Pol¨ªtica exterior para ni?os

Los deliciosos t¨ªtulos de cr¨¦dito que abren esta supuesta precuela de un cl¨¢sico tan insoslayable como El mago de Oz (1939) parecen toda una invocaci¨®n al placer generado por el cine entendido como m¨¢quina de sue?os. En los primeros minutos de la pel¨ªcula, rodados en blanco y negro y con el ancho de pantalla acad¨¦mico ¡ªen directa referencia al pr¨®logo de la pel¨ªcula de Victor Fleming¡ª, da la impresi¨®n de que puede palparse el placer de un cineasta tan l¨²dico y formalista como Sam Raimi manejando un juguete nuevo. Oz, un mundo de fantas¨ªa parece alejarse, as¨ª, de lo que, de entrada, promet¨ªa su imagen publicitaria: no estamos ante otra reiterativa relectura en clave digital del imaginario de los cuentos infantiles, sino ante un trabajo que podr¨ªa mantener inesperados v¨ªnculos con La invenci¨®n de Hugo, de Scorsese, adaptaci¨®n del libro de Brian Selznick, pariente lejano del David O. Selznick que, en el mismo a?o de producci¨®n de El mago de Oz, reclutar¨ªa a Victor Fleming para otro monumento al simulacro en technicolor, Lo que el viento se llev¨® (1939). Raimi juega a que las llamas desborden ocasionalmente la pantalla y ofrece un brillante recital de energ¨ªa cinematogr¨¢fica ¡ªy de eficaces golpes de efecto¡ª en la escena del tornado. La ilusi¨®n, por desgracia, dura poco. Al llegar a Oz, la pantalla se ensancha, los colores digitales se incendian y la inventiva huye por el desag¨¹e.

Los incondicionales del musical Wicked dif¨ªcilmente encontrar¨¢n aqu¨ª un buen suced¨¢neo ante la larga espera por la anunciada adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica. Este cr¨ªtico prefiri¨® paliar el aburrimiento recordando con nostalgia Oz, un mundo fant¨¢stico (1985), esa secuela siniestra que la Disney preferir¨ªa esconder bajo la alfombra. En el desenlace, con su reivindicaci¨®n del simulacro para derrocar tiran¨ªas, Raimi descubre otro inesperado parentesco: Oz, un mundo de fantas¨ªa es, de hecho, Argo por otros medios, un Argo para ni?os si Argo no fuera ya pol¨ªtica exterior para ni?os.