El viaje de la basura al museo
La fascinaci¨®n en auge por archivos perdidos de fotograf¨ªa an¨®nima y popular divide a los expertos ?Fen¨®meno art¨ªstico o mera nostalgia documental?
En su famoso ensayo La c¨¢mara l¨²cida, Roland Barthes apuntaba que toda fotograf¨ªa encierra una fatalidad ¡ª¡°repite de manera mec¨¢nica lo que nunca m¨¢s podr¨¢ repetirse existencialmente¡±¡ª y un impulso casi religioso: ¡°La fotograf¨ªa tiene algo de resurrecci¨®n¡±. Barthes lleg¨® a¨²n m¨¢s lejos al afirmar que la fotograf¨ªa es la manera en la que nuestro tiempo asume la muerte. Esta espiral metaf¨ªsica quiz¨¢ explique la creciente fascinaci¨®n por la fotograf¨ªa an¨®nima y popular, un baile de espectros que est¨¢ haciendo proliferar el rescate ¡ªalgunos directamente del cubo de la basura¡ª de archivos desconocidos.
¡°La fotograf¨ªa popular, m¨¢s que ninguna otra, nos pone en contacto con el pasado y con la memoria¡±, se?ala el historiador y acad¨¦mico Publio L¨®pez Mond¨¦jar. ¡°La gente se ha cansado de la fotograf¨ªa vanidosa, de mirar lo que no entiende, y busca el relato que ofrece la fotograf¨ªa que no se olvid¨® de la fotograf¨ªa, la que era y es, ni m¨¢s ni menos, que un sencillo documento¡±.
"Solo queremos saber frente a tanta injuria", afirma L¨®pez Mond¨¦jar
Son las historias de Santos Yubero, Ram¨®n Masats, Jordi Oliv¨¦... Es la de Piedad Isla, que se pas¨® la vida recorriendo, con su bicicleta primero y su moto despu¨¦s, los pueblos de la monta?a palentina con una c¨¢mara de fotos como ¨²nico equipaje. Capt¨® miles de instant¨¢neas cotidianas de la Espa?a de los cincuenta y sesenta mientras se ganaba la vida con fotos de carn¨¦, de bodas y bautizos. Isla no quer¨ªa seguir ninguno de los caminos que la retr¨®grada sociedad espa?ola permit¨ªa a las mujeres de su ¨¦poca. Ni casarse, ni coser, ni vestir santos, ella quiso buscar su propio camino. ¡°Hab¨ªa leyes que prohib¨ªan a las mujeres hacer muchas cosas, pero ninguna dec¨ªa que una mujer no pudiese ser fot¨®grafa. As¨ª que yo decid¨ª serlo¡±, dijo poco antes de su muerte en una entrevista que recoge La voz de la imagen, proyecto documental de L¨®pez Mond¨¦jar y Jos¨¦ Luis L¨®pez Linares, que recupera el testimonio de estos fot¨®grafos de oficio.
El legado de Isla ofrece una singular panor¨¢mica de costureras, agricultores, pastores, funerales, matanzas y fiestas. Como ocurre con la obra del gallego Virxilio Vieitez, cuya exposici¨®n en la Fundaci¨®n Telef¨®nica de Madrid se ha convertido en todo un hito (90.000 vistas) para el centro. O con la misteriosa Vivian Maier, la ni?era que dedic¨® su vida en secreto a la fotograf¨ªa, y cuyo archivo (rescatado por un veintea?ero en una subasta local de Chicago) nos devuelve de manera insospechada a los ni?os, mujeres, ancianos e indigentes de las calles del Nueva York y Chicago de los cincuenta y sesenta. ¡°Ellos son cautivadores porque fueron fot¨®grafos humildes, sin pretensiones, es ese encanto lo que resurge ahora con m¨¢s fuerza que nunca. Yo jam¨¢s cambiar¨ªa una fotograf¨ªa de Cindy Sherman por una de Vieitez. Sherman solo es testigo de s¨ª misma. Es decir, lo contrario a lo que deber¨ªa ser un fot¨®grafo¡±, afirma Mond¨¦jar.
