La traducci¨®n ingresa en la Academia
Miguel S¨¢enz, introductor en Espa?a de Bernhard o G¨¹nter Grass y reci¨¦n elegido miembro de la RAE, habla del pasado y el futuro de una labor no siempre reconocida
Adem¨¢s del extraordinario traductor literario con modales de novelista, con Miguel S¨¢enz (Larache, 1932), elegido para el sill¨®n b min¨²scula, vacante tras la muerte de Eliseo ?lvarez-Arenas, ingresar¨¢n en la Real Academia el general auditor retirado, el brillante jurista del aire, exfiscal de la Sala Quinta del Tribunal Supremo, el cosmopolita que ¡°gracias a la ONU¡± nos present¨® a los escritores Thomas Bernhard, Salman Rushdie o G¨¹nter Grass, el miembro de la academia alemana y el gran experto en jazz, teatro y asuntos aeron¨¢uticos.
Y a juzgar por las muestras de alegr¨ªa que este hombre franco y cercano ha recibido de sus compa?eros de gremio desde su designaci¨®n el pasado jueves, pareciera que tambi¨¦n entra con ¨¦l toda una profesi¨®n.
¡°Lo han vivido con gran alegr¨ªa, como un reconocimiento colectivo¡±, explicaba este s¨¢bado en su casa al norte de Madrid, llena de libros y recuerdos compartidos con su mujer Grita Loebsack y sus cuatro hijos. Hay otros grandes traductores en la RAE, se apresur¨® a a?adir: ¡°Javier Mar¨ªas, Francisco Rodr¨ªguez Adrados, Juan Gil y, claro, Valent¨ªn Garc¨ªa Yebra¡±. ¡°Aunque es cierto que quiz¨¢ es la primera vez que se buscaba espec¨ªficamente a un traductor [se impuso en segunda ronda de las votaciones a otro, Antonio Pau]. La novedad es que siempre ha habido militares acad¨¦micos, pero nunca del Aire¡±.
Porque si S¨¢enz, que pas¨® su infancia en Marruecos como hijo de un general de Infanter¨ªa, se ha labrado una ejemplar trayectoria como traductor literario desde hace ya 40 a?os, ha sido ¡°a partir de las seis de la tarde¡±, cuando sus obligaciones de jurista y militar le dejaban tiempo.
Su debut de aficionado lleg¨® en 1976, de la mano de Peter Handke (Carta breve para un largo adi¨®s). Pero antes, la traducci¨®n ya le hab¨ªa servido de sustento, cuando recal¨® en excedencia en la ONU entre 1965 y 1970. En Nueva York primero y en Viena despu¨¦s. ¡°Si algo s¨¦ de traducci¨®n lo aprend¨ª all¨ª, no en una universidad¡±, recuerda. ¡°La secci¨®n la compon¨ªan no solo traductores espa?oles, sino tambi¨¦n hispanoamericanos. Ah¨ª entend¨ª que el espa?ol es la lengua de 22 pa¨ªses. Cuando se traduce bajo presi¨®n una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad sobre los territorios ocupados, te das cuenta de la importancia de una palabra; puede costar vidas¡±.
En sus d¨ªas neoyorquinos, cay¨® fascinado por la libertad de una generaci¨®n de m¨²sicos irrepetible a la que dedic¨® el ensayo fundamental Jazz de hoy, de ahora, que edit¨® en Siglo XXI Javier Pradera (con quien se hab¨ªa graduado como teniente auditor del Cuerpo Jur¨ªdico del Aire). De vuelta en Madrid, coquete¨® con la novela (¡°escrib¨ª un pu?ado, todas terribles¡±) y mantuvo el v¨ªnculo con la ONU: ¡°Me iban pidiendo traducciones puntuales. Fueron ellos quienes subvencionaron la introducci¨®n de cierta narrativa alemana en Espa?a. Con lo que me pagaban por un par de meses me daba para estar con El rodaballo dos a?os¡±.
