Auge y ca¨ªda de una ¡®rockstar¡¯ ficticia
Dana Spiotta publica en espa?ol ¡®Stone Arabia¡¯, novela sobre la identidad y la fama, que la situ¨® en la c¨²spide de la nueva narrativa estadounidense
El sue?o de la cultura popular produce forajidos. Como el bueno de R. Stevie Moore, que ha grabado en su habitaci¨®n unos 400 discos de pop desde 1968. O Mingering Mike, chaval introvertido que, en vista de que nunca ser¨ªa una estrella del soul, se dise?¨® las portadas de una ficticia y exitosa carrera. La escritora estadounidense Dana Spiotta ha aumentado la n¨®mina de estos h¨¦roes an¨®nimos, entre el arte del patetismo y el outsider art, con el personaje de Nik Worth, protagonista cuarent¨®n junto a su hermana Denise de su ¨²ltima y brillante novela, Stone Arabia (Blackie Books).
El tipo era un rockero, l¨ªder de los Fakes y los Demonics, que se desenganch¨® de la escena punk de Los ?ngeles para, reinventado como m¨²sico confesional, completar su obra magna en 21 CD, The onthology of Nick Worth, antes de que le perdi¨¦remos la pista en 2004.
Con su tercera obra en una d¨¦cada, Dana Spiotta acab¨® como finalista del National Book Award en 2011, ¨¦xito que le procur¨® un trabajo en la Universidad de Siracusa como profesora de escritura creativa. A la entrevista, celebrada en la entreplanta de una tienda de caf¨¦s instant¨¢neos de Manhattan, compareci¨® vestida de fiesta: ella y sus compa?eros celebraron en un hotel de Central Park el cincuenta aniversario del paso del gran Raymond Carver por aquellas aulas.
El pop es una bonita manera de echar la vista atr¨¢s¡± Dana Spiotta
¡°Antes de este trabajo viv¨ª en Nueva York y me gan¨¦ la vida como ma?tre¡±, recuerda la autora. ¡°Luego nos mudamos al norte para ser padres y montamos un bistr¨®. Cuando la restauraci¨®n dej¨® de pagar mis facturas de escritora para funcionar exactamente al rev¨¦s, vendimos el restaurante¡±.
Stone Arabia, primero de sus textos en traducirse al castellano, est¨¢ disfrutando de una buena acogida en Espa?a. A ello contribuye sin duda la recomendaci¨®n de Thurston Moore, exSonic Youth y l¨ªder de opini¨®n de la naci¨®n alternativa: ¡°La mejor novela de rock que he le¨ªdo jam¨¢s¡±. ¡°?Qui¨¦n osar¨ªa a llevarle la contraria a Thurston? Yo, no¡±, explica entre risas Spiotta. ¡°Pero, incluso aunque es uno de mis h¨¦roes, debo decir que la definir¨ªa simplemente como una historia con un m¨²sico en el argumento. Trata de una relaci¨®n entre hermanos. Tambi¨¦n, sobre c¨®mo dejar huella en este mundo. A Nik no le gustan las cosas tal y como le han venido dadas y por eso comisar¨ªa su realidad como forma de salvaci¨®n. No me parece una estrategia muy diferente a la de la gente en Facebook¡±.
Para el personaje de Worth, Spiotta, que acostumbra a situar sus historias en las zonas oscuras de Los ?ngeles, donde fue al instituto, se inspir¨® en su padrastro, m¨²sico aficionado ¡°que se publica sus propios discos, aunque sin asomo de patolog¨ªa¡±.
Tambi¨¦n ech¨® mano de su condici¨®n de ¡°aficionada al punk y obsesa musical¡±, as¨ª como de sus recuerdos como dependienta en la extinta tienda de discos de Seattle Cellophane Square, en los tiempos de la explosi¨®n del grunge, ¡°cuando todos los camareros de la ciudad ten¨ªan una banda a punto de firmar con una multi¡±.
As¨ª fue como Stone Arabia entr¨® en la n¨®mina de grandes novelas estadounidenses contempor¨¢neas con un rockero en su interior, junto a El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan, o Libertad, de Jonathan Franzen. ¡°Crecimos como parte de la cultura rock¡±, se excusa Spiotta, ¡°y todos estamos en la mediana edad. El pop funciona como una bonita manera de echar la vista atr¨¢s, con sus connotaciones juveniles y su obsesi¨®n con el paso del tiempo¡±.
Y si, como sucede a su protagonista, y al artista outsider can¨®nico, careciera de p¨²blico¡ ?continuar¨ªa escribiendo? ¡°S¨¦ lo que es no tener demasiados lectores, pero no seguir¨ªa si supiese que nadie en absoluto va a leerme. Lo que s¨ª s¨¦ es que ser novelista es un acto subversivo, nada bueno para la cuenta corriente¡±.
De momento, al menos en su caso ha servido para cumplir ciertas aspiraciones de su criatura de ficci¨®n. Ilustradores de prestigio (como Drew Dernavich, Alex Eben Meyer o, ejem, Mingering Mike) crearon las portadas de varios de los discos de Nik Worth de los que se habla en la novela.
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