Gae Aulenti, genio en la arquitectura
La italiana tuvo que aplicarse a s¨ª misma un c¨¢lculo de estructuras entre el arte (su verdadera pasi¨®n) y la arquitectura
Corte de pelo masculino y estilo de vestir muy sobrio: la fachada de Gae Aulenti lo dec¨ªa todo sobre su car¨¢cter. Fue la manera, muy de su profesi¨®n, para mimetizarse mejor con el ambiente en las universidades de arquitectura italianas de los cincuenta, donde fue una de las poqu¨ªsimas mujeres. Una personalidad que nos dej¨® el pasado mi¨¦rcoles a los 84 a?os en Mil¨¢n, noticia que recibo con tristeza: como amiga y, aunque de generaci¨®n m¨¢s joven, como colega.
Nacida en Palazzolo dello Stella (Udine), en 1927, Aulenti tuvo que aplicarse a s¨ª misma un c¨¢lculo de estructuras entre el arte (su verdadera pasi¨®n) y la arquitectura. Venci¨® la segunda opci¨®n, tras observar cien veces las ruinas de las ciudades italianas de los a?os de posguerra. ¡°Todav¨ªa hoy odio las ruinas¡±, reconoc¨ªa hace poco.
Antigua militante comunista (lo fue hasta 1952, ¡°cuando me di cuenta del antisemitismo de Stalin¡±), el car¨¢cter le sali¨® pronto. Licenciada en 1954 en el Polit¨¦cnico de Mil¨¢n, se puso a trabajar con otros j¨®venes colegas de talento en la redacci¨®n de la revista Casabella. Fue aqu¨ª donde propuso el neoliberty como alternativa a la arquitectura racionalista que en esos a?os parec¨ªa la ¨²nica v¨ªa posible. Era una apuesta valiente que marca su voluntad de participar en la realidad cotidiana y en la reconstrucci¨®n urban¨ªstica de Italia.
Su carrera arranc¨® esos a?os cincuenta realizando tiendas para Olivetti, rehabilitaciones de apartamentos y casas de importantes familias, que fue entrelazando con colaboraciones en Casabella y Lotus, con la universidad y con excursiones al mundo del dise?o y el teatro. En el primero, realiz¨® creaciones tan geniales como la l¨¢mpara Pipistrello (1965). La pasi¨®n por el arte esc¨¦nico la llev¨® a colaborar, de 1976 a 1978, con el director de ¨®pera Luca Ronconi, dise?ando la escenograf¨ªa de ¨®peras como Viaje a Reims, de Rossini. Asist¨ª al estreno en la Scala de Milan en los ochenta: entre los aplausos que hac¨ªan caer el teatro, la escen¨®grafa Aulenti apareci¨® a saludar con su inconfundible corte de pelo y unas espectaculares medias verde esmeralda. Genio y figura¡
Recuerdo haber coincidido con Gae en una cena de Navidad en Mil¨¢n y darme cuenta esa noche, vi¨¦ndola al lado de Ettore Sottsass y Piero Castiglioni, de que era una de las personas m¨¢s divertidas y ocurrentes del sector. Y fue esa mezcla de simpat¨ªa y talento y genio, la que, junto a su amor por el trabajo, la llev¨® a construir obras de gran calado. Eso y ese pulso entre arte y arquitectura, que explica que sus mejores obras fuera rehabilitaciones, como la de la estaci¨®n ferroviaria de Orsay en museo (1980-1986), el George Pompidou (1980) o la del Palazzo Grassi de Venecia (1985-1986).
Tuve varios encuentros con ella en Barcelona durante la rehabilitaci¨®n del Palacio Nacional de Montju?c, sede del Museo Nacional de Arte de Catalu?a. La obra dur¨® 18 a?os (1985-2004) y fue muy complicada y pol¨¦mica y culminada con el episodio del encargo de una escultura a T¨¤pies que acab¨® con el calcet¨ªn nonato entonces. El d¨ªa de la inauguraci¨®n alguien le sugiri¨® mejoras para la exposici¨®n oficial. No lo dud¨®: ¡°?En un d¨ªa como hoy donde celebramos tama?a obra, me vienes con esas peque?eces!¡±.
Era una mujer de car¨¢cter. Nunca dej¨® de trabajar. Su estudio estaba conectado a su casa para que, a trav¨¦s de una puertecita, pudiera llegar cuando quisiera a sus queridas mesas, donde hac¨ªa lo que realmente le gustaba hacer, i suoi pasticci: dibujar, colorear, experimentar, probar e inventar siempre. Por suerte para este oficio y para la humanidad.
Benedetta Tagliabue es arquitecta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.