La eternidad de una media
Morante de la Puebla triunfa en un festejo en el que tambi¨¦n torearon Castella y Talavante
Es lo que tienen los genios: que un d¨ªa se levantan, cogen el pincel, la partitura, el cincel, he aqu¨ª que les llega la inspiraci¨®n y crean una obra de arte que deja al mundo boquiabierto. Esta tarde tarde, sin ir m¨¢s lejos, uno de ellos, conocido por Morante de la Puebla, ten¨ªa el capote entre las yemas de los dedos y, como quien no quiere la cosa, se puso a torear y volvi¨® loca a la plaza de Sevilla, que todav¨ªa anda dando capotazos en su enso?aci¨®n torera.
La corrida iba cuesta abajo hacia el precipicio del aburrimiento m¨¢s soberano, propiciado por una corrida infame, de esas que deber¨ªan dar verg¨¹enza a sus criadores por su lastimosa falta de fuerzas que raya en la farsa. La corrida ten¨ªa toda la pinta de erigirse en un tostonazo cuando sale al ruedo el cuarto de la tarde, Galiano de nombre, y de 511 kilos de peso. Su matador, Morante, lo espera en los terrenos de sombra, y all¨ª dibuja cuatro ver¨®nicas y media monumentales, lentas, hermosas, aut¨¦nticas y hondas. Pura sensibilidad del artista. Y la Maestranza, imag¨ªnense, explota de emoci¨®n. ?Morante, su Morante, ha sido preso de la inspiraci¨®n!
Del Cuvillo/Morante, Castella, Talavante
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, desiguales de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, mansos y nobles; destacaron los dos ¨²ltimos en el tercio final.
Morante de la Puebla: media baja (ovaci¨®n); pinchazo y media (gran ovaci¨®n).
Sebasti¨¢n Castella: tres pinchazos y estocada (palmas); estocada _aviso_ (ovaci¨®n).
Alejandro Talavante: dos pinchazos, estocada y cuatro descabellos (palmas); pinchazo _aviso_ y media tendida (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. 15 de abril. Sexta corrida de feria. Lleno.
Sale el toro del caballo donde no le hacen sangre ni para un an¨¢lisis, y el torero lo cita en los medios, parsimonia pura, y lo torea por chicuelinas con las manos muy bajas, recre¨¢ndose en cada una de ellas, sin prisa, dejando que las notas expiren all¨¢ a los lejos. Pero, ay, el toro sale suelto y se va hacia el picador que hace la puerta. Cuando consiguen sacarlo hacia el centro, se acerca Morante con su capotito entre las yemas y, como quien no quiere la cosa, sin m¨¢s importancia, dibuja una media ver¨®nica que dicen los que no exageran que comenz¨® el ¨®le a las ocho y eran las ocho y cuarto y a¨²n no se hab¨ªa despegado del toro. Eterna, sin duda; al menos, as¨ª lo pareci¨® en la plaza. Una de las estampas m¨¢s bellas que se puedan contemplar en un ruedo; la raz¨®n m¨¢s contundente de que el toreo es una de las bellas artes. Se asegura aqu¨ª en Sevilla, y ser¨¢ verdad, que esa media ver¨®nica subi¨® a los cielos y all¨¢ que andan todav¨ªa los diablillos extasiados con el vuelo m¨¢gico de un capote genial. Son¨® la m¨²sica para homenajear el arte, y el artista, enrabietado ante su propia obra, volvi¨® a citar al toro por ver¨®nicas y dibuj¨® otro ramillete de cuatro trazos celestiales rematados por una larga que quiso detener el tiempo.
Es lo que tiene la inspiraci¨®n, que en un momento todo lo transforma y lo convierte en gracia, embrujo, sensibilidad y armon¨ªa.
Se esperaba, claro, faena grande como merecido broche de oro. Pero la inspiraci¨®n, tambi¨¦n, es vol¨¢til e inconstante. Brind¨® Morante a ?ngel Peralta, otro artista, se hizo el silencio m¨¢s absoluto, pero toda la energ¨ªa de la Sevilla taurina no fue suficiente para que el artista encontrara de nuevo la senda genial. Lo intent¨® de veras por ambos lados, pero no consigui¨® acoplarse con el animal que enganchaba la muleta en cada pase y torc¨ªa la esperanza. Ah¨ª qued¨® para siempre, no obstante, la eternidad de una media ver¨®nica para la gloria de esta plaza y felicidad de quienes tuvieron la fortuna de ser testigos de esa r¨¢faga de luz que a¨²n brilla en las alturas. Quiso el p¨²blico que diera la vuelta al ruedo, pero el torero se inclin¨® ceremonioso ante el respetable, declin¨® la invitaci¨®n, se encerr¨® en el callej¨®n y dej¨® que los dem¨¢s so?aran.
Todo esto ocurr¨ªa en el cuarto, pero ya al que abri¨® plaza, un medio toro por falta de casta y fuerza, Morante lo recibi¨® a la ver¨®nica con galanura, y aprovech¨® la noble y tullida condici¨®n del animal para desgranar algunos detalles de su excelsa torer¨ªa. Tres ayudados y un remate templados y suaves constituyeron el prefacio de una labor limpia y solemne, ayuna de emoci¨®n, pero pre?ada de est¨¦tica. Derechazos largos, cuatro naturales hondos, detalles torer¨ªsimos, pero solo detalles porque no hab¨ªa toro.
Quedaba, no obstante, lo m¨¢s grande, lo m¨¢s hermoso, un rayo de luz que da sentido a esta fiesta. Y la plaza de la Maestranza fue testigo de ello.
El resto del festejo fue otra historia. Castella y Talavante manejaron tambi¨¦n los capotes, pero no era su d¨ªa. El lance cuando carece de alma de nota a leguas. Ambos, sin embargo, derrocharon pundonor. Castella, por ejemplo, recibi¨® a sus dos toros de rodillas frente a la puerta de chiqueros, pero no delante, sino all¨¢ en los medios, y mientras muleteaba -es un decir- al moribundo segundo, media plaza dorm¨ªa y la otra media bostezaba. Quiso aprovechar la mejor condici¨®n del quinto, y comenz¨® la labor de muleta con tres pases cambiados por la espalda que despertaron una ilusi¨®n que no se materializ¨®. Cuando baj¨® la codicia del toro se diluy¨® la faena y qued¨® la impresi¨®n de que su toreo tan impersonal hizo que volara la emoci¨®n.
Insulso result¨® el quehacer de Talavante ante el tercero, otro animal soso que solo permiti¨® al torero estar sin estar en ¨¦l. Mejor¨® sensiblemente ante el sexto, m¨¢s enrazado, al que consigui¨® ligar estimables tandas con ambas manos en muletazos ajustados y ligados. Alarg¨® la faena, mat¨® mal y la oreja se la llev¨® el toro al desolladero.
Sevilla, no obstante, mantuvo la sonrisa. Morante le hab¨ªa devuelto la esperanza de seguir so?ando con el toreo eterno¡
OVACI?N: Antonio Jim¨¦nez Lili, S¨¢nchez Ara¨²jo y Javier Ambel lucieron con las banderillas, y Jos¨¦ Chac¨®n, con el capote.
PITOS: La corrida de N¨²?ez de Cuvillo decepcion¨® profundamente por su mansedumbre e invalidez.
DESTACADO: Como quien no quiere la cosa, Morante de la Puebla dibuj¨® una media ver¨®nica que result¨® eterna.
Cartel para hoy: Toros de Victorino Mart¨ªn, todos aprobados en el primer reconocimiento, para Manuel Jes¨²s El Cid y Daniel Luque, mano a mano.
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