De Troya al toples: vida de un mar
El historiador David Abulafia publica 'El Gran Mar', una monumental historia del 'mare nostrum' ¡°En sus aguas se mezclan Europa, Asia y ?frica, y tres grandes religiones¡±, asegura
El mar, el mar. El mismo mar al que han cantado Homero y los Manel, el mar de los fenicios, el que navegaron las flotas de Cartago y las trirremes de Roma, el mar de los piratas berberiscos y de las galeras venecianas, de los torpedos tripulados italianos, de las pateras y del turismo de masas. Al mar Mediterr¨¢neo, ¡°el m¨¢s importante de la humanidad¡±, el m¨¢s civilizado de los mares, aunque no poco ensangrentado, ha dedicado su ¨²ltimo libro el historiador brit¨¢nico David Abulafia (Twickenham, 1941). El Gran mar, una historia humana del Mediterr¨¢neo (Cr¨ªtica),es una obra monumental, de casi 800 p¨¢ginas, rebosante de informaci¨®n: ?Hab¨ªan o¨ªdo hablar de los audaces corsarios uskok de Senj que operaban hacia finales del XVI desde las islas y ensenadas de la hoy tan transitada costa d¨¢lmata como unos ¡°Robin Hood del mar¡± y a los que los venecianos trataron de erradicar dejando que capturaran un carguero lleno de vino envenenado? En el libro los encontrar¨¢n.
Arranca Abulafia con los primeros atisbos de poblaci¨®n en sus orillas, hace m¨¢s de 400.000 a?os, para centrarse en el primero de los cinco grandes per¨ªodos en que divide la historia del Mediterr¨¢neo, del 22000 antes de Cristo al 3000 a. C., y conducirnos despu¨¦s hasta casi ayer mismo. El recorrido ¡ªla navegaci¨®n est¨¢ tentado de decir uno¡ª deja boquiabierto por lo extenso y ambicioso: si es que vamos desde las playas de Troya sembradas de guerreros aqueos hasta las de Marbella o Saint-Tropez cubiertas de toallas, desde las acrob¨¢ticas saltadoras de toros minoicas de pecho desnudo de las pinturas de Cnossos hasta las j¨®venes en topless que como nuevas Nausicaas ¡ªaunque la princesa feacia era m¨¢s recatada, el que iba en pelotas era Ulises¡ª se ba?an en las soleadas riberas.
¡°Es cierto¡±, r¨ªe por una vez Abulafia, hombre de seriedad acorde con el tama?o de su libro y su apellido de cabalista, al se?al¨¢rsele esa delgada ola que lleva de las antiguas sacerdotisas cretenses a las modernas turistas. Prefiere en todo caso esa visi¨®n que la del mar de sangre, de la batalla del cabo Ecnomo, de Lepanto, de Aboukir, de Anzio. ¡°Creo que no hay que insistir mucho en los conflictos. Me ha sorprendido ver que en el Mediterr¨¢neo ha habido m¨¢s paz y cooperaci¨®n de lo que creemos. Ha prevalecido mucho m¨¢s el comercio que las hostilidades. En el libro hay m¨¢s de lo uno que de las otras¡±.
¡°A veces no se sabe muy bien de qu¨¦ se habla al hablar del Mediterr¨¢neo¡±, contin¨²a Abulafia. ¡°Yo he querido hacer la historia de la gente que viv¨ªa en sus costas, mojaba los pies en sus aguas y lo navegaban, concentrarme en el movimiento de esa gente¡±. En la conversaci¨®n aparece enseguida Braudel, el historiador de referencia del Mediterr¨¢neo como Duby lo es de las catedrales. ¡°Las diferencias entre nuestros libros son muchas. ?l extend¨ªa su historia del mar mucho m¨¢s all¨¢ de las orillas, la m¨ªa es m¨¢s restringida. ?l se?al¨® un determinismo f¨ªsico que yo rebato¡±. Abulafia destaca en su historia la diversidad. ¡°S¨ª, dentro de una unidad, el tema del libro de hecho son esas fases distintas de lo que llamo integraci¨®n, la creaci¨®n de los v¨ªnculos, redes, que cubren todo el Mediterr¨¢neo, con un ¨²nico periodo de integraci¨®n total que ser¨ªa en la ¨¦poca del imperio romano¡±.
