¡°Me gusta que mis musas hablen. Los hombres objeto, mejor callados¡±
Una muestra de 123 trajes recorre los 35 a?os del franc¨¦s como dise?ador de moda en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid
Las obsesiones y pasiones de Jean Paul Gaultier (Arcueil, 1952) recorren 123 trajes que se expanden a lo largo de 35 a?os como dise?ador de moda. Es el tema de una muestra que se inaugur¨® en Montreal en 2011. Tras viajar a San Francisco y Dallas, esta semana se instala en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid. La infanta Elena la visit¨® ayer, entre cajas, pl¨¢sticos y escaleras. Jean Paul Gaultier le dedic¨® un cat¨¢logo y, como hace con casi todo el mundo, lo acompa?¨® de una sonrisa contagiosa. Los vestidos no siguen orden cronol¨®gico para demostrar, precisamente, c¨®mo el dise?ador franc¨¦s ha utilizado una y otra vez los mismos temas desde 1976: la religi¨®n, Londres, la m¨²sica, el desnudo, las rayas marineras, Almod¨®var, los cors¨¦s¡ ¡°Gaultier no sigue tendencias, las crea. Adem¨¢s, es un gran sastre y todas sus piezas son atemporales¡±, razona el comisario de la exposici¨®n, Thierry-Maxime Loriot. Junto a una pared de capiton¨¦ rosa, se proyecta Falbalas, pel¨ªcula de 1944 que le impuls¨® a so?ar con este oficio. Loriot revela que al rastrear en los archivos encontr¨® los bocetos infantiles de Gaultier. ¡°A los siete a?os elaboraba dos colecciones completas al a?o, con accesorios incluidos¡±. Su oso Nanafue su primer maniqu¨ª y sobre ¨¦l ensay¨® algunas de las ocurrencias que luego pulir¨ªa con Madonna. El humor era, entonces y ahora, su motor.
Pregunta. Es la cuarta vez que inaugura la exposici¨®n, ?todav¨ªa hay espacio para la emoci¨®n?
Respuesta. S¨ª, porque Espa?a es muy especial para m¨ª. Viaj¨¦ mucho aqu¨ª con mis padres en los a?os sesenta y este pa¨ªs siempre ha alimentado mi imaginaci¨®n.
P. Las figuras de la exposici¨®n tienen rostro virtual, e incluso hablan. En Gaultier, ?ni los maniqu¨ªes se callan?
R. Me he rebelado contra muchas cosas, entre ellas la idea de que una mujer ten¨ªa que estar callada para ser elegante. Crec¨ª rodeado de mujeres con cosas interesantes que decir y me gusta que mis musas hablen. Al mismo tiempo, he propuesto lo contrario: hombres objeto, mejor callados.
P. Acaba de presentar su colecci¨®n primavera / verano 2013, un repaso a sus m¨²sicos favoritos de los a?os ochenta. ?Le influye esta muestra para mirar atr¨¢s?
R. Desde luego, pero siempre lo he hecho. A finales de los setenta, me fijaba en los cincuenta y los sesenta. Necesito algo de donde partir. No soy un dise?ador abstracto. El origen siempre es algo que existe, sea un recuerdo o una pel¨ªcula, y que yo transformo. Tampoco me considero nost¨¢lgico. Estoy contento de vivir hoy.
P. ?C¨®mo se ve la moda tras 35 a?os en ella?
R. Ahora hay mucha esquizofrenia. Estamos obsesionados con lo nuevo. Es imposible rehacerse por completo cada seis meses. Yo creo en una evoluci¨®n. En ir y volver a las ideas y no descartarlas a los cinco minutos. Por otra parte, hay que ser realista: esto no es arte conceptual. Lo que la moda hace es reflejar su tiempo. Somos testigos, espejos.
