Sin embargo no lo so?¨¦
Un hombre solitario vuelve a un barrio de su juventud, un domingo por la tarde, cuando comienza a anochecer, y trata de recuperar su pasado. Se abre una brecha de tiempo y brotan calles borrosas, datos confusos, sombras de gente a la que frecuent¨® durante un tiempo y no ha vuelto a ver. ¡°Y sin embargo no lo so?¨¦¡±, dice el narrador.
As¨ª comienza L¡¯herbe des nuits y as¨ª comienzan, en esencia, casi todos los libros de Patrick Modiano. Su nueva novela apareci¨® en Gallimard har¨¢ un par de meses e imagino que no tardar¨¢ en publicarse en castellano. No s¨¦ si salen siempre en oto?o o yo me lo imagino; lo cierto es que llevo m¨¢s de 30 a?os ley¨¦ndolas, y las espero como esperan los franceses la llegada del Beaujolais: Gallimard podr¨ªa poner un anuncio en las librer¨ªas con la frase ¡°Le Modiano nouveau est arriv¨¦¡±. Me encanta tambi¨¦n la invariabilidad de las portadas de Gallimard: el fondo color crema, el t¨ªtulo en letras rojas, el nombre del autor en letras negras. Esas portadas no han cambiado desde los a?os veinte, desde la gran ¨¦poca de la Nouvelle Revue Fran?aise, de la que permanecen las iniciales, como un sello nobiliario o un c¨®digo secreto.
Hay gente que no entiende mi fidelidad. ¡°Pero si Modiano siempre cuenta lo mismo¡¡±. Tienen raz¨®n, y no me cuesta d¨¢rsela. Sus novelas se dir¨ªan cortadas por el mismo patr¨®n, empezando por su extensi¨®n misma: pocas superan las 200 p¨¢ginas. Cada nueva entrega parece un eco de la anterior, y me gusta la palabra ¡°entrega¡± porque connota espera y serialidad: una serie de la que apenas recordamos los pormenores argumentales. Reconocemos detalles, luces, gestos, paisajes, una atm¨®sfera, como en esos sue?os recurrentes que nos hacen decir ¡°Yo he estado antes aqu¨ª¡±. Una atm¨®sfera y sobre todo una m¨²sica, con rond¨®s, fugas, variaciones sobre los mismos temas: el paso del tiempo, el pasado irrecuperable, la dudosa identidad, la eterna extra?eza de la vida.
Modiano desaf¨ªa cualquier idea de evoluci¨®n literaria. A la manera de Simenon, no hay en su obra ¡°piezas de transici¨®n¡± o ¡°superaci¨®n de etapas¡±: todo lo que es ya lo era al principio. Es cierto que hubo un cierto barroquismo inicial, un breve onirismo exasperado (La plaza de la estrella, La ronda nocturna), pero enseguida encontr¨® su forma y su tono, con escasos cambios de tercio estil¨ªsticos: las tres nouvelles de Desconocidas, la indagaci¨®n de Dora Bruder, la autobiograf¨ªa despojada de Un pedigr¨ª.
El resto de sus libros hacen pensar en esos pintores zen que se empecinan en repetir una y otra vez el mismo movimiento buscando la m¨¢xima depuraci¨®n, la poes¨ªa pura de su trazo. Una carrera como la suya ser¨ªa impensable en Espa?a: a la tercera novela estar¨ªa crucificado, expulsado del circuito, acusado de repetirse de un modo intolerable.
Modiano dice que la mayor parte de sus libros nacen de una especie de agujero negro en su memoria: la ¨¦poca en la que ten¨ªa, precisa, ¡°entre 17 y 22 a?os¡±. Primero situ¨® sus historias en la Ocupaci¨®n, que no conoci¨®, y luego en los d¨ªas de su adolescencia, en los primeros sesenta, con el tel¨®n de fondo de la guerra de Argelia. Un tiempo en el que vag¨® a la deriva, sin anclajes, con una vaga pero constante sensaci¨®n de amenaza, ¡°como si viviera en la clandestinidad¡±. Un mundo de personajes turbios que viven al margen de los horarios y ocupaciones de la gente corriente, en caf¨¦s nocturnos, en hoteles de segunda categor¨ªa, en esos barrios que parecen dejar de existir tan pronto nos alejamos de ellos. Las mujeres son siempre enigm¨¢ticas, silenciosas, de pasado borroso, y nunca tienen m¨¢s de 25 a?os. Rara vez las describe, pero yo las imagino a caballo entre Fran?oise Hardy y Dominique Sanda. Vuelvo una y otra vez a Modiano porque me gusta su m¨²sica, porque no se parece a ning¨²n otro, y porque te hace mirar con sus ojos, como esos fot¨®grafos que destilan y reinventan la realidad. Si vas en metro leyendo una novela de Modiano, todos los viajeros parecen creados por su pluma y ba?ados por su luz, tan incierta como deslumbrante, y la luz sigue afuera, en ese barrio al que vuelve un hombre solitario en busca de su pasado, una tarde de domingo, cuando comienza a anochecer.
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