Disipando leyendas err¨®neas
Casi 70 dibujos espa?oles entre 1600 y 1820 es, en principio, una llamativa convocatoria que ning¨²n aficionado competente puede ignorar. No lo puede hacer por varios motivos: en primer lugar, por la procedencia, ya que se trata de la colecci¨®n de dibujos espa?oles del British Museum de Londres, la instituci¨®n extranjera que posee una representaci¨®n m¨¢s completa de este tema, habiendo sido los aficionados brit¨¢nicos los descubridores m¨¢s tempranos de la escuela espa?ola; en segundo lugar, porque el dibujo espa?ol es de una tan extrema rareza que produce escalofr¨ªos de placer a cualquier marchante su posesi¨®n; y en tercer y definitivo lugar, porque se ha consolidado el t¨®pico de que los grandes maestros espa?oles hist¨®ricos no dibujaban o, si lo hac¨ªan, lo hac¨ªan mal. Empezando por lo ¨²ltimo, esta exposici¨®n, que se suma a un siglo de esfuerzos para acreditar el valor de los dibujos espa?oles, demuestra que los grandes artistas espa?oles por fuerza eran tambi¨¦n grand¨ªsimos dibujantes, lo cual el visitante de la muestra no tiene m¨¢s que echar una ojeada a Ribera, Murillo, Paret o Goya para gloriosamente corroborarlo, pero, si quiere dejar caer una segunda mirada m¨¢s penetrante, la mirada del arte, se dar¨¢ cuenta que junto a estos nombres gloriosos hay otros tambi¨¦n de extraordinaria calidad y con maravillosos dibujos.
?Por qu¨¦ esa leyenda respecto a la rareza o impericia de los maestros espa?oles en relaci¨®n con el dibujo? Es evidente que es un mito rom¨¢ntico y est¨¢ basado en la razonable interpretaci¨®n de la escuela espa?ola como una tendencia art¨ªstica victoricista: m¨¢s basada en la materia y el color de la pintura que en la sutileza de los trazos del dibujo. Sin meternos en estas cuestiones est¨¦ticas, que podr¨ªan dar mucho que hablar, lo que sociol¨®gicamente parece claro es que los espa?oles, artistas y coleccionistas, no apreciaban econ¨®micamente mucho lo que significaba el dibujo, y, por tanto, que no tuvieron demasiado inter¨¦s en su posesi¨®n y conservaci¨®n. Sea como sea, lo que espero que haya quedado claro es que esta exposici¨®n, titulada El trazo espa?ol en el British Museun. Dibujos del Renacimiento a Goya, que ha sido patrocinada por la Fundaci¨®n de Amigos del Museo del Prado, es un acontecimiento cultural de primer orden, incluso m¨¢s all¨¢ de la calidad de algunas piezas que en bastantes casos roza lo emocionante, y no solo, desde luego, con los soberbios ejemplares de Goya, sino con los de algunos de sus contempor¨¢neos como los maravillosos dibujos de Paret, Camar¨®n, Miguel Jacinto Mel¨¦ndez, y, yendo para atr¨¢s, los de Vicente Salvador G¨®mez, Alonso Cano, Herrera el Viejo, Luis de Vargas y, por supuesto, Jos¨¦ de Ribera y Murillo, por no citar los atribuidos de Vel¨¢zquez o los de Antonio de Pereda.
?Qu¨¦ aportaciones visuales y no simplemente eruditas nos ofrece esta muestra? Yo creo que, quiz¨¢s, la explicaci¨®n en parte de esa leyenda sobre el esp¨ªritu art¨ªstico espa?ol como refractario al dibujo, porque en buena parte uno descubre que los trazos de nuestros maestros, en muchas ocasiones, pintan incluso cuando dibujan. En una palabra, que est¨¢n m¨¢s cerca de la tactilidad, pr¨®xima a la caricia, a la sugerencia, a lo entrevisto, a lo intuido, a lo sombr¨ªo, etc¨¦tera que, parad¨®jicamente, a mostrar las cosas como son. ?Quiz¨¢ los espa?oles no nos conocemos ni nos conocen demasiado bien! Habr¨¢ que seguirnos las huellas o los trazos.
Francisco Calvo Serraller es cr¨ªtico de arte de EL PA?S y miembro fundador y patrono del consejo de la Fundaci¨®n Amigos del Museo del Prado
Babelia
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