Digerir el pasado
El estudio Paredes Pedrosa construye una biblioteca en Ceuta que protege los restos medievales del barrio
Es un hecho que siempre se construye sobre lo construido, pero a veces se hace con mayor conciencia y esfuerzo de convivencia. Ese af¨¢n modifica la arquitectura y tambi¨¦n el mensaje que esta env¨ªa a los usuarios de un edificio. En el barrio del Recinto Sur de Ceuta, junto a la ensenada de la ciudad, la nueva biblioteca proyectada por ?ngela Garc¨ªa de Paredes e Ignacio Garc¨ªa Pedrosa se adapta a una topograf¨ªa escarpada, a la gran densidad volum¨¦trica de una urbe que ya no tiene por d¨®nde crecer y a una trama urbana preexistente que se solapa con la que hace visible el yacimiento medieval que protege y custodia.
As¨ª, m¨¢s all¨¢ de ser, como cualquier biblioteca, un espacio p¨²blico, un lugar de encuentro y una puerta para el conocimiento, esta nueva infraestructura ceut¨ª es tambi¨¦n un museo vivo de historia, una ventana al pasado coronada por una terraza mirador desde la que se puede ver la ciudad contempor¨¢nea.
De este modo, han sido el pasado ¡ªvisible y visitable en las entra?as de su hueco interior¡ª y el presente de la ciudad ¡ªobservable desde la azotea y desde los ventanales perimetrales¡ª los que han ido definiendo la arquitectura de la nueva biblioteca. El edificio, facetado, denso y abstracto, como hecho a cortes para no molestar, est¨¢ envuelto con una celos¨ªa met¨¢lica que, como una piel escamada, encubre la complejidad del inmueble para arroparlo con una ¨²nica identidad.
Esas escamas met¨¢licas no son mera decoraci¨®n. Adem¨¢s de estar pensadas para dotar de car¨¢cter al edificio, tambi¨¦n retienen el sol y, lo que resulta fundamental, est¨¢n pensadas con responsabilidad. Ideadas para durar m¨¢s all¨¢ del d¨ªa de la inauguraci¨®n y de la primera toma de fotos, son practicables ¡ªpara dejar pasar el aire que ventilar¨¢ el edificio¡ª y ocultan unas pasarelas de servicio desde las que se pueden limpiar f¨¢cilmente. Puede resultar ins¨®lito hablar de las entra?as t¨¦cnicas de un inmueble entre sus mayores logros, pero tras el aluvi¨®n de edificios condenados a existir perpetuamente polvorientos en que ha desembocado la producci¨®n industrial de elementos arquitect¨®nicos, merece la pena recalcar que esta biblioteca que nace de una suma compleja de factores cumple con una premisa que deber¨ªa ser b¨¢sica: est¨¢ pensada para permanecer limpia a lo largo del tiempo.
Si por fuera aprieta la ciudad, su topograf¨ªa y su urbanismo, en el triple espacio de acceso es donde puede conocerse c¨®mo la ciudad medieval ceut¨ª era, cuentan los arquitectos: ¡°una ret¨ªcula ortogonal con casas, huertos y aljibes alejada de las formaciones laber¨ªnticas de la arquitectura isl¨¢mica¡±. El yacimiento que expone los antiguos muros urbanos puede contemplarse desde los pasillos que rodean ese espacio central.
Las salas de lectura ocupan ese per¨ªmetro y los grandes ventanales abocinados en el z¨®calo de hormig¨®n del edificio llevan luz a esas ruinas. Por encima de ese gran hueco, sobre una inmensa losa de hormig¨®n, se apoya una nueva estructura m¨¢s liviana de acero que crece cuatro plantas hasta alcanzar la terraza mirador. En esa corona vuelve a hablar el presente: Marruecos queda a un lado; la Pen¨ªnsula, al otro. Y la vida, en las calles de una ciudad que, como su nueva biblioteca se encarga de recordar, es un lugar hecho a capas de edificios, personas y tiempo.
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