ª yo. Puede poner que nac¨ª en un hospital, pero deber¨ªa escribir hospital entre comillas.
?Qu¨¦ le ha ense?ado esa vivencia?
Que en la vida necesitas dos cosas: perseverancia y esp¨ªritu. Sin eso te hundes. Yo lo obtuve del ejemplo de mis padres. Y de mi propia vida. He vivido la opresi¨®n por ser jud¨ªo y por no ser comunista. Toda la opresi¨®n del mundo se parece, revela el miedo a enfrentarse a otras formas de pensar.
Sus tres hijos han crecido viajando por el mundo. ?C¨®mo les ha transmitido a ellos la lecci¨®n de sus padres?
Creo que viajar y no tener la estabilidad de la mayor¨ªa de los ni?os ¨Casistiendo siempre al mismo colegio y estudiando en el mismo idioma¨C los ha convertido en personas interesantes. Entienden que la vida no es quedarse siempre en el mismo sitio y que en el mundo hay m¨¢s cosas que unen a la gente de las que pueda parecer. Es bueno ver c¨®mo viven y piensan los dem¨¢s.
?A qu¨¦ se dedican?
Lev es egipt¨®logo, pero tambi¨¦n ha estudiado Empresariales y habla italiano. Ahora trabaja conmigo en Mil¨¢n. Noam es astrof¨ªsico, investiga el origen del universo, y la peque?a, Rachel, es pintora. Ha terminado justo ahora sus estudios en Harvard y es artista. Todos son gente abierta de mente.
A usted le cost¨® mucho convertirse en arquitecto. Levant¨® su primer edificio, el Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn, con 52 a?os. ?Por qu¨¦ le result¨® tan dif¨ªcil?
Eleg¨ª un camino distinto. Y he sido afortunado. Nunca trabaj¨¦ para nadie.
Cre¨ªa que hab¨ªa trabajado con Richard Meier.
Seis d¨ªas. Lo encontr¨¦ todo demasiado ordenado. Faltaba riesgo y sobraba rutina. Para m¨ª, la arquitectura deb¨ªa ser un laboratorio de ideas.
?El riesgo que busca en la arquitectura es un espejo de su vida personal?
Claro. Todo es biogr¨¢fico. Y todo el mundo se arriesga, incluso los que creen no hacerlo: vivir es un riesgo. El mundo se encarga de recordarlo continuamente. No se trata solo de riesgos financieros. Vivir es arriesgar. El lado negativo del riesgo es el miedo. Pero tambi¨¦n tiene uno positivo: el reto. Y yo trato de trabajar ese lado.
?Estar¨ªa preparado para empezar de nuevo?
Espero que s¨ª. He hecho ya muchos edificios. Tengo experiencia en bastantes cosas. Pero no soy un experto en nada y eso invita a reinventarse. Trato de descubrir cosas nuevas en todo lo que hago. Ahora mismo construyo en Se¨²l un?barrio con seis rascacielos en el coraz¨®n del centro hist¨®rico. Busco una megadensidad capaz de aportar una atm¨®sfera cultural.
?Qu¨¦ hace su arquitectura deconstructivista por mejorar el mundo?
La arquitectura es construcci¨®n. De modo que la palabra deconstructivismo es ambivalente, puede que buena para hablar de filosof¨ªa o literatura, pero ambigua al hablar de edificios. No se trata de destrozar el mundo, sino de proponer otras maneras de vivirlo. La etiqueta no me gusta, pero entiendo que puede servir para describir un esp¨ªritu. La exposici¨®n Deconstructivismo en el MOMA de Nueva York quer¨ªa comunicar un cambio de actitud y un alejamiento del orden moderno. Para eso sirvi¨®, para deconstruir la historia, no los edificios.
Su primer edificio, el Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn, le convirti¨® en un experto en museos jud¨ªos. Ha firmado el de San Francisco, el de Copenhague. ?Se debe conocer los temas de primera mano?
