Dif¨ªcil novillada en Las Ventas

Hab¨ªa mucha expectaci¨®n por ver a dos de los nombres que est¨¢n revolucionando el cotarro novilleril por sus notables actuaciones esta temporada en Las Ventas: Rafael Cerro, gran triunfador del certamen de novilladas del mes de abril, y el colombiano Sebasti¨¢n Ritter, que, a pesar de su biso?ez, caus¨® gran impresi¨®n en San Isidro. Sin embargo, habr¨¢ que esperar a otra ocasi¨®n para ver este singular duelo, pues una inoportuna cornada a Ritter en su primero dej¨® la tarde en una improvisada encerrona de Cerro, una aut¨¦ntica encerrona en el sentido m¨¢s exacto de la palabra, pues la novillada ¨¢spera y dif¨ªcil que mandaron los hermanos Lozano fue para estarles agradecido toda la vida, ir¨®nicamente hablando, claro est¨¢. Un Cerro al que se le apareci¨® la Virgen al resultar cogido, sin consecuencias, en el saludo a portagayola al que abri¨® plaza, novillo que manse¨® de salida, y con el que mantuvieron un pique de quites ambos novilleros: Ritter por gaoneras y r¨¦plica de Cerro por saltilleras. En el ¨²ltimo tercio pareci¨® por un momento que el animal pod¨ªa "romper" hacia adelante, mas todo fue un espejismo, pues enseguida comenz¨® a acortar el viaje hasta pararse. Cerro anduvo solvente y muy seguro en la cara del utrero, e incluso logr¨® alg¨²n muletazo de buen corte al natural en las postrimer¨ªas de faena, que finaliz¨® con el consabido par¨®n. No anduvo acertado con los aceros. El tercero fue novillo manso y con genio, que, para colmo, acabar¨ªa "raj¨¢ndose" ya en la primera serie con la muleta, poni¨¦ndose a la defensiva. No obstante, Cerro le plante¨® batalla al hilo de las tablas, muy firme y capaz, para, al menos, justificarse con tan imposible utrero. Incomprensible fue lo que pas¨® en el cuarto, con el que Cerro estuvo francamente bien al principio, cuando el novillo se movi¨® con algo m¨¢s de franqueza, y con el que se la jug¨® sin miramientos ya con el animal m¨¢s quedado y remiso. Pero la gente, cansada quiz¨¢s del lento devenir de la tarde, apenas se lo tom¨® en cuenta, como si aquello no fuera con ellos. Con el quinto no mejor¨® el panorama, otro astado manso y a la defensiva, con la dificultad a?adida del viento que empez¨® a molestar tambi¨¦n en ese momento, y con el que Cerr¨® apenas pudo hacer nada. Y como no pod¨ªa quedar as¨ª la cosa se fue Cerro a la puerta de toriles a recibir al ¨²ltimo, al que brind¨® al respetable en una clara declaraci¨®n de intenciones. Pero la tarde estaba ya muy en contra, y aqu¨ª tampoco pas¨® nada, a pesar de lo dispuesto y entregado que estuvo Cerro, como toda la tarde, quede claro. A Ritter le toc¨® un dif¨ªcil compa?ero de viaje en su primer y ¨²nico turno, un manso violento, con muy malas ideas en la muleta. El m¨¦rito de Ritter fue lo quieto que estuvo con semejante alhaja, toreando en una baldosa, como suele decirse. Pero tanta temeridad y tanta confianza al final le sali¨® caro: una cornada en los ¨²ltimos compases de faena que, a pesar de quedarse en el ruedo con un corbat¨ªn a modo de torniquete, le mand¨® directo a la cama.