El pop y otros cuentos de leyenda
¡®Jinetes en la tormenta¡¯ recopila las mejores cr¨®nicas de Diego A. Manrique
Tal vez lo mejor que quepa decir de un periodista es que siempre logra contar algo nuevo de los viejos temas. Diego A. Manrique ?(Burgos, 1950) puede haber escrito centenares de veces sobre The Rolling Stones o Bob Dylan, pero, nadie sabe c¨®mo, en ¨¦l, que acaba de publicar Jinetes en la tormenta(Espasa), recopilaci¨®n de art¨ªculos recientes en EL PA?S, las historias acaban siendo relatos por primera vez escuchados. ¡°Uno va cambiando con los a?os y con uno, tambi¨¦n su punto de vista¡±, explica este maestro de periodistas (a secas, y no solo de los as¨ª considerados musicales).
A partir del gran hilo de la m¨²sica negra, el libro incluye sin ¨¢nimo de exhaustividad entrevistas, necrol¨®gicas, brillantes an¨¢lisis hechos a la carrera de la actualidad, o reportajes sobre eso que llaman pop. Todo escrito con prosa certera y vigorosa y desde la altura de una trayectoria de cuatro d¨¦cadas; sus textos siempre parecen tratar sobre algo m¨¢s importante que la m¨²sica, la vida misma y sus reveses.
Quiz¨¢ se deba a que Manrique las ha visto de todos los colores en este negocio: desde los tiempos en los que ¡°en la aduana de Ir¨²n te hac¨ªan pagar por la importaci¨®n de discos, salvo si eran de Beethoven¡± (ah¨ª naci¨®, dice, su aversi¨®n a la cl¨¢sica), hasta aquella vez en los setenta que a punto estuvo de entrar en la industria: ¡°Comprend¨ª que ese es uno de los trabajos m¨¢s esclavos que existen y me ech¨¦ atr¨¢s a tiempo, pese a que siempre me ha movido una sana curiosidad por saber c¨®mo funcionan las cosas¡±. Y el coleccionismo, siempre el coleccionismo. ¡°Incluso aunque he sido de los que mezclaban las ediciones alemanas de los discos, que ten¨ªan el mejor prensaje, con las tupidas carpetas de las americanas, no entiendo las locuras que se pagan ahora. Parte del encanto de esto es lograr piezas a buen precio¡±.
De estas p¨¢ginas se deduce que Manrique suele dar por bueno el mensaje de El hombre que mat¨® a Liberty Valance: ¡°Esto es el Oeste, hijo. Cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda¡±. ¡°Es que los mitos son buenos¡±, aclara el periodista. ¡°Hab¨ªa una promesa en esto: practica todo el sexo que puedas, toma todas las drogas posibles y vive como te d¨¦ la gana. Y esa promesa la cumpl¨ªamos a trav¨¦s de las vidas de las estrellas que admir¨¢bamos. Sustitu¨ªan nuestras pobres existencias. La gente se sentir¨ªa decepcionada sin la leyenda. Est¨¢ impl¨ªcito en el contrato entre el artista y la sociedad. Son como ejemplos morales. Vivimos a trav¨¦s de ellos. Cuando triunfan nos sentimos omnipotentes. Y cuando fracasan, dan la raz¨®n a nuestros padres cuando dec¨ªan: ¡®Quien mal anda, mal acaba¡±.
El libro merecer¨ªa la pena, incluso para el fiel lector de este diario, solo por los apuntes in¨¦ditos que separan los cap¨ªtulos, en los que Manrique desliza an¨¦cdotas, juicios y eso que nunca cont¨®, como aquella vez en que Los Ronaldos contrataron a John Cale como productor para no permitirle tomar decisiones. En estos tiempos de sobredosis de informaci¨®n como ilusi¨®n de conocimiento, parte de su magisterio reside en que no solo dispone de los datos, sino que los ha asimilado como parte de su aprendizaje vital. ¡°?Por qui¨¦n doblan las campanas? Por el periodismo musical. Antes, ten¨ªamos informaci¨®n que nadie ten¨ªa, y un acceso exclusivo a los artistas. Ambas cosas se democratizaron. Eso ha provocado que todo se llene de wikiart¨ªculos. Cada vez es m¨¢s necesario aportar cosas ¨²nicas, como tus vivencias o tus lecturas. Si no somos capaces de contar algo que no est¨¦ en la Red, nos haremos redundantes¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.