Fassbender: La mirada so?ada

Esa mirada en el Metro de Nueva York es inolvidable. Fija, inquisitiva, sensual, de una dulce peligrosidad. Se liga a las mujeres del vag¨®n y, de paso, a cualquier espectador, que so?ar¨¢ durante semanas con que alguien lo mir¨¦ as¨ª en un lugar p¨²blico, con que alguien lo roce con el me?ique, como una invitaci¨®n a la aventura, al consuelo, al desconcierto, quiz¨¢ a la locura, a un lugar entre el cielo y el infierno. La mirada de Michael Fassbender, guapo sin alharacas, todo personalidad, es una de las claves de la sensacional Shame, pel¨ªcula de Steve McQueen sobre las adicciones, la soledad y el abismo de los cuerpos. Un trabajo por el que dicen que podr¨ªa haber merecido una candidatura en los pasados Oscar si no fuera porque muestra su miembro viril casi en primer plano, algo casi prohibitivo en seg¨²n qu¨¦ ¨¢mbitos de Hollywood. Puede que s¨ª o puede que no. Lo cierto es que ¨¦ste ha sido el gran a?o del actor alem¨¢n crecido en Irlanda, de 35 a?os, lo que le ha valido el primer puesto en la encuesta para los lectores de EL PA?S. Porque a Shame habr¨ªa que a?adir otras dos pel¨ªculas este mismo curso. La primera, Indomable, de Steven Soderbergh, no la vio ni el Tato, as¨ª que igual ha influido poco en los votos. Pero en la segunda, Prometheus, de Ridley Scott, era casi lo mejor de la funci¨®n. Su robot de aspecto andr¨®gino, como reci¨¦n salido de un pelot¨®n ario en tiempos del nazismo, era pura inquietud. La de un tipo que lo mismo arrebata con el romanticismo decimon¨®nico de Charlotte Bront? en Jane Eyre (2011) que con su inequ¨ªvocamente contempor¨¢neo personaje de Shame. Lo pr¨®ximo ser¨¢n nuevos trabajos junto a Scott y McQueen, y su debut con Terrence Malick. Tenemos mirada para rato.