La precisi¨®n se llama Wilco
La banda estadounidense rinde al p¨²blico del Liceo con un concierto meticuloso
Puntual como una factura, el hombre que manda en Wilco sali¨® al escenario del Liceo. Como siempre apareci¨® entre los otros cinco m¨²sicos, tal vez queriendo pasar desapercibido. Son¨® Misunderstood, que amag¨® con ritmo para luego encalmarse como manda la canci¨®n, y as¨ª se abrieron m¨¢s de dos horas de rock meticuloso que encaj¨® como un guante con un espacio dedicado a la l¨ªrica. Porque si algo tiene Wilco es un cuidado por la melod¨ªa y la miniatura detallista que la banda no pierde ni cuando se pone brutota. As¨ª que s¨ª: rock l¨ªrico en el templo de la l¨ªrica. Cuadr¨®. Hoy lo har¨¢ en Madrid.
El sonido acompa?¨® una noche, la primera, en la que el rock a pelo, rock por definici¨®n, hollaba un lugar de tan precisa sonoridad, fasto y doradas molduras. Y Wilco es, precisamente, una banda para sonar definida, detallada y sutil. Desde los primeros achuchones del concert¨® se percibi¨® que el grupo navegar¨ªa con viento en popa. En la primera pieza ya obsequiaron con esa mezcla de bofet¨®n y caricia que caracteriza alguna de las gemas de su repertorio. La inquietante y urbana Art of almost abund¨® en la sensaci¨®n de que aquello dif¨ªcilmente pod¨ªa escucharse mejor. Es lo que tiene la ¨®pera, acostumbra a sonar en espacios pensados para el sonido. I might y la dulce You are my face encendieron las primeras mechas en un lugar donde mejor no mentar el fuego.
Y hubo de ser Impossible Germany la canci¨®n que desatara la primera gran ovaci¨®n de la noche. La ternura de esta composici¨®n plant¨® sonrisas en la asistencia, llevada a esos terrenos de suave melancol¨ªa que Wilco domina a la perfecci¨®n. Adem¨¢s, esta pieza, con un deslumbrante solo de guitarra y trenzado de cuerdas que evoca a los Allman Brothers , muestra esa caracter¨ªstica tan Wilco: ni tan siquiera los solos m¨¢s rockeros suenan machotes, desmelenados, moteros, siendo esta banda una de las que se despeina sin perder la raya en el cabello. M¨¢s tarde se evidenciar¨ªa con t¨ªtulos como Always in love o Forget the flowers, uno de los gui?os country que tuvo el repertorio.
En medio de la escena, presidida por l¨¢mparas de pantalla que se colgaron invertidas, estaba ¨¦l, Tweedy, un hombre que por su gesto siempre parece ser un tipo con problemas. Luego resulta que ya no los tiene, pero hay algo en su expresi¨®n que ni en d¨ªas felices como el de ayer disimula cierta turbulencia interior. Tocado con un sombrero parec¨ªa as¨ª un se?or con problemas bajito al que un pulgar enorme y divino apretaba contra el suelo por medio del sombrero calado hasta las cejas. Quiz¨¢s a esta imagen, rematada por una barba que en la distancia no parec¨ªa particularmente podada, le fue como anillo al dedo una pieza como Radio cure, con su sonido oscuro y transitar calmo. Pero a la vez, en una muestra de la ductilidad y amplitud de registros de la banda, piezas como Whole love o Theologians supusieron optimismo, alegr¨ªa mel¨®dica y empuje vitalista que complementaron la personalidad de una banda con muchas caras. Todas fotog¨¦nicas.
Y si no t¨¦ngase como ejemplo ese Via Chicago que son¨® a caricia ¨ªntima, a nana de enamorado, a dulzura sin asomo de az¨²car que en su desarrollo se desarbola como las velas en noche tormentosa, y la evocaci¨®n se troca en fiereza, ruido, confusi¨®n y alboroto. Todo en una misma canci¨®n, en una misma canci¨®n que no por tal mutaci¨®n suena a dos. Heavy metal drummer, Hummingbird y A shot in the arm cerraron el meollo del concierto mostrando un repertorio cambiante en el que s¨®lo se repiten unas diez piezas.
Para los bises, remate de existencias con momentos para el suspiro, un Jesus etc que funde y enternece; recuerdos como I¡¯m triying to break your heart y un Outtasite (outtamind) que recuper¨® el br¨ªo rockero de aquellos Wilco de un Tweedy sin barba. Fueron alguno de los bises de un concierto, otro, estupendo de una banda precisa y meticulosa como esos artesanos orientales que se dejan vista y pulso afinando plumines.
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