Wagener y Mira bordan ¡®La anarquista¡¯
La obra de David Mamet se ha estrenado en Broadway y Madrid al mismo tiempo. En la sala peque?a del Espa?ol el p¨²blico aplaude la gran labor de las actrices, muy bien dirigidas por Jos¨¦ Pascual
La anarquista, la nueva obra de David Mamet, es un duelo de 70 minutos entre Cathy (Mag¨¹i Mira), una terrorista que ha pasado 35 a?os en prisi¨®n por matar a dos polic¨ªas en un atraco, y Ann (Ana Wagener), la funcionaria que ha de informar para concederle la condicional. Cathy quiere salir de la c¨¢rcel para visitar a su padre enfermo y recibir su bendici¨®n antes de que muera. Ann quiere tres cosas: quiere que Cathy acepte su responsabilidad por las muertes, quiere una ¡°muestra clara¡± de su arrepentimiento y, sobre todo, que revele el paradero de Althea, su antigua amante, c¨®mplice en el asalto. Cathy es una mujer culta, de formaci¨®n filos¨®fica, que se expresa con minuciosidad, buscando las palabras precisas. Hija de una rica familia jud¨ªa, creci¨® en Nueva York, se educ¨® en la Francia sesentayochista, milit¨® en el FLN argelino, y volvi¨® a Estados Unidos, donde form¨® parte de una banda armada. Cuando comienza la funci¨®n, Cathy parece haber reemplazado una fe por otra: la Causa de la Izquierda ha dado paso a la de los Cristianos Renacidos. Reniega de ¡°aquellas ideas que nos atra¨ªan porque incitaban a la acci¨®n, pero no comprend¨ªan el dolor ajeno¡±. Ha escrito un libro sobre su revelaci¨®n, su ¡°nuevo v¨ªnculo¡±, y asegura que quiere donar la herencia paterna a las familias de sus v¨ªctimas. El problema es que Ann est¨¢ convencida de que miente, como todos los presos que quieren salir. Anna va a dejar su trabajo y de ella depende que Cathy quede libre, de modo que considera esta ¨²ltima entrevista como una especie de misi¨®n divina, regida por una frase b¨ªblica del libro de los Proverbios: ¡°La cortes¨ªa con los malvados es injusticia para los justos¡±.
Mamet cont¨® en The New York Times que La anarquista naci¨® de su indignaci¨®n tras leer una entrevista con Bill Ayers, profesor retirado de la Universidad de Illinois que hab¨ªa sido miembro de Weather Underground, un grupo terrorista de los sesenta, al que cuando preguntaron si volver¨ªa a poner bombas respondi¨®: ¡°No quiero descartar esa posibilidad¡±. El personaje de Cathy est¨¢ claramente inspirado en Kathy Boudin, integrante de la banda, detenida en 1981 por el atraco a un cami¨®n de Brink¡¯s que se sald¨® con los asesinatos de dos polic¨ªas y un guardia de seguridad.
?Est¨¢ hablando el dramaturgo, cercano hoy a la extrema derecha, por boca de Ann? ?Es ¨¦l quien no cree en la redenci¨®n sino en el castigo?
?Est¨¢ hablando el dramaturgo, cercano hoy a la extrema derecha, por boca de Ann? ?Es ¨¦l quien no cree en la redenci¨®n sino en el castigo? Pudiera ser, pero no nos interesa tanto lo que piensa sino c¨®mo reparte el juego dram¨¢tico. Siempre ha tenido Mamet una cierta tendencia a cargar la mano con los personajes que no le gustan, pero en La anarquista la balanza no est¨¢ excesivamente desequilibrada. En uno de los di¨¢logos capitales de la obra, Ann dice: ¡°El Estado no te encierra para causarte dolor, sino para asegurar la libertad de otros. Y no es por miedo a que vuelvas a matar, sino para que todos los hombres puedan ver las consecuencias de ciertos actos, y as¨ª se controlen¡ He le¨ªdo vuestros panfletos. No eran una locura de juventud: eran una perversa y maligna herej¨ªa¡±. Responder¨¢ Cathy: ¡°Ideas m¨¢s depravadas y violentas que las m¨ªas se agitan hoy en las mentes m¨¢s pac¨ªficas del planeta¡±.
