Narradores con las manos sucias
Jos¨¦ Ovejero profundiza con la fuerza de un taladro en las biograf¨ªas de sus personajes ¡ªGenet, Malraux, Mutis¡¡ª y reflexiona sobre la relaci¨®n entre los demonios y los deseos. Su libro 'Escritores delincuentes' est¨¢ lleno de historias atractivas
Si alguna vez has pensado que la mayor¨ªa de los escritores son unos mentirosos y unos indeseables, este es tu libro. Lo primero que te deja estupefacta del estupendo ensayo Escritores delincuentes de Jos¨¦ Ovejero es, precisamente, la ingente cantidad de literatos criminales que ha reunido. La lista es tan larga y el conocimiento de Ovejero sobre el tema tan vasto y exhaustivo que no s¨¦ c¨®mo ha podido hacer otra cosa en la vida, aparte de perseguir y leer a estos forajidos de las letras. Antes de devorar con deleite este libro, yo hubiera jurado que, m¨¢s all¨¢ del peque?o pu?ado de casos famosos, habr¨ªa pocos escritores fuera de la Ley, tal vez porque pienso que somos m¨¢s pasivos y m¨¢s cobardes, y porque la narraci¨®n te permite cometer imaginariamente todos los cr¨ªmenes, de manera que no necesitas recurrir al acto.
Pero, tras leer a Ovejero, me he dado cuenta de que no es as¨ª por muchas razones. En algunos casos, la escritura forma parte de un temperamento mit¨®mano y resbaladizo; muchos de los delincuentes aqu¨ª tratados son estafadores, marrulleros, vendedores de aire y charlatanes fraudulentos: o sea, todo lo que en realidad es un novelista (o, al menos, un mal novelista). Adem¨¢s, hay bastantes autores que est¨¢n algo chiflados y/o provienen de una familia y una infancia violentas y traum¨¢ticas; de hecho, tengo la teor¨ªa de que uno se hace novelista precisamente porque, siendo ni?o, ha sufrido una experiencia de decadencia; al escritor se le rompi¨® en alg¨²n momento la ni?ez y entonces escribe para recuperar, para resta?ar, para cerrar el agujero. Y, claro, si esas vivencias infantiles son demasiado demoledoras, pueden conllevar f¨¢cilmente marginaci¨®n social e ilegalidad. Por ¨²ltimo, buena parte de los autores de los que habla Ovejero se hicieron escritores despu¨¦s de delinquir, y eso es t¨ªpico de la gente que ha tenido una vida peculiar o que cree haberla tenido. A todos los novelistas se nos ha acercado alguna vez alguien diciendo: ¡°Te tengo que contar mi vida porque con ella escribir¨ªas una novela buen¨ªsima¡±. Los delincuentes de Ovejero ten¨ªan ese pasado repleto de peripecias y, en muchos casos, la calma chicha de la c¨¢rcel para poder ponerse a llenar folios.
Ovejero resalta una y otra vez c¨®mo los escritores no delincuentes nos morimos de fascinaci¨®n por los autores criminales
Con la ventaja nada balad¨ª de que, si te las apa?as para enhebrar palabras con alguna finura, es probable que el prestigio literario te ayude a salir del trullo. Eso resalta Ovejero una y otra vez en su libro: los escritores no delincuentes nos morimos de fascinaci¨®n por los autores criminales. Ser¨¢ que admiramos su audacia desde esa pasividad y esa cobard¨ªa nuestras a las que antes me refer¨ªa; o ser¨¢ que nos recuerdan a nuestros personajes; o tal vez en el fondo m¨¢s remoto de nuestra conciencia, all¨ª donde no nos atrevemos ni a mirar, tengamos miedo de no estar tan lejos de ellos, de perder alg¨²n d¨ªa la cabeza y cometer una tropel¨ªa. Sea como fuere, Ovejero recoge innumerables cruzadas de intelectuales intentando salvar de la c¨¢rcel a alg¨²n literato malhechor. Sucedi¨®, por supuesto, con Jean Genet. Sucedi¨® con ?lvaro Mutis (?c¨¢spita! Ignoraba su pasado proceloso), que estuvo a?o y medio en la c¨¢rcel por haberse apropiado de fondos de la Standard Oil en la que trabajaba; unos dicen que Mutis hab¨ªa utilizado el dinero para ayudar a disidentes pol¨ªticos en peligro (pero esta versi¨®n, se?ala Ovejero, deb¨ªa de ser la del propio Mutis), otros que us¨® el presupuesto publicitario de la compa?¨ªa para pagar proyectos culturales y algunas fiestas; en cualquier caso, el grupo de intelectuales que intercedi¨® por ¨¦l estaba capitaneado por Octavio Paz. Y sucedi¨® con Andr¨¦ Malraux (?rec¨¢spita! Tampoco lo sab¨ªa), que en 1923, con 21 a?os, viaj¨® con su joven esposa a los fabulosos templos de Angkor, en Camboya, con la intenci¨®n de robar all¨ª algunas piezas de arte y pasarlas de contrabando a Francia. Les pillaron arrancando unos relieves (qu¨¦ bestias) y a Malraux le condenaron a tres a?os de c¨¢rcel que la consabida movilizaci¨®n de intelectuales consigui¨® reducir, yo dir¨ªa que un poco injustamente, a un a?o de libertad condicional.
Pero esa presi¨®n rom¨¢ntica de los escritores para rescatar y redimir a sus colegas ca¨ªdos ha tenido a veces consecuencias dram¨¢ticas, como en la espeluznante historia del austriaco Johann Unterweger, hijo de una prostituta y de un soldado americano. Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de una muchacha y se pas¨® diecis¨¦is a?os en prisi¨®n, en donde escribi¨® cuentos, una autobiograf¨ªa, poes¨ªa y obras de teatro. Entonces los intelectuales consideraron que estaba recuperado socialmente y que la pena perpetua era una crueldad (lo es), y lograron que se le pusiera en libertad. Asesin¨® al menos a nueve prostitutas, estrangul¨¢ndolas con su sujetador, antes de ser de nuevo detenido. Se ahorc¨® en la c¨¢rcel en 1994, tras su segunda condena a perpetuidad.
El trabajo de Ovejero est¨¢ lleno de historias as¨ª. Algunas muy famosas y tremendas, como la de Anne Perry, la c¨¦lebre autora de novelas policiacas, que de adolescente mat¨® a ladrillazos, en compa?¨ªa de su mejor amiga, a la madre de ¨¦sta. Otras, totalmente desconocidas, pero igual de atractivas. Bastar¨ªa con el c¨²mulo de informaci¨®n efervescente que esta obra posee, con su cuota de cotilleo, para que su lectura fuera apasionante. Pero es que adem¨¢s ese gran escritor que es Ovejero ha conseguido profundizar con la fuerza de un taladro en las biograf¨ªas de sus personajes y, al mismo tiempo, reflexionar sobre la relaci¨®n que hay entre la vida y la escritura, entre los demonios y los deseos. Este libro es un paseo intenso y conmovedor por los extremos del ser, por la inquietante y a veces grotesca realidad que se extiende extramuros, justo al otro lado de la frontera, entre las sombras.
Escritores delincuentes. Jos¨¦ Ovejero. Alfaguara. Madrid, 2011. 344 p¨¢ginas. 18,50 euros.
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