?Qu¨¦ diferencia hay entre el Mediterr¨¢neo y otros espacios similares? ¡°Hay otros mares, el Caribe, el B¨¢ltico, casi cerrados, pero el Mediterr¨¢neo tiene una caracter¨ªstica f¨ªsica: es muy largo y muy estrecho y es f¨¢cil cruzarlo de norte a sur. Es, adem¨¢s, el ¨²nico mar en el que tres continentes interact¨²an: Europa, ?frica y Asia. Y en sus aguas se reflejan las tres grandes religiones monote¨ªstas¡±. En su libro, Abulafia parece mostrar m¨¢s inclinaci¨®n por los fenicios que por los griegos. ¡°Los fenicios significan el primer momento en que podemos identificar navegantes del este al oeste del Mediterr¨¢neo e incluso m¨¢s all¨¢, hasta C¨¢diz. Los griegos siguieron sus v¨ªas¡±.
Curiosamente, visto el objeto de sus desvelos, Abulafia no navega. ¡°No, aunque he cruzado innumerables veces el Mediterr¨¢neo. Eso refleja la fase de la historia del Mediterr¨¢neo en que estamos: lo habitual es sobrevolarlo en avi¨®n. Para nosotros es algo asumido que podemos cruzar el mar en horas o minutos. El frente mar¨ªtimo ha dejado de ser una frontera compleja. El mar ha desaparecido en cierta manera¡±. Lo dice como si fuera una pena. ¡°En cierto modo. El mar sigue siendo sustancial para el transporte de mercanc¨ªa pero ha perdido importancia como espacio de viaje, excepto en el caso de los cruceros, que son otra historia y que no creo que transporten muchas ideas, como s¨ª hac¨ªan las naves fenicias o las galeras genovesas. La ¨²ltima vez que estuve en Barcelona vi c¨®mo en cubierta de un crucero la gente jugaba al golf¡±.
?El futuro del Mediterr¨¢neo? ¡°Voy a ser pesimista, me parece que se est¨¢ convirtiendo en un mar muerto. Desde el punto de vista ecol¨®gico no hay duda de que cada vez hay menos peces y m¨¢s peque?os. Como ruta de navegaci¨®n, con el canal de Suez, es secundaria. Otro problema es que los pa¨ªses de la orilla norte y sur se han desconectado, se ha roto su relaci¨®n natural. El centro de gravedad pol¨ªtica y econ¨®mica de Europa ha dejado de ser el Mediterr¨¢neo y ha pasado m¨¢s al norte, a Bruselas y Frankfurt. El Mediterr¨¢neo se ha vuelto irrelevante. Creo que es un Mediterr¨¢neo en estado de desintegraci¨®n¡±.
Queda el recuerdo de una gran historia cultural com¨²n. ¡°S¨ª, que se expresaba sobre todo en el movimiento de la gente, desde esclavos a reyes. Hab¨ªa esa gran interacci¨®n cultural de la que eran especiales protagonistas ese otro gran grupo, los comerciantes. Influyeron en las modas culturales con lo que transportaban y vend¨ªan, pero tambi¨¦n en las ideas religiosas¡±.
En su libro, Abulafia hace una referencia especial a las mujeres. ¡°Podr¨ªa parecer que en el Mediterr¨¢neo las mujeres no se mov¨ªan mucho, algunas comerciantes, las esclavas¡¡±. Bueno, y Helena de Troya (Abulafia consagra un buen espacio a explicar lo que de verdad sucedi¨® en Troya). ¡°Un caso excepcional¡±, dice con una sonrisa, ¡°aunque tenemos princesas de Arag¨®n que eran enviadas a Sicilia. Entre las mujeres, es especialmente interesante el caso de Gracia M¨¦ndez, una marrana (jud¨ªa conversa) portuguesa, que ejerci¨® un papel como prestamista y financiera instalada en Venecia y luego en Estambul y realiz¨® importantes contribuciones a la cultura sefard¨ª¡±. Es evidente que Abulafia, ¨¦l mismo de origen sefard¨ª, tiene una querencia por la Se?ora, ha-Gevirah, que financi¨® el asentamiento de jud¨ªos en la regi¨®n de Tiber¨ªades, en la que se instal¨® su propia familia tras la expulsi¨®n de Espa?a, para el historiador uno de los momentos m¨¢s conmovedores de la larga y movida historia del Mediterr¨¢neo.
Babelia
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