Supongo que es clave tener una idea de lo que significa ser jud¨ªo en el mundo. No se trata solo de hacerlos por el hecho de ser jud¨ªo, se trata de pensar en las implicaciones de las cosas: el significado del Estado de Israel o las historias de cada lugar. En Dinamarca, los daneses ayudaron a salvar muchos jud¨ªos envi¨¢ndolos en barquitas a Suecia, por tanto, la historia que cuenta ese museo es positiva. La noci¨®n de lo jud¨ªo es amplia. Por lo dem¨¢s, los diez mandamientos me parecen m¨¢s convincentes que la Declaraci¨®n de Derechos de la ONU.
Usted hace una arquitectura poco ortodoxa y, sin embargo, necesita que todo el?mundo le entienda. Sus conferencias son muy claras.
La arquitectura es un arte p¨²blico. Tiene responsabilidades p¨²blicas. Un escritor puede permitirse el silencio. La arquitectura debe tener conciencia de ser p¨²blica.
?Todav¨ªa toca el acorde¨®n?
No.
?Por qu¨¦? Lleg¨® a ser un virtuoso¡
Le puede parecer metaf¨®rico, pero practico la m¨²sica en la arquitectura. La arquitectura es muy musical.
?Por qu¨¦ eligi¨® el acorde¨®n?
?l me eligi¨® a m¨ª [Libeskind repetir¨¢ esa f¨®rmula varias veces a lo largo de la entrevista. Asegura que el tipo de arquitectura que hace le eligi¨® a ¨¦l, y no al rev¨¦s, y lo mismo razona de sus circunstancias vitales]. Yo quer¨ªa tocar el piano. Pero mis padres ten¨ªan miedo de que los vecinos vieran c¨®mo met¨ªamos un piano en casa. El ambiente en Polonia era hostil. De modo que mi padre apareci¨® con ¡°un piano en una maleta¡±. Eso es un acorde¨®n.
El deconstructivismo de un superviviente
Ganar el concurso para la reconstrucci¨®n de la 'zona cero' de Manhattan ha sido el premio y la pesadilla de Daniel Libeskind. Aunque asegure que la Torre Liberty, el edificio principal que finalmente se est¨¢ levantando es un ejemplo de democracia y que ha escuchado las necesidades de todos los implicados en la nueva vida del barrio, la torre que concluir¨¢ en 2014 es tambi¨¦n una cicatriz en su propia trayectoria. Criticado por su hacer deconstructivista y por no ser genuinamente americano, Libeskind ha sabido lidiar con la adversidad y tomar carrerilla para desplegar su arquitectura por el mundo. Una d¨¦cada despu¨¦s de aquel tormentoso concurso, ha construido torres torcidas, inclinadas y hasta curvas...
Nadie en su familia pod¨ªa tocar un instrumento, pero a usted le sirvi¨® para conseguir una beca que le permiti¨® estudiar.
Sucedi¨® luego, en Am¨¦rica. Y fue el doble premio de la m¨²sica. El jurado me premi¨® y me inst¨® a que aprendiera piano, pero¡ mis manos se hab¨ªan acostumbrado a tocar en vertical¡
?Aprender¨¢ alguna vez a tocar el piano?
Bueno¡ Si tuviera 95 a?os, le dir¨ªa que seguro que no, pero¡ tengo 66. Tengo tiempo. Creo que en la vida puedes hacer y aprender cualquier cosa que te propongas en cinco a?os. Ese es el plazo. Por eso los Gobiernos se dan ese tiempo.
?Ganar el proyecto para levantar el nuevo World Trade Center le ha cambiado la vida?
Sin duda. Para bien y para mal. Durante unos a?os viv¨ª bajo una lupa. Todo lo que hac¨ªa o dec¨ªa sal¨ªa en la prensa. Toda mi vida era p¨²blica. La gente relacionaba el proyecto no con la arquitectura, sino con la personalidad del arquitecto. Y eso es peligroso y agotador. Claro que cambi¨® mi vida. Dejar de ser an¨®nimo exige un precio alt¨ªsimo. Pero tambi¨¦n me abri¨® muchas oportunidades para construir por el mundo.
Profesionalmente es un arquitecto cosmopolita, ?personalmente es tambi¨¦n as¨ª?
No me gustan mucho las fiestas ni los acontecimientos sociales. No hago networking. Por cada hora de trabajo busco tener tres con la gente que quiero. Prefiero cenar en casa. Me gusta hacerlo en la cocina, con mi mujer, sobre una vieja mesa que solo cambiaremos cuando se estropee.
?Ese trato con las pertenencias es una cuesti¨®n de principios?
Es una lecci¨®n de mi padre. ?l ten¨ªa un par de zapatos, pero parec¨ªan siempre nuevos por lo bien que los cuidaba. Yo soy bastante as¨ª.
Le gusta tanto cenar con su familia que creo que declin¨® una invitaci¨®n de la reina de Inglaterra.
Completamente cierto. Me tomaron por loco, pero no me arrepiento.
?La reina le volvi¨® a invitar?
Pues no. [Risas].
?Tal vez decidi¨® no asistir a Buckingham Palace porque estaba disgustado al no poder construir la ampliaci¨®n del Museo Victoria & Albert de Londres?
No, no. Simplemente me gusta quedarme en casa. No me entristece no construir edificios. Muchos de los edificios que han tenido mayor impacto en la historia de la arquitectura nunca se han construido. Claro que duele no poder levantarlos, pero aprend¨ª mucho haciendo ese proyecto. Nunca podr¨ªa haber dise?ado obras posteriores como los museos de Denver o Toronto sin haber dibujado ese.
Nina Lewis, su mujer, se convirti¨® en su?socia en 1989. ?Se puede compartir todo?
Si Nina no fuera mi socia, ma?ana lo dejar¨ªa todo. No es la mujer detr¨¢s del hombre. Est¨¢ a mi lado. O en todo caso delante. No es arquitecta, pero no tiene un campo acotado en la oficina. Ella es el alma del despacho. La que tiene las ideas. Con 14 a?os se responsabiliz¨® de la oficina de su padre, uno de los fundadores del Partido Laborista en Canad¨¢. Llev¨® su campa?a. Est¨¢ acostumbrada a trabajar muy duro.
?La arquitectura es tan dura como la pol¨ªtica?
Sin duda. Por eso no me canso de reconocer el papel de Nina como mi socia. Seguramente a usted misma no le har¨¢ falta que le hable de la discriminaci¨®n que sufren las mujeres. Pero en el mundo de la arquitectura eso es incluso peor. Por eso sorprende que en nuestras reuniones ella hable. Habla como profesional, pero se empe?an en escucharla como esposa.
?Sus padres viven?
Mi madre muri¨® hace muchos a?os. Digamos que me vio con otra luz. Pero mi padre pudo asistir a la inauguraci¨®n del Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn. Era un anciano y fue emocionante. El canciller Gerhard Schr?der se arrodill¨® cuando ¨¦l le explic¨® que hab¨ªa sido un joven socialista. Est¨¢ claro que Alemania ha cambiado mucho. Hasta el punto de que despu¨¦s constru¨ª un museo militar en una ciudad tan conservadora como Dresde.
Parece un optimista. ?Lo es de verdad?
Es fundamental para sobrevivir. Un pesimista puede ser escritor, pintor, m¨²sico, pero no arquitecto.
Usted ha cambiado mucho como persona. ?Dejar¨¢ que su arquitectura tambi¨¦n cambie?
Lo que hago es parte de m¨ª, de modo que supongo que s¨ª.
?Espera ganar el Pritzker?
Creo que fue Dvorak quien advirti¨®: ¡°Ten cuidado con convertirte en un artista de tu tiempo¡±. Me gustan los premios, pero no conf¨ªo en ellos. Piense en el Nobel de Literatura. Ni Joyce ni Proust ni Kafka ni Borges lo tuvieron. El mayor juez es la posteridad.
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