P. Pero es necesario algo de anticipaci¨®n. ?C¨®mo se consigue?
R. Somos sensibles a lo que ocurre y, en cierta forma, olemos los cambios. Propuse el cors¨¦ por una suma de factores. No hubiera sido posible sin el precedente de las mujeres quemando su ropa interior para reclamar la igualdad. Por otra parte, estaban los cors¨¦s de los que me hablaba mi abuela. Una de mis modelos sol¨ªa llevar una chaqueta de Chanel, muy burguesa, solo sobre un sujetador. Me encantaba el contraste. En los ochenta, lo provocador ya no era desnudarse, sino recuperar un cors¨¦. Llevado como elecci¨®n y no como obligaci¨®n, era un arma de seducci¨®n y dotaba a las mujeres de enorme poder. No soy soci¨®logo y no pretendo anticipar el futuro, pero hay indicios que te llevan en cierta direcci¨®n.
P. Ahora tiene donde inspirarse con tantas protestas¡
R. Desde luego. No s¨¦ qu¨¦ saldr¨¢ de esto, pero el cambio est¨¢ aqu¨ª. Hay demasiado de todo. Demasiada moda, consumo, revistas, im¨¢genes. Y lo que est¨¢ pasando con la religi¨®n¡ la gente se siente perdida. Est¨¢ en un lugar y quiere estar en otro.
P. En los a?os ochenta usted era el rebelde de la industria y estaba m¨¢s cercano a la calle que a los salones. Ahora se ha convertido en un s¨ªmbolo de la alta costura. ?C¨®mo se lleva el cambio?
R. Puedes ser un poco rebelde dentro del sistema, pero si lo fueras de verdad no estar¨ªas en ¨¦l. Yo entr¨¦ para cambiarlo. Utilizo mi posici¨®n para romper fronteras injustas: sobre la edad, la belleza o la raza. No aprecio el sistema de la moda, pero trabajo desde dentro para transformarlo.
P. ?Qu¨¦ es lo que no le gusta?
R. Sobre todo, su obsesi¨®n por odiar lo que has amado hace unos minutos. Es una forma de pensamiento ¨²nico: la dictadura de lo que se lleva y lo que no. La moda, como la vida, est¨¢ llena de posibilidades y lo bonito es abrazarlas.
P. Estos d¨ªas ocupa tanto espacio qui¨¦n va a los desfiles como lo que se presenta, y usted entra en el juego, incluso subiendo a famosos a la pasarela. ?Qu¨¦ mensaje hay en todo esto?
R. La moda es, hoy m¨¢s que nunca, un asunto de egos. Todo son demostraciones de poder: qui¨¦n es qui¨¦n, qui¨¦n se sienta d¨®nde¡ En mi ¨²ltimo desfile hice un chiste sobre eso disfrazando a unos actores como Kiss entre los invitados. Lo divertido es que cualquiera puede ser Kiss porque lo ¨²nico que reconocemos de ellos es su maquillaje, pero solo por el maquillaje esas personas pasan a ser m¨¢s importantes.
P. ?C¨®mo lleva las cr¨ªticas?
R. Todav¨ªa me afectan. ?Despu¨¦s de tantos a?os! Una vez, en WWD escribieron que una de mis colecciones era sadomasoquista. No lo era, estaba inspirada en la lencer¨ªa. Compr¨¦ el libro de sadomasoquismo m¨¢s subido de tono que encontr¨¦ y lo mand¨¦ a la redacci¨®n con una nota en que les suger¨ªa que aprendieran la diferencia entre lencer¨ªa y sadomasoquismo. Cuando mostramos nuestro trabajo nos convertimos en gladiadores esperando que el pulgar vaya arriba o abajo. No es f¨¢cil, pero hay que aceptarlo.
P. El a?o pasado Puig se convirti¨® en accionista mayoritario de su firma. ?Se entiende con ellos?
R. El di¨¢logo es muy bueno. No soy un hombre de negocios. Me pone enfermo toda esa parte de este trabajo. Lo intent¨¦ hacer y no soy capaz. Tengo que pensar en cosas que se me escapan.
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