La muestra de Virxilio Vieitez ha sido un inesperado ¨¦xito en Telef¨®nica
El descubrimiento de tesoros en archivos desconocidos mueve desde hace a?os al coleccionista estadounidense Robert Flynn Johnson, que en su libro An¨®nimos (2004) describe el poder de las im¨¢genes de autores sin nombre. Un arte accidental que ¨¦l defiende frente a los que opinan que sin credenciales de autor¨ªa y contexto no hay obras maestras. Para ¨¦l, hay millones de fotos esperando ser ¡°descubiertas y transmutadas: de basura a tesoro visual¡±.
M¨¢s esc¨¦ptica, la espa?ola Lola Garrido, experta en fotograf¨ªa y due?a de una de las mejores colecciones de Espa?a, cree que los tesoros solo son un espejismo. ¡°Todos queremos encontrar una mina de oro, pero yo sinceramente creo que ning¨²n gran fot¨®grafo es desconocido. La historia de Vivian Maier es un caso aislado, la excepci¨®n de una historia preciosa. Pero la mayor¨ªa de los descubrimientos se quedan en nada¡±.
Rescates sospechosos para el fot¨®grafo Jorge Ribalta, que comisari¨® en el Reina Sof¨ªa la celebrada exposici¨®n El movimiento de la fotograf¨ªa obrera. Hacia una historia pol¨ªtica del origen de la modernidad fotogr¨¢fica. Para Ribalta, la recuperaci¨®n de archivos de fot¨®grafos muertos plantea adem¨¢s un problema de fondo insalvable: ¡°Un autor es el que selecciona e interpreta los negativos de su archivo. Vieitez no es un autor, es la operaci¨®n, como m¨ªnimo discutible, de un comisario o un historiador que interpreta su trabajo. Parece una tonter¨ªa, pero no lo es, porque con cualquier archivo de negativos se puede construir una obra maestra. Desde un punto de vista historiogr¨¢fico me plantea un problema de rigor. La funci¨®n del autor es hacer su propia selecci¨®n y si no la hace ¨¦l nadie m¨¢s la puede hacer¡±. Para Ribalta, ¡°monumentalizar¡± estas figuras es un ejercicio de fetichismo que en lugar de cumplir con la promesa de la modernidad de democratizar la creaci¨®n logra ¡°parad¨®jicamente¡± lo contrario. ¡°La historia de la fotograf¨ªa no es la historia de las im¨¢genes, sino de la vida p¨²blica de esas im¨¢genes en su tiempo¡±, concluye.
Flynn Johnson: "Hay millones de im¨¢genes esperando ser descubiertas"
El fot¨®grafo Walker Evans afirm¨® que la buena fotograf¨ªa ¡°es y debe ser literatura¡± y L¨®pez Mondejar lo suscribe: ¡°Es algo que los expertos han olvidado. La fotograf¨ªa de Virxilio Vieitez de una anciana posando con su radio no es una casualidad, es una historia: la de una madre que le manda una fotograf¨ªa a su hijo junto al nuevo aparato de la casa. Nada m¨¢s sencillo que eso. Solo queremos saber, lo necesitamos frente a tantas injurias, la verdad del tiempo de nuestros padres y abuelos. Y la fotograf¨ªa, aunque puede mentir, es la menos embustera¡±. La eterna necesidad de creer en lo que se ve. ¡°A la gente le gusta reconocer y reconocerse, disfruta m¨¢s¡±, puntualiza Lola Garrido. ¡°Se ven en un pasado que no han vivido, pero que les encanta. La atracci¨®n por la nostalgia. El gran p¨²blico siempre preferir¨¢ reconocerse en otra ¨¦poca que ser contempor¨¢neo, que resulta demasiado dif¨ªcil¡±.
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