Cathy arroja sobre el tapete, igualmente, un argumento muy interesante: no aceptaron en el juicio sus razones ¡°pol¨ªticas¡± y sin embargo Anna la est¨¢ juzgando pol¨ªticamente. Mamet le concede tambi¨¦n una notable baza ¨¦tica: podr¨ªa haber salido mucho antes de haber accedido a delatar a Althea, y no lo ha hecho. Y aqu¨ª me callo, porque el resto de lo que sucede en la funci¨®n pertenece al secreto de sumario. En cuanto a Ann, encarnaci¨®n de la voz de la ley, cuesta imaginar un personaje m¨¢s antip¨¢tico: quiz¨¢s no ande Cathy lejos de la verdad cuando le dice ¡°eres una frustrada que obtienes placer escuchando las historias de los presos; vi¨¦ndoles mentir, llorar, suplicar; viendo c¨®mo tratan de seducirte¡±. Las dos son fan¨¢ticas de sus respectivas ideolog¨ªas, y para ambas el fin justifica los medios, como tambi¨¦n ver¨¢n ustedes.
No es un Mamet de gran cosecha, pero no merec¨ªa esa hoguera. Tampoco es, por cierto, su mayor fracaso: del revival de American Buffalo en 2008
El texto de La anarquista me ha interesado pero no me ha cautivado. Es una obra corta que se hace larga. Las ideas de una y otra, sagazmente observadas, deparan un duelo demasiado cerebral, que solo echa chispas en el ¨²ltimo tercio. Mamet ha elegido una forma arriesgada. Estamos acostumbrados a sus juegos de enga?os, donde el lenguaje es siempre una cortina de humo, pero aqu¨ª adopta una manera m¨¢s g¨¦lida, a caballo entre el debate ideol¨®gico y el cuento moral, que en vez de avanzar como una flecha se mueve en c¨ªrculos, con los personajes parando y fintando, buscando atrapar al otro en su red, volviendo sobre las frases para tratar de esclarecer lo no dicho: debate de altura, pero un tanto falto de carne, de intensidad dram¨¢tica, a diferencia ¡ªcomparaci¨®n inevitable¡ª de Oleanna. La funci¨®n se estren¨® en Madrid y Nueva York el mismo d¨ªa. En Broadway ha sido un pinchazo enorme. Machacada por buena parte de la cr¨ªtica, salt¨® de cartel con tan solo 17 representaciones (y 23 previas).
No es un Mamet de gran cosecha, pero no merec¨ªa esa hoguera. Tampoco es, por cierto, su mayor fracaso: del revival de American Buffalo en 2008, protagonizado por John Leguizamo, se dieron ¨²nicamente ocho funciones.
Entre las razones de la ca¨ªda de La anarquista cabr¨ªa apuntar la elecci¨®n del Golden Theatre, una sala de 800 butacas, y el estratosf¨¦rico precio de las entradas (130 d¨®lares), imagino que as¨ª establecido para pagar los salarios de las dos estrellas, Patti Lupone y Debra Winger, dirigidas por el propio dramaturgo: le hubiera convenido mucho m¨¢s un espacio ¨ªntimo del off. En Madrid ha funcionado muy bien, porque la sala peque?a del Espa?ol es id¨®nea, y porque el trabajo de las actrices y del director, Jos¨¦ Pascual (que firma tambi¨¦n la versi¨®n) es formidable, una filigrana. Mag¨¹i Mira y Ana Wagener me parecieron portentosas, milim¨¦tricas de ritmo y de intenciones. Infunden pasi¨®n y verdad a sus personajes, lidian con un di¨¢logo muy dif¨ªcil, y en sus rostros y sus miradas asoman las vidas anteriores de Cathy y Ann: consiguen que comulguemos con sus causas respectivas, que intuyamos sus maniobras, que rechacemos sus intolerancias. No se puede hacer mejor. La noche en que vi la funci¨®n hubo numerosos bravos, a los que me sumo.
La anarquista. Texto de David Mamet y direcci¨®n de Jos¨¦ Pascual. Sala peque?a del teatro Espa?ol. Calle del Pr¨ªncipe, 25. Madrid. Hasta el 27 de enero.
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