Desde aquel trabajo se le ha considerado como ¡°el gran traductor del alem¨¢n¡±, pese a que se maneja ¡°mejor en ingl¨¦s¡± (Henry Roth o William Faulkner se cuentan tambi¨¦n entre sus clientes). ¡°En realidad, la culpa de mi especializaci¨®n germ¨¢nica la tiene Jaime Salinas, que necesitaba lectores de alem¨¢n para Alfaguara. Lo hab¨ªa aprendido en parte cuando a fines de los a?os cincuenta estuve destinado en Mallorca. Y con las extranjeras hablabas ingl¨¦s o hablabas alem¨¢n... All¨ª conoc¨ª a mi mujer¡±.
Obligado por los informes para Salinas y el legendario comit¨¦ editorial que reun¨ªa en Torres Blancas a, entre otros, Benet, Garc¨ªa Hortelano, Mar¨ªas o Rafael Conte, S¨¢enz se sac¨® la carrera de Filolog¨ªa Alemana. En una de aquellas reuniones, Mar¨ªas habl¨® de un enigm¨¢tico autor austriaco llamado Thomas Bernhard, que ¨¦l hab¨ªa le¨ªdo en franc¨¦s. De aquel descubrimiento surgi¨® una relaci¨®n que dura hasta hoy: S¨¢enz ha traducido casi toda la obra del escritor, a quien dedic¨® una espl¨¦ndida biograf¨ªa.
Trastorno fue el primer bernhard publicado (en 1978) por Alfaguara, y tal fue la influencia de su prosa hipn¨®tica, que podr¨ªa decirse que cambi¨® la faz de la narrativa en espa?ol. S¨¢enz cuenta que durante su proceso de ingreso en la RAE, avalado por Luis Goytisolo, Pedro ?lvarez de Miranda y Margarita Salas, recibi¨® apoyos cari?osos de algunos escritores acad¨¦micos. No en vano, a ellos, y a una legi¨®n de lectores, ha llevado de la mano por los procelosos cauces de la mejor narrativa alemana: de Brecht a Kafka, de Sebald a D?blin, autor de Berlin Alexanderplatz, su traducci¨®n ¡°m¨¢s compleja¡±.
A Bernhard, hombre poco social, estuvo a punto de conocerlo cuando este le llam¨® en 1989 desde Torremolinos para fijar una cita finalmente truncada por la muerte del escritor en 1989. Mayor relaci¨®n ha tenido con otros autores, como Rushdie o, sobre todo, G¨¹nter Grass, con el que, al paso de los a?os, le une cierta amistad.
Gracias a todo ello (tambi¨¦n al m¨¢s exitoso trabajo de su trayectoria, La historia interminable, de Michael Ende, que a¨²n le ¡°da dinero¡±), obtuvo en 1991 el Premio Nacional de Traducci¨®n a toda una carrera, que este mes, como parte del jurado ha concedido a su compa?ero Francisco J. ?riz (y a Luz G¨®mez en la categor¨ªa de mejor libro). Mucho han cambiado las cosas en esas dos d¨¦cadas... ?O no? ¡°La traducci¨®n literaria sigue estando p¨¦simamente pagada. Un traductor no necesita reconocimiento, sino que le remuneren bien¡±, opina S¨¢enz. ¡°A m¨ª no es que me paguen correctamente, es que me estafan menos¡±.
Se sabe, con todo, un privilegiado. ¡°No he vivido de esto, por suerte, porque para eso hay que matarse trabajando¡±. Siempre ha aceptado solo los trabajos que le interesaban. A los que ahora se suma la redacci¨®n del discurso de ingreso, que, mucho se teme, versar¨¢ sobre el arte de la traducci¨®n. Aunque estar¨ªa feliz, dice, de poder consagrarlo a otras pasiones. Como el lenguaje aeron¨¢utico. O el jazz.
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