Manolo Chacarte, s¨ªmbolo de los ¡®toreros de hierro¡¯
El baracald¨¦s fue novillero puntero y tom¨® la alternativa en 1955
La denominaci¨®n de toreros de hierro que se refiere a los matadores de toros nacidos en Bizkaia parece cortado a la medida de Manolo Chacarte, persona sobria en la calle y de aspecto recio y firme cuando vest¨ªa el traje de luces.
Juan Manuel Echeverria Guti¨¦rrez acudi¨® al apodo familiar para iniciar su carrera taurina. En Barakaldo, donde naci¨® en febrero de 1932, a su padre le conoc¨ªan como Chacarte, por su apellido materno Chacartegui, y de ah¨ª tomaron los Chacarte, primero Manuel y despu¨¦s Rafael su nombre en los carteles.
No fueron f¨¢ciles los a?os de la posguerra y la fiesta de los toros era uno de los pocos espect¨¢culos que llenaban las ilusiones de los vizca¨ªnos. Manolo Chacarte fue uno de los j¨®venes que se decidieron por la muleta y en 1949 se present¨® junto a otros noveles en la antigua Vista Alegre. Su trayectoria de novillero fue mete¨®rica y en 1953 lleg¨® a sumar m¨¢s de 30 festejos con picadores con actuaciones celebradas en Madrid, Sevilla y, sobre todo, en Barcelona. Sin embargo, tras la alternativa, que lleg¨® en la Feria de La Blanca vitoriana de 1955 de manos de Jumillano y Pedr¨¦s, no tuvo demasiados festejos; confirm¨® su doctorado en Madrid al a?o siguiente y actu¨® en numerosas plazas.
Para los aficionados bilba¨ªnos tuvo fuerza, hasta le firmaron un pasodoble en su honor y lleg¨® a estoquear seis toros en solitario en Bilbao el 17 de junio de 1956. Pero en 1958 decidi¨® colgar los trastos e ingresar en el negocio familiar, una carnicer¨ªa que, seg¨²n ¨¦l, fue el medio de vida en aquellos complicados a?os. Con todo, acompa?¨® como subalterno a su hermano Rafael en numerosas actuaciones.
Su aspecto fuerte, con el gesto sobrio que recordaba al del actor Jack Palance, y su firme car¨¢cter fue unido a una discreci¨®n, que siempre le llev¨® a situarse en un segundo plano. Poco dado a exhibir sus recuerdos, hu¨ªa de rememorar triunfos y pasajes como aquella foto, que nunca ense?aba, cuando tuvo que brindar un toro a Franco en la plaza de La Coru?a.
El mismo gesto discreto que mantuvo en la ¨²ltima d¨¦cada, como asesor del presidente de Vista Alegre, puesto que ya no pudo ocupar en las pasadas Corridas Generales de agosto, aquejado de una enfermedad que le limit¨® para sus aficiones. Falleci¨® ayer junto a los suyos; sus pulmones, su aut¨¦ntico caballo de batalla en los ¨²ltimos meses, ya no aguantaron m¨¢s.
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