Sanguijuelas pol¨ªticas

Que durante el hist¨®rico mandato del primer presidente negro de Estados Unidos se produzca una pel¨ªcula titulada Abraham Lincoln, cazador de vampiros, ensalzadora de la figura del mandatario que aboli¨® la esclavitud, y en la que buena parte de los sudistas racistas durante la Guerra Civil estadounidense encarnan el mal m¨¢s absoluto bajo la figura de chupasangres que quieren hacerse con el poder del pa¨ªs no deja de tener su gracia (inicial). Que la pel¨ªcula est¨¦ dirigida por un ruso, Timur Bekmambetov, que debe su fama a otra pel¨ªcula sobre una de esas apocal¨ªpticas batallas entre el Bien y el Mal vamp¨ªrico, Guardianes de la noche, aunque ambientada en la Rusia contempor¨¢nea, quiz¨¢ complete el sarcasmo. Sin embargo, pol¨ªtica y fantas¨ªa, entretenimiento e Historia, efervescencia y trascendencia, nunca van de la mano en esta pel¨ªcula producida por Tim Burton. Son agua y aceite.

M¨¢s all¨¢ de su ambientaci¨®n y de su personaje protagonista, ni una sola frase, ni una sola secuencia de Abraham Lincoln¡­ escapa de las habituales pel¨ªculas de fantas¨ªa juvenil en torno al terror y, sobre todo, el cine de acci¨®n. Y si semejante planteamiento no sirve para elevar el list¨®n de los cuatro lugares comunes acerca de los ¨¢ngeles y los demonios, la venganza, el poder, las incontables secuencias de artes marciales para amantes de los videojuegos de lucha y unas tres dimensiones que poco aportan, mejor hubiera sido no apuntar tan alto para luego esconder la mano, como tambi¨¦n ocurre con ese ep¨ªlogo contempor¨¢neo en el que se da a entender, sin ser del todo valientes, que George W. Bush y Barack Obama conforman los nuevos ejes del Mal y el Bien.