Los descontentos y la vida bella
El escritor apuesta en 'La bicicleta del panadero' por la poes¨ªa sin adjetivos, demostrando que no ha ca¨ªdo en desgracia
Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, Le¨®n, 1957) es una de las voces m¨¢s personales de entre las que irrumpieron en nuestra poes¨ªa en la d¨¦cada de los ochenta del pasado siglo. Gracias a una obra rigurosa (nueve poemarios en treinta a?os), a su apuesta por un irracionalismo que nunca pierde pie en la realidad y a un estilo inconfundible se ha convertido en un poeta de referencia obligada. Con La casa roja obtuvo el Premio Nacional de 2008, y ahora, tras la recuperaci¨®n de los textos de juventud en La visita de Safo y otros poemas para despedir a Lennon (2011), Mestre da una vuelta de tuerca y se despacha con algo inusual: La bicicleta del panadero, un libro de casi 500 p¨¢ginas que tiene mucho de anacronismo frente a la omnipresencia del libro breve y, si se me apura, ligero de este tiempo digital. Un anacronismo saludable y hasta necesario, que arriesga y, a la vez, apuesta por la poes¨ªa sin adjetivos demostrando que pese al admonitorio t¨ªtulo de su quinto poemario, esta no ha ca¨ªdo en desgracia.
Ya desde el t¨ªtulo, el libro presenta una gran carga significativa: la bicicleta como met¨¢fora de una existencia basada en la utop¨ªa, en el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, en cierta a?oranza de un tiempo ideal, no prostituido por la raz¨®n mercantil y sus servidumbres; el panadero como art¨ªfice de un alimento ancestral, casi originario (y no solo en el sentido b¨ªblico). A lo largo de casi trescientos poemas escritos con un tono y una m¨²sica sostenidos, envolventes, Mestre nos conduce a un viaje con el que, a base de imaginaci¨®n, de asociaciones imprevistas y casi provocadoras, indaga en la conciencia de lo contempor¨¢neo: la cultura, el arte, la pol¨ªtica, los acontecimientos que desde el pasado marcan, condicionan y determinan el presente, la memoria y sus diversos estratos (en el plano ¨ªntimo, pero tambi¨¦n en el colectivo), el mundo como un medio complejo, poli¨¦drico, en el que flotan, se comunican, establecen una relaci¨®n dial¨¦ctica lo popular y lo culto, el m¨¢s depurado y atrevido alarde l¨ªrico con destellos de un prosa¨ªsmo cruzado por la iron¨ªa. Todo ello en un ambiente fantasmal, hecho de espacios y lugares imposibles, de convivencia de tiempos, escenarios y objetos fuera de la l¨®gica establecida.
En m¨¢s de una ocasi¨®n, Juan Carlos Mestre ha utilizado el t¨¦rmino ¡°poes¨ªa de la conciencia¡± para definir su obra: una combinaci¨®n de conciencia cr¨ªtica civil y pol¨ªtica y conciencia de la propia materia po¨¦tica: es decir, cuestionamiento del lenguaje convencional y b¨²squeda de sus potencialidades m¨¢s sorprendentes y ocultas. En La bicicleta del panadero hay, adem¨¢s, una ambici¨®n c¨®smica. Pero no abstracta ni metaf¨ªsica, sino sustentada en la historia.
As¨ª, se acerca a realidades que han marcado la conciencia civil y cultural del siglo XX (Mayo del 68, Auschwitz, la Guerra Civil, el asesinato de Lennon¡) poniendo en pie un protagonista colectivo, un personaje coral que dialoga con el lector a trav¨¦s de m¨²ltiples voces: los sastres, los carpinteros, los chatarreros, los alquimistas, los hojalateros, los jud¨ªos marcados para siempre por el Holocausto, los poetas, los socialistas ut¨®picos, los representantes de los mercados, los alba?iles, el dependiente, el padre (¡°Los padres mueren en invierno, tosen en invierno cansadamente sensitivos como trenes que ya no van a partir tosen mientras se deslizan sobre la nieve¡±), conforman un colectivo de procedencia popular que se relaciona dial¨¦cticamente con un universo cultural poli¨¦drico: un vasto territorio de lecturas, de evocaciones, de restituciones y homenajes (de Picasso a Gide, de Cort¨¢zar a P¨¦rez Estrada, de L¨ºdo Ivo a Marc Chagall). Son las distintas caras de la conciencia, la trastienda oculta de una memoria que es algo m¨¢s que legado propio: es tambi¨¦n herencia de los antepasados.
Al leer el libro de Mestre, uno se pregunta hasta qu¨¦ punto la poes¨ªa no es hoy el refugio de las grandes incertidumbres de los seres humanos en un mundo crecientemente mercantilizado, el lugar donde la palabra, desde la insumisi¨®n, intenta ordenar el caos, darle un sentido hist¨®rico-emocional nuevo, intuir un futuro diferente. A esa pregunta parece responder el autor con una conclusi¨®n impl¨ªcita: la mirada m¨¢s f¨¦rtil y verdadera es la que se alimenta de la derrota. La lucidez extrema deviene, s¨ª, del caos, pero tambi¨¦n de la imposibilidad, de las derrotas sucesivas que han edificado la historia del hombre, la geograf¨ªa de la compasi¨®n en un mundo terrible: ¡°Pocos conf¨ªan en las multiplicaciones b¨ªblicas / Nadie encuentra en el r¨ªo pepitas de oro / Ning¨²n peri¨®dico trae un ruise?or en la primera p¨¢gina¡±. No por casualidad, La bicicleta del panadero se despliega tras una ilustrativa cita de Francis Picabia: ¡°Los descontentos y los d¨¦biles hacen la vida m¨¢s bella¡±. Mestre ha construido un extenso mosaico, un emocionante palimpsesto que es, en el fondo, un homenaje a las v¨ªctimas de la historia, a las realidades demolidas y a los sue?os que a¨²n viven.
La bicicleta del panadero, Juan Carlos MestreCalambur. Madrid, 2012, 476 p¨¢ginas. 25 euros
